Al encuentro de ocho pozos de nieve en Espa?a, los frigor¨ªficos de hace siglos
Antes de que se inventase el frigor¨ªfico, el hielo se hac¨ªa apisonando nieve en el fondo de pozos serranos y se bajaba en verano a otros que hab¨ªa en las ciudades
Espa?a est¨¢ llena de antiguos pozos de nieve. Aunque en M¨¦rida hay uno romano, que puede verse en la calle Reyes Huertas, la mayor¨ªa de ellos datan de los siglos XVI al XIX, cuando en los reales sitios y las ciudades se dispar¨® la demanda del g¨¦lido elemento para enfriar bebidas, hacer helados, conservar alimentos y como remedio terap¨¦utico. Tambi¨¦n coincidi¨® que era la Peque?a Edad de Hielo. Hoy, docenas de pozos de nieve subsisten en lugares tan poco apropiados para almacenarla y andar con ella en verano de ac¨¢ para all¨¢ como Sevilla, la Regi¨®n de Murcia o Canarias.
Eran pozos circulares de piedra de hasta 15 metros de profundidad, que sol¨ªan tener una cubierta abovedada o un tejado para que la nieve que se echaba dentro a paladas, y se compactaba con pisones, se conservara hecha un bloque de hielo hasta el verano, cuando se cortaba y se transportaba en mulas o en carretas hasta la urbe, el monasterio o el palacio m¨¢s cercanos, perdi¨¦ndose en el camino por fusi¨®n entre el 30 y el 70 por ciento de la carga. Los montes eran un hormiguero de peones, capataces y fieles cuidadores de estos huevos gigantes de hielo ¡ªmuchos pozos ten¨ªan forma oval¡ª y la corona, que a menudo era due?a del g¨¦lido cotarro, despu¨¦s de refrescarse con la nieve m¨¢s blanca y pura, fre¨ªa a impuestos a los que comerciaban con el real sobrante.
Estos son ocho de los pozos de nieve m¨¢s espectaculares que quedan en la Pen¨ªnsula.
1. Pozos de Cuelgamuros (Comunidad de Madrid)
Ocho pozos hubo alrededor del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde se almacenaban m¨¢s de 500 toneladas de hielo cada a?o. Tres de ellos est¨¢n en la umbr¨ªa del monte Abantos, en lo alto del valle de Cuelgamuros, m¨¢s cerca del pueblo abulense de Peguerinos que del real sitio. Hay que aproximarse en coche por la parte de Castilla y Le¨®n, siguiendo desde Peguerinos la carretera que atraviesa Pinares Llanos, pasa por la Casa de la Cueva y conduce hasta el l¨ªmite con Madrid. Aqu¨ª una barrera corta el paso y se ha de empezar a caminar a la izquierda por una pista forestal que lleva en media hora hasta la puerta de los Pozos de Nieve (as¨ª figura en Google Maps). Cruzando esta, se llega por una senda evidente, en cinco minutos m¨¢s, hasta un pozo monumental construido en 1609, durante el reinando Felipe III, que estuvo en uso hasta 1934 y fue restaurado en 1985. Tiene 51 pies de profundidad ¡ª14,21 metros¡ª y 30 de di¨¢metro ¡ª8,35¡ª, y cab¨ªan dentro 20.000 arrobas ¡ª230 toneladas¡ª de nieve bien apisonada. Solo con la que se vendi¨® el primer a?o se amortiz¨® la obra, que inclu¨ªa, aparte del pozo propiamente dicho, una nave para resguardarlo del sol y de la lluvia, de mamposter¨ªa tosca de gneis con b¨®veda de ca?¨®n y con cubierta a dos aguas de teja ¨¢rabe. Despu¨¦s de ver todas las monta?as del Guadarrama desde el pozo, se contin¨²a por la misma senda hasta otros dos m¨¢s antiguos, sin nave, con cuya nieve Felipe II refrescaba el vino blanco del Rhin del que tanto gustaba.
2. Constantina (Sevilla)
El ¨²ltimo lugar de Espa?a en el que uno piensa al hablar de nieve es Sevilla, pero ah¨ª, en Constantina, en la Sierra Norte, est¨¢n Los Pozos de la Nieve, una f¨¢brica de hielo de finales del siglo XVII que abastec¨ªa de este precioso y ef¨ªmero bien a la ciudad del Guadalquivir. Hab¨ªa 103 albercas en los alrededores en las que el agua se congelaba en invierno, y sigue habiendo dos pozos de 8 y 14 metros de profundidad cubiertos por b¨®vedas de ladrillo en los que ese hielo se almacenaba y, al llegar el verano, se bajaba de noche con animales a la ciudad y se vend¨ªa a 24 maraved¨ªes la libra ¡ªunos cinco euros el kilo¡ª; y el sobrante en los pueblos vecinos, a menos precio. Hasta mediados del siglo XIX fue as¨ª. Una inscripci¨®n en la c¨²pula del pozo peque?o reza: ¡°Se llen¨® este poso en 50 d¨ªas de 1859 y asta este citio¡±. Durante casi dos meses, seg¨²n un relato de la ¨¦poca, ¡°hombres robustos pisan la nieve, anim¨¢ndolos con bebidas eficaces¡±. Luego fue polvor¨ªn, almac¨¦n de intendencia, secadero de embutidos y, desde 2007, es un alojamiento rural con salas de banquetes y reuniones, cinco apartamentos y 60.000 metros cuadrados de finca boscosa, que Europa Nostra ha premiado por su conservaci¨®n y adaptaci¨®n a nuevos usos. El precio no es barato (desde 95 euros por noche para dos personas), pero tampoco deja helado.
