El exilio no rompi¨® la amistad
Dos amigas de la adolescencia, separadas por la Guerra Civil, se reencuentran despu¨¦s de 50 a?os
El exilio las separ¨® con un oc¨¦ano de tiempo de medio siglo. Ayer se fundieron en un emocionado abrazo ante el monolito erigido en memoria de los republicanos muertos en el campo de concentraci¨®n de Argel¨¨s (Francia). Aquellas dos risue?as y so?adoras adolescentes, hijas de la temerosa colonia de refugiados catalanes que hicieron de Perpi?¨¢n la primera etapa de su forzado exilio, se han convertido en dos entra?ables viejecitas casi octogenarias. Ambas han guardado en la memoria los tiempos agridulces que vivieron juntas.
Pepita Vila y Maria Alegria Portas estrecharon su amistad durante los a?os inciertos que cabalgan entre la derrota republicana y la ocupaci¨®n alemana de Francia. La pandilla de los hijos de los republicanos se las ingeniaba para mantener una cierta apariencia de normalidad que intentaba arrinconar el miedo que se mascaba en el ambiente. Los paseos por la rambla, los bailes en las casas particulares o las salidas a la cercana playa de Canet no pod¨ªan ocultar el terrible trato sufrido durante esos primeros a?os por muchos refugiados. Pepita Vila recuerda c¨®mo su padre consigui¨® escapar, oculto en el cami¨®n de avituallamiento, del campo de refugiados de Argel¨¨s. En la playa de esa localidad, escenario del reencuentro entre las dos mujeres, dejaron su vida muchos republicanos. 'Padec¨ªan terribles diarreas por beber agua salada y a los enfermos los llevaban a morir a la plaza de toros, que hab¨ªan convertido en un hospital esparciendo por el suelo unas balas de paja', explica Vila.
Maria Alegria Portas debi¨® exiliarse a causa de las ideas independentistas de su padre, que era teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Girona. '?ramos de una clase social alta y, de un d¨ªa para otro, nuestros muebles se convirtieron en cajas de manzanas', lamenta.
El miedo a los bombardeos alemanes o a la deportaci¨®n constituyen dos de los recuerdos m¨¢s angustiosos. Portas elude referirse a sus primeros a?os en Argentina, de los que guarda tambi¨¦n un recuerdo amargo. All¨ª se cas¨® y tuvo una hija que le acompa?a en el viaje que ha organizado el Departamento de Gobernaci¨®n de la Generalitat, en el marco del Homenaje al exilio. Ha sido precisamente esta visita la que ha permitido el reencuentro entre las dos amigas. Pepita Vila vio por casualidad la pasada semana, en su casa de Perpi?¨¢n, un reportaje de TV-3 en el que aparec¨ªa su amiga de juventud, reci¨¦n llegada desde Argentina. Despu¨¦s supo que el itinerario del viaje programado con los exiliados inclu¨ªa la visita a Argel¨¨s, a escasos kil¨®metros de su domicilio, y all¨ª se encamin¨® para encontrarla. Juntas, ante las fotos que Pepita Vila guarda celosamente, rememoraron el s¨¢bado sus a?os de sue?os adolescentes y prometieron mantenerse en contacto. Los largos a?os de exilio han dejado en el catal¨¢n en el que se expresa cada una un curioso deje que delata la lengua de su pa¨ªs de adopci¨®n.
Ambas amigas perdieron el contacto cuando Maria Alegria viaj¨® con su familia hasta Burdeos y Pepita Vila qued¨® en la zona ocupada por los alemanes. Los primeros a?os de la familia de Pepita Vila fueron muy duros: 'Recuerdo que mi padre se vio obligado a vender sus muelas de oro para comprar comida'. No obstante, al final consiguieron lentamente abrirse camino en Perpi?¨¢n, donde ella acab¨® cas¨¢ndose y fundando una familia.
Maria Alegria desmiente rotundamente que sus 50 a?os de exilio se le hayan hecho cortos: 'Para un exiliado, cada d¨ªa son mil a?os. No perteneces a ning¨²n lugar y pierdes la esencia de tu vida'. Pero los a?os no han podido vencer a su memoria. En una de las fotos que guarda Pepita puede leerse una dedicatoria de Maria Alegria que ha resultado ser cierta: 'De tu hermanita que te quiere y no te olvidar¨¢ nunca'.
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