El paseo tranquilo por Funchal
Un recorrido secreto y lleno de sorpresas por la capital de Madeira
Fui a Funchal sin saber casi nada de Funchal. Fui, si mal no recuerdo, huyendo de algo. Compr¨¦ un billete y sal¨ª en el primer avi¨®n que encontr¨¦, hice escala en Lisboa y despu¨¦s sobrevol¨¦ el Atl¨¢ntico y en pocas horas me encontr¨¦ en Funchal, que -ahora, bien que lo s¨¦- es una peque?a ciudad maravillosa, situada en la fachada sur, la m¨¢s soleada, de la isla de Madeira. Me acuerdo de que, una vez en el hotel, lo primero que advert¨ª fue que la mayor¨ªa de clientes eran ancianos. Meses despu¨¦s ser¨ªa el novelista Mart¨ªnez de Pis¨®n quien, en su caso sin huir de nada, har¨ªa su personal viaje vertical a Funchal, tambi¨¦n con poca informaci¨®n sobre la ciudad, y lo primero que detectar¨ªa ser¨ªa la masiva presencia de parejas de ancianos ingleses, aunque lo har¨ªa de una forma m¨¢s bien mani¨¢tica o perversa, pues fue ya incapaz de ver parejas de j¨®venes en todo el resto de su estancia.
Yo, el d¨ªa de mi llegada a Funchal, vi ancianos, pero eso fue en el hotel, en los primeros momentos, iban todos disfrazados de tenistas. Despu¨¦s, al salir a pasear por las calles de la ciudad, ya vi de todo. Vi de todo menos a ese extra?o tipo con bigote que en Funchal, en una novela de Mill¨¢s, sale de un portal negro de la Rua do Carmo. 'Un tipo que llevaba un ata¨²d infantil debajo del brazo con la naturalidad con la que otros llevan una barra de pan'.
Eso no lo vi, eso al parecer lo vio Mill¨¢s de verdad en Funchal y lo incluy¨® en su novela, pero yo no lo vi, ni creo que lo pueda ver nunca. De todos modos, en la Rua do Carmo estuve frente al portal negro -s¨®lo hay uno, de modo que ¨¦se ten¨ªa que ser el portal-, segundos antes de que, sin casi darme cuenta, iniciara all¨ª mismo un lento, intenso, inolvidable paseo a pie, un paseo de una hora aproximada de duraci¨®n, un recorrido agradable y elegante, por un camino siempre paralelo al mar, a la sombra de ¨¢rboles centenarios: un paseo que podemos, pues, decir que empieza en la Rua do Carmo y que va cambiando de nombre, pues en realidad es un paseo formado por varios paseos distintos que, llev¨¢ndonos hacia la elegante Estrada Monumental, nos van alejando del centro de la ciudad.
Comienza -aunque si se quiere, como pronto se ver¨¢, tambi¨¦n puede tener matices alocados- el tranquilo paseo en la Rua do Carmo y sigue por la Rua do Aljube. Precisamente en esta calle, al lado de una parada de venta de flores, escuch¨¦ aquel d¨ªa la m¨²sica de un acordeonista callejero que tocaba una canci¨®n tremendamente nost¨¢lgica que me hizo sentirme de repente dentro de una novela, me inspir¨® la historia de un tipo triste que llegaba a una isla perdida del Atl¨¢ntico donde no le esperaba nadie, una historia que acab¨® convirti¨¦ndose en una novela. La escrib¨ª y desde entonces, a modo de ritual, siempre que voy a Funchal celebro la ocurrencia novelera de aquel d¨ªa y el descubrimiento de ese admirable y elegante paseo y vuelvo a la Rua do Carmo y luego voy hacia la Rua do Aljube (donde est¨¢ siempre esper¨¢ndome, cada vez m¨¢s nost¨¢lgica y demoledora, la m¨²sica fundacional del acordeonista) y paso por delante de la catedral y sigo por la avenida de Arriaga, donde junto a la avenida de Zarco hay un caf¨¦ en una esquina abierta a los cuatro vientos, un caf¨¦ que sustituye al que all¨ª hab¨ªa anta?o y que en sus d¨ªas fue, seg¨²n un poeta local, 'el caf¨¦ de la esquina m¨¢s cosmopolita del mundo', y donde por lo visto ah¨ª se reun¨ªan para arreglar ese mundo muchos personajes llegados de los m¨¢s variados pa¨ªses, cada uno -que dir¨ªa Pessoa- con sus metaf¨ªsicas perdidas y sus filosof¨ªas solitarias.