3. Sierra Espu?a (Regi¨®n de Murcia)
Tambi¨¦n en un lugar impensable por sus actuales temperaturas y tambi¨¦n premiados por Europa Nostra en 2024 al haber sido excelentemente restaurados varios de ellos, los pozos de Sierra Espu?a ofrecen una imagen asombrosa de lo que era la industria del fr¨ªo en esta c¨¢lida regi¨®n antes del cambio clim¨¢tico, cuando multitud de braceros acud¨ªan a las monta?as desde Alhama, Totana, Aledo, Pliego y Mula, y se pasaban meses acumulando y apisonando hasta 25.000 toneladas de nieve en 25 de estos enormes dep¨®sitos, que eran y son una de las mayores concentraciones en su g¨¦nero del Mediterr¨¢neo. A finales del siglo XVI se construyeron los primeros. Donde m¨¢s hielo se consum¨ªa era en la propia ciudad de Murcia: ?450.000 kilos en 1794! Pero en 1926, despu¨¦s de tres siglos y medio de fren¨¦tica actividad, se inaugur¨® una f¨¢brica de hielo en Totana y se acab¨® el subir a buscarlo a la sierra. Los pozos se encuentran a 1.400 metros de altura, en la umbr¨ªa de la sierra, distribuidos en dos n¨²cleos que distan entre s¨ª menos de un kil¨®metro y a los que se llega caminando por senderos que arrancan en el collado Mangueta, a 21 kil¨®metros de Totana, donde hay un aparcamiento y paneles informativos. Al n¨²cleo m¨¢s interesante se accede retrocediendo cien metros por la carretera desde el aparcamiento y avanzando otros 800 por un sendero que lleva hasta los pozos 11 y 13, los que han merecido el premio Europa Nostra. El primero es el de mayor tama?o de la sierra, con un di¨¢metro de 12 metros e igual profundidad. El segundo tiene 8 metros de di¨¢metro, pero es el m¨¢s llamativo, con su c¨²pula c¨®nica apuntada. Con t¨¦cnicas y materiales tradicionales se han restaurado ambos, instal¨¢ndose adem¨¢s una plataforma de observaci¨®n y una escalera helicoidal en el 11, y una pasarela que recorre el vac¨ªo en el 13.
4. Casa de la Nieve de Moncalvillo (La Rioja)
Los logro?eses estaban hartos de refrescar el vino con el hielo que les vend¨ªan car¨ªsimo los navarros, as¨ª que, en 1597, el concejo de la ciudad decidi¨® construir cinco pozos o neveras en la sierra de Moncalvillo, una estribaci¨®n de la cordillera Ib¨¦rica que se alza a unos 20 kil¨®metros de la capital riojana. En Sojuela, el pueblo m¨¢s cercano, hay una Casa de la Nieve donde se explica todo sobre estas neveras que fueron restauradas entre 2004 y 2006 por la arque¨®loga Pilar Pascual Mayoral y donde se muestra, por el mismo precio (2 euros), una colecci¨®n de todas las mariposas diurnas (112) y nocturnas (580) de la sierra. ?Y qu¨¦ tienen que ver las mariposas con la nieve? Pues m¨¢s de lo que parece: ambas, cada vez m¨¢s escasas, son indicadores de que algo va muy mal. Tambi¨¦n hay un sendero de las Neveras ¡ªlineal, de siete kil¨®metros, bien se?alizado¡ª, por el que el ¨²ltimo domingo de enero casi 700 caminantes suben a ver las neveras, que son de forma troncoc¨®nica, est¨¢n revestidas con mamposter¨ªa de piedra seca y tienen hasta 5 metros de profundidad y 10 de di¨¢metro. Para ponerse en situaci¨®n, ese d¨ªa se recrea el proceso de llenado de las neveras. Y, para entrar en calor, se comen patatas con chorizo.
