'El modelo sueco es una mezcla de modernidad y pietismo'
Hijo de un le?ador, ex saltador de altura, dramaturgo y guionista de cine y televisi¨®n para, entre otros, su amigo Ingmar Bergman (Los creadores de im¨¢genes, 1998) y su ex amigo Bille August (Pelle el Conquistador, 1987), Per Olov Enquist (Hjoggb?le, Suecia, 1934) es uno de los escritores n¨®rdicos m¨¢s reputados, probablemente el mejor autor sueco de la actualidad.
Su novela de 1999, La visita del m¨¦dico de c¨¢mara (que gan¨® en Francia el premio al mejor libro extranjero, se ha publicado ya en 18 pa¨ªses y acaba de ser editada en Espa?a por Destino), es una mezcla de sarcasmos y sutilezas que describe el maloliente mundo de la corte danesa de mediados del XVIII, una corte dirigida por un rey t¨ªtere y esquizofr¨¦nico, Cristian VII, y sobre todo por su preceptor Guldberg, un reaccionario que s¨®lo piensa en la pureza.
'Ingmar Bergman est¨¢ m¨¢s vivo y m¨¢s despierto que nunca. No para de trabajar'
Enquist narra la fascinante revoluci¨®n pol¨ªtica y sexual que durante 18 meses realiz¨® el m¨¦dico de c¨¢mara alem¨¢n Struessen, que al mismo tiempo que se beneficiaba a la joven reina danesa impon¨ªa las luminosas ideas de la Ilustraci¨®n francesa frente a la oscuridad del pietismo nacional.
Pregunta. ?Por qu¨¦ eligi¨® ese episodio del siglo XVIII?
Respuesta. Porque ese episodio tan singular, ese extra?o y moment¨¢neo para¨ªso ilustrado, fue la primera vez que, en Europa, una secta religiosa extra?a, el pietismo, se enfrent¨® a la Ilustraci¨®n que estaba empezando a surgir en el continente. Aunque quiz¨¢ lo eleg¨ª porque tambi¨¦n yo me cri¨¦ rodeado de sectas religiosas extra?as, y siempre me ha interesado mucho el pietismo de los Hermanos Moravos.
P. ?Perteneci¨® a ellos?
R. Bueno, nac¨ª en una aldea del norte de Suecia, de 150 habitantes, mi padre era le?ador y mi madre maestra, hija de campesinos que pertenec¨ªan al t¨ªpico movimiento radical pietista, la Fundaci¨®n Evang¨¦lica Nacional (o algo as¨ª). As¨ª que nac¨ª entre frases descomunales sobre la necesidad de esconderse en las heridas sangrantes de Jesucristo. Recomendaban mucho meterse en una herida lateral. Era m¨¢s caliente, al parecer. A pesar de todo, no me considero un enfermo mental. Sobreviv¨ª, mal que bien, a esa rigurosa educaci¨®n, y a las llanuras y los pantanos de esa zona.
P. ?Escribiendo?
R. S¨ª, de hecho en esa misma aldea hay cinco socios de la Asociaci¨®n de Escritores Profesionales de Suecia. Puede que sea porque muchos familiares se casaban entre ellos, lo que crea locos, y a veces loco y escritor coincide. Qui¨¦n sabe. No hab¨ªa cine, ni teatro, ni alcohol, no pod¨ªas leer novelas lascivas... Pr¨¢cticamente estaba todo prohibido. En fin, todo menos la sangre y las heridas de Cristo. Y la ventaja de eso es que uno se preguntaba cosas muy importantes sobre la existencia de Dios y el sentido de la vida desde peque?o. Aunque no sab¨ªamos nada del mundo exterior, de la Bolsa... Una educaci¨®n francamente est¨²pida para un escritor.
P. La locura es uno de los temas de La visita del m¨¦dico de c¨¢mara.
R. S¨ª, la corte danesa era un manicomio. Delirantes, alcoh¨®licos, enfermos, paranoides... La realidad parec¨ªa un teatro. El rey Cristian VII se ten¨ªa que aprender de memoria sus frases, como si fuera un gui¨®n.
P. O sea que Hamlet era realismo puro.
R. S¨ª, hay mucho de eso en la novela. Todo es real. Todo el mundo sab¨ªa que los reyes daneses estaban locos. La reina, Carolina Matilde, fue a ver Hamlet en Inglaterra antes de casarse con Cristian. Ten¨ªa 13 a?os. Hizo el camino desde Londres a Dinamarca llorando.
P. Algo ol¨ªa a podrido...
R. Con toda seguridad ol¨ªa muy mal. Era un mundo cerrado, tapado como una burbuja de cristal, lo que explica que fuera posible conceder todo el poder al joven m¨¦dico Struessen y que luego le hicieran fracasar.
P. La reacci¨®n contra la ilustraci¨®n. ?Quedan vestigios de eso todav¨ªa?
R. Los pa¨ªses escandinavos encarnan muy bien la lucha por las ideas ilustradas en los ¨²ltimos siglos. Hasta llegar al modelo sueco han aparecido y desaparecido, sin olvidar que en el XIX Suecia fue el pa¨ªs m¨¢s pobre de Europa: Estocolmo era una aldea de mierda. En el siglo XX esas ideas tuvieron un desarrollo explosivo, basado en movimientos populares como el sindicalismo obrero (poco radicales en el sentido cultural, m¨¢s bien conservadores) y en la modernidad m¨¢s radical: libertad, igualdad, raz¨®n, ¨¦tica y feminismo. En eso hemos llegado lejos, muy lejos, pero no podemos olvidar que la modernidad sueca tiene un pie en el radicalismo y otro en el pietismo m¨¢s conservador, una situaci¨®n muy confusa, poco clara. Es dif¨ªcil explicar a un extranjero c¨®mo hemos llegado a convertirnos en un extra?o Silicon Valley de la solidaridad. Pero el caso es que el Estado del bienestar sigue vivo, aunque los que quieren que se muera lo declaran cad¨¢ver de vez en cuando.
P. El que tiene una salud de hierro es el cine escandinavo.
R. S¨ª, sobre todo el dan¨¦s, con Lars von Trier y los seguidores del dogma. Est¨¢n llenos de ideas y de talento. Conoc¨ª a Von Trier en la Escuela de Cine de Copenhague y ya de joven era una verdadera mina de proyectos, no todos comprensibles a primera vista. Lo bueno que tienen los daneses es que no respetan el dinero. Con la mitad del dinero que gastan los suecos hacen pel¨ªculas el doble de buenas.
P. ?Y c¨®mo va su relaci¨®n con su amigo Ingmar Bergman?
R. Muy bien. ?l viene del ¨¢mbito de la iglesia oficial luterana y yo del movimiento independiente pietista m¨¢s rebelde, pero nos llevamos bien. Hablamos mucho de nuestras respectivas educaciones religiosas. Ahora ha vuelto ya de su isla y no para de trabajar. Est¨¢ adaptando para televisi¨®n una obra m¨ªa, que es, en esencia, la segunda parte de Escenas de un matrimonio. Los mismos actores, Liv Ullmann y Erland Josephson, pero ahora con 70 a?os. Cuando se retir¨® a hacer de pastor de ovejas, le dije que se iba a morir de aburrimiento. Y a los pocos meses me llam¨® y me dijo: 'Tienes raz¨®n, me aburro jodidamente aqu¨ª'. Volvi¨® a Estocolmo y ahora est¨¢ m¨¢s vivo y m¨¢s despierto que nunca.
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