Andando por la avenida de Arriaga pasaremos por delante del teatro Baltasar D¨ªas, un ejemplo de arquitectura de fin del siglo XIX y hoy uno de los centros culturales de la isla, con un caf¨¦ intelectual adosado al edificio, otro lugar de filosof¨ªas solitarias y hoy heredero de la cosmopolita esquina de anta?o. Iremos primero por Arriaga y despu¨¦s, a la sombra de sus magn¨ªficos ¨¢rboles, por la avenida Do Infante, donde nos encontraremos con el nervioso casino, situado en los terrenos de la legendaria Quinta do Vigia, tambi¨¦n conocida como Quinta de las Angustias, por la cantidad de dramas que sus paredes han presenciado. Esta mansi¨®n -donde tanta gente ha sido infeliz y donde hoy vive (dicen que feliz) el gobernador de la isla- tiene su larga historia; por ah¨ª anduvo, por ejemplo, la emperatriz Isabel de Austria, la esposa del emperador Francisco Jos¨¦, es decir, la c¨¦lebre Sissi, a la que le han erigido un sentimental monumento. Por ah¨ª anduvo ella, enferma de tuberculosis, aburri¨¦ndose m¨¢s de lo normal, encontrando bella la mansi¨®n y bella la isla, pero aburri¨¦ndose tanto o m¨¢s que en la corte de Viena.
El Reid's, un legendario hotel
Aunque tambi¨¦n se sabe que donde no se aburr¨ªa nunca era en el legendario Reid's, todav¨ªa hoy uno de los mejores hoteles del mundo y que se cruzar¨¢ en nuestro paseo cuando, dejando atr¨¢s el casino y la Quinta do Vigia y tambi¨¦n los hoteles Savoy, Casino Park, Madeira Carlton, Madeira Palacio y Baia Azul, lleguemos al centro mismo de la Estrada Monumental, all¨ª donde est¨¢, con su jard¨ªn de altas palmeras y su mundo de brillantes recuerdos, ese gran hotel ingl¨¦s: finca de cuatro hect¨¢reas entre jardines subtropicales perfumados, siempre en flor, cruzados por caminos empedrados que se abren entre rosales, geranios, cedros, cipreses, palmeras y otros ¨¢rboles ex¨®ticos de la isla; finca desde la que se puede contemplar la inmensidad del Atl¨¢ntico que se abre a sus pies.
Sissi fue, en efecto, una de sus m¨¢s famosas clientas. Pero ah¨ª han estado tambi¨¦n, entre otros, George Bernard Shaw (que se dedic¨® a sus 71 a?os a ir a clases de baile y firm¨® una foto a su profesor, Max Rinder, en la que le dec¨ªa: 'Al ¨²nico hombre que en toda mi vida me ha ense?ado algo'), Rainer Mar¨ªa Rilke, el dictador cubano Fulgencio Batista (cuando fue derrocado por Fidel Castro), Carmen Polo de Franco (de la que guardan en una vitrina una fotograf¨ªa en la que se la ve suspendida en una t¨ªpica hamaca, portada por dos sonrientes mozos madeirenses), William Somerset Maugham, Sergio Pitol (que escribi¨® un cuento, El oscuro hermano gemelo, que tiene lugar en ese hotel: 'Como ejemplo de distinci¨®n coment¨® que en el Reid's serv¨ªan el t¨¦ con unos bocadillos de pan oscuro con una capa de mantequilla y rebanadas de pepino, como era lo verdaderamente chic en el siglo pasado') y Winston Churchill, que en sus estancias en Funchal se dedicaba a pintar los jardines del hotel y sobre todo C¨¢mara de Lobos, un pueblo de pescadores del sur de la isla por el que sent¨ªa una especial debilidad.
Visitar el Reid's es una interesante experiencia. La etiqueta es, a seg¨²n qu¨¦ horas, muy exigente. Los bocadillos de pan oscuro y las rebanadas de pepino de las que habla Pitol siguen estando presentes a la hora del t¨¦. El atardecer, en la terraza principal, es un espect¨¢culo solemne que transcurre en medio de un silencio llam¨¦mosle ingl¨¦s (o escoc¨¦s), un silencio casi intimidante y algo rancio y al que ya s¨®lo le faltar¨ªa un mayordomo que anunciara el crep¨²sculo.
El hotel lleva el nombre de su constructor, el escoc¨¦s William Reid, que fue primero grumete y luego comerciante de vinos y que acab¨® haciendo una fortuna que iba a permitirle llevar a cabo su sue?o de construir un hotel que estuviese a la altura de los gustos distinguidos de la nobleza de fin del siglo XIX. Para construir su sue?o contrat¨® al arquitecto que levant¨® el famoso hotel Shepheard en El Cairo, eligiendo para su emplazamiento el lugar desde donde se ten¨ªa la vista m¨¢s impresionante de Funchal. El hotel se alza en lo alto de un acantilado y desde all¨ª se divisa un espl¨¦ndido panorama del Atl¨¢ntico, del activo puerto y de la vieja ciudad de Funchal.