5. La Granja de San Ildefonso (Segovia)
Muy cerca del muro que cierra por el norte los jardines de La Granja, hay una bola de nieve gigantesca, de unos siete metros de di¨¢metro. Es la c¨²pula esf¨¦rica de cristal que corona el Pozo de la Nieve, la guinda blanca de una obra de restauraci¨®n que cost¨® 11 millones de euros en 2011. Bajo la c¨²pula est¨¢ el pozo de m¨¢s de ocho metros de profundidad que se construy¨® en 1736, durante el reinando Felipe V, unos dicen que para uso exclusivo de los servidores que acompa?aban al monarca en sus jornadas de verano y otros que para abastecer de nieve a la poblaci¨®n que estaba creciendo entonces junto al palacio y los jardines de real sitio serrano. El tiempo ha decidido que la raz¨®n y el pozo no sean ni para unos ni para otros: ahora es el Centro Juvenil La Bola, en el que los chavales del pueblo juegan al futbol¨ªn y al ping pong donde antes bailaban para no congelarse los empozadores o pisoneros. Mucha de la nieve que apelmazaban con sus pisones ven¨ªa del puerto de los Neveros, en la vertiente nororiental de pico Pe?alara, el techo de Guadarrama, donde en aquellos d¨ªas la hab¨ªa perpetua. Isabel de Farnesio, la viuda de Felipe V, que hab¨ªa sido desterrada a La Granja para siempre por su hijastro Fernando VI, se quejaba tiritando de que viv¨ªa dentro de un ¡°pastel de nieve¡±. Para ver el pozo por dentro se ha de llamar antes a la oficina de turismo (921 47 39 53).
6. Pozo del convento de San Andr¨¦s (Salamanca)
A Salamanca llegaba la nieve en burros desde las sierras de Francia y B¨¦jar y se conservaba hasta el verano en un pozo que hab¨ªa en el Convento del Carmen Calzado de San Andr¨¦s. El convento, conocido por su gran tama?o como ¡°el Escorial de Salamanca¡±, fue destruido por una riada en 1636 y vuelto a arrasar por un incendio durante la guerra de Independencia, pero el pozo, de siete metros de profundidad y cubierto por una b¨®veda de pizarra, ah¨ª se qued¨® para sorpresa de muchos visitantes en la ciudad del Tormes. Hay visitas guiadas gratuitas y otras a la carta, personalizadas, de las que informan en la oficina de turismo (923 21 83 42). Adem¨¢s del pozo de nieve, se ve la muralla medieval de la ciudad, las caballerizas y tenadas del convento, parte de la torre noreste del complejo y unas galer¨ªas subterr¨¢neas de origen y funci¨®n desconocidos que a?aden misterio a la visita y justifican que se haga con casco y detr¨¢s de una arque¨®loga.
7. Cava Gran de Agres (Alicante)
No nieva gran cosa en Alicante, pero cuando lo hace el primer lugar donde se lleva a los ni?os a que disfruten de esa rareza es la sierra de Mariola, un macizo calc¨¢reo del norte de la provincia y del sur de la vecina Valencia que en su d¨ªa abastec¨ªa de hielo a ciudades tan distantes como X¨¤tiva o Gand¨ªa. All¨ª hab¨ªa, y todav¨ªa pueden verse, ocho cavas, que es como llamaban a los pozos de nieve. La mayor y m¨¢s impresionante es la Cava Gran de Agres, un dep¨®sito de 12 metros de profundidad y 15 de di¨¢metro, con 2.000 metros c¨²bicos de capacidad y con una cubierta digna de una catedral: una techumbre hexagonal de la que a¨²n sobreviven los seis semiarcos que formaban la b¨®veda apuntada y el pin¨¢culo de tres toneladas. Construida entre los siglos XVII y XVIII, estuvo en uso hasta principios del siglo XX, volvi¨¦ndose a utilizar durante la Guerra Civil y de nuevo ahora, pues es el emblema del parque natural de la Sierra de Mariola, un extraordinario monumento de libre acceso gestionado por el MARQ Museo Arqueol¨®gico de Alicante y un poderoso reclamo para senderistas. Hasta ella se llega siguiendo desde el convento de Agres una sencilla ruta circular denominada A la sombra de las cavas, de 7,5 kil¨®metros y unas tres horas de duraci¨®n. Por el camino se ven otros pozos y, dentro de la Cava Gran de Agres, donde antes hab¨ªa nieve todo el a?o, un tejo de cuatro metros de altura.
8. Puerto de Casillas (?vila)
Por vales de compra fechados en 1906, se sabe que Manuel Mart¨ªn Delgado, el ¨²ltimo due?o del pozo que hay cerca del puerto de Casillas, en el conf¨ªn oriental de la sierra de Gredos, vend¨ªa la arroba de nieve ¡ª11,5 kilos¡ª a tres reales, que era la tercera parte del salario diario de un agricultor o un artesano. El hielo era entonces un producto casi de lujo. Hoy lo que es un lujo es este pozo, que fue restaurado en 1998 y se conserva impecable, como nuevo. Al puerto se puede acceder en coche desde el pueblo de Casillas por un camino rural asfaltado y luego de tierra, no siempre en buen estado. All¨ª hay varios paneles informativos y un letrero que invita a acercarse al Pozo de la Nieve siguiendo un sendero con poco desnivel y excelentes vistas al valle de Iruelas, donde no es dif¨ªcil ver volar a los buitres negros, pues en este entorno anidan 120 parejas. En poco m¨¢s de una hora, se llega al pozo, que tiene 5,6 metros de di¨¢metro y 6,4 de profundidad y est¨¢ dentro de una casa grande y bien techada, que serv¨ªa a la vez de c¨¢mara aislante y de refugio para los operarios. Desde el pozo se ven la vecina sierra de Guadarrama e incluso, en los d¨ªas claros, las torres de Madrid.
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