Del Reid's, por no poder pagar el alto precio de sus habitaciones, tuvo que marcharse el pobre Carlos I, el ¨²ltimo emperador de Austria, exiliado en Madeira al terminar la I Guerra Mundial, un hombre esencialmente cat¨®lico y gris y con notable tendencia al infortunio, como lo prueba el que ¨¦l y toda su familia tuvieran que cambiar el Reid's por la Quinta Gordon, una casa en el pueblito de Monte, situado encima de Funchal: una casa junto a la iglesia de Nostra Se?ora do Monte, donde muri¨® de neumon¨ªa medio a?o despu¨¦s de su llegada y donde su esposa, dada la imposibilidad de enterrarle en la cripta de los Capuchinos de Viena, le busc¨® sepultura antes de abandonar la isla con sus siete hijos. Monte bien vale una visita. Al pie de la iglesia hay una fuente de agua con fama de curar enfermedades y ser milagrosa, y yo quiero aqu¨ª dar fe de que, en efecto, lo es, es milagrosa (lo he comprobado en mis propias carnes), aunque no pudiera o no quisiera quitarle la neumon¨ªa al ¨²ltimo emperador de Austria.
V¨¦rtigo en el telef¨¦rico
Y ahora llega el momento de decir que otra opci¨®n o un modo m¨¢s alocado de llevar a cabo este paseo ritual por Funchal consistir¨ªa en subir al pueblo de Monte en el moderno telef¨¦rico de absoluto v¨¦rtigo que han inaugurado recientemente y, una vez ya situados en ¨¦l, ver all¨ª la tumba del emperador y poco despu¨¦s, cerca de la fuente de agua milagrosa, iniciar otro tipo de aventura vertiginosa, un rito tur¨ªstico muy bestia y muy arraigado: descender locamente la cuesta de cinco kil¨®metros hasta Funchal en un tobog¨¢n o carro de cesto, escoltados por un par de fuertes carreiros. El carro, despu¨¦s del susto considerable que habremos vivido, nos dejar¨¢ en el centro de Funchal, cerca nada menos que de la Rua do Carmo, donde all¨ª, si as¨ª lo deseamos, podremos iniciar un tranquilo paseo tras la bajada enloquecida y pasar por las estaciones de rigor, tal vez m¨¢s atractivas que nunca despu¨¦s de la locura: la Rua do Aljube con su acorde¨®n inspirador, la parada de venta de flores, la avenida de Arriaga, la avenida Do Infante, el nervioso casino, la tristeza funeral de la Quinta do Vigia, el monumento dedicado a Sissi, el hotel Savoy, la r¨ªgida etiqueta del Reid's, la Estrada Monumental. Pocas perspectivas conozco tan felices como ¨¦sta de, tras habernos lanzado locamente desde lo alto de Monte, poder llevar a cabo a continuaci¨®n el paseo tranquilo por Funchal. Pero, por supuesto, para que sea una perspectiva realmente feliz, es preciso que, como dir¨ªa ese gran paseante que fue Robert Walser, nuestro estado de ¨¢nimo, al encontrarnos en plena calle luminosa y alegre, oscile entre el romanticismo y la extravagancia. Entonces veremos -y m¨¢s estando en un lugar tan bello como Funchal- c¨®mo toda la fealdad del mundo se disipa y c¨®mo la vida nos parece igual de agradable que si la estuvi¨¦ramos viendo por primera vez.
GU?A PR?CTICA
Poblaci¨®n: Funchal tiene 99.244 habitantes. Prefijo telef¨®nico: 00 351.
- TAP Air Portugal (901 11 67 18). Vuelos diarios desde Madrid, v¨ªa Lisboa, a Funchal. 272 m¨¢s tasas.
- Reid's Palace (291 71 71 71). Estrada Monumental, 139. Funchal. La doble con desayuno, 275 euros.
- Sirius (291 22 61 17). Rua das Hortas, 29/37. Funchal. 44,39 euros.
- Abreu (en agencias). Siete noches en Royal Orchid (cuatro estrellas); desayunos y vuelos desde Madrid, a partir de 434 euros.
- Portugal Tours (en agencias). Tres noches en hotel de cuatro estrellas; desayunos y vuelos, desde 300.
- Oficina de Turismo de Portugal (902 19 00 19; www.portugalinsite.pt).
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