La homosexualidad entra en pol¨ªtica
Los partidos se abren a las demandas de 'gays' y lesbianas para captar votos de un colectivo cada vez m¨¢s influyente
'La homosexualidad ya es pol¨ªtica', afirma Jordi Petit, ex secretario general de ILGA, la organizaci¨®n internacional de gays y lesbianas, y ahora secretario de honor de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya. Y lo sostiene en la misma semana en que en la prensa se ha debatido si abrir la posibilidad de que en las casas cuartel de la Guardia Civil convivan parejas homosexuales fue maniobra electoral o de oportunidad pol¨ªtica por parte del Gobierno. En una semana en la que PSOE e IU han vuelto a presentar en el Congreso dos proposiciones de ley para cambiar el C¨®digo Civil, de forma que se permita el matrimonio a las parejas del mismo sexo. Y en la que el viernes el Gobierno ha mostrado su rotunda oposici¨®n a la adopci¨®n y al matrimonio entre homosexuales, reflejada en una respuesta a una pregunta parlamentaria. A favor o en contra de sus derechos, el hecho es que la homosexualidad ha entrado en el debate pol¨ªtico.
'Ahora lo correcto es estar con nosotros. Somos otro grupo de transacci¨®n'
'Creo que ¨¦ste es nuestro momento. Y tenemos que aprovecharlo'. El momento que menciona Pedro Zerolo, presidente de la Federaci¨®n Estatal de Gays y Lesbianas, es el que llevan esperando desde el inicio de la democracia los cuatro millones de homosexuales que esa organizaci¨®n estima que hay en Espa?a: que sus reivindicaciones, encabezadas por la equiparaci¨®n del matrimonio, se acepten socialmente hasta el punto de que en un futuro pr¨®ximo lleguen a estar en los textos legales. Y, mientras ocurre, empiezan a sentirse objeto de las miradas de los partidos pol¨ªticos, que parecen acabar de descubrir que ese 10% de la poblaci¨®n tambi¨¦n acude a las urnas.
'Los pol¨ªticos se est¨¢n fijando en nosotros', sostiene Mili Hern¨¢ndez, due?a de la librer¨ªa Berkana, en el barrio madrile?o de Chueca, el primero manifiestamente homosexual de Espa?a. 'No es que antes no lo hicieran, pero pensaban que ¨¦ramos una minor¨ªa'. Ese cambio ha sido el resultado de 25 a?os de lucha -no hay que olvidar que todav¨ªa en 1975 se juzgaba a las personas por homosexualidad; 152 personas pasaron ese a?o por los Tribunales de Orden P¨²blico de Madrid, seg¨²n el libro La sociedad gay-, pero , como han se?alado todas las personas consultadas para este reportaje, ha sido sobre todo la manifestaci¨®n del pasado 29 de junio, la segunda convocatoria m¨¢s numerosa que se ha celebrado en la capital (con una asistencia, seg¨²n los organizadores, de medio mill¨®n de personas), la que ha dado la prueba de fuerza del colectivo de gays, lesbianas y transexuales. Desde ese d¨ªa se han convertido en rostros y, por tanto, en votos.
A eso se a?ade que el escenario pol¨ªtico ha cambiado en los ¨²ltimos meses: con encuestas que muestran la igualdad entre PP y PSOE, el reforzamiento del l¨ªder socialista, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, tras el debate de Presupuestos, y unas elecciones a la vuelta de la esquina. El acercamiento ha consistido en gui?os electorales de algunas personalidades pol¨ªticas, m¨¢s que en compromisos concretos. Como cuando el candidato del PP a la alcald¨ªa de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, asegur¨® en una emisora de radio que una pareja del mismo sexo es una familia y que por lo tanto no se le puede negar el derecho de adopci¨®n, siempre que haya informes cient¨ªficos favorables.
'Que los partidos integren en sus programas las reivindicaciones de homosexuales y lesbianas es un elemento de normalizaci¨®n que supone que recibamos un trato de ciudadanos. Ojal¨¢ hagan electoralismo con ello', a?ade Jordi Petit.
Pero la idea de captar el denominado voto rosa no es nueva ni espec¨ªfica de Espa?a. De hecho, el electorado homosexual -junto con el voto femenino y el de color- fue decisivo en la primera elecci¨®n de Bill Clinton como presidente de Estados Unidos. Por eso, las asociaciones de gays y lesbianas espa?olas est¨¢n apuntando ya que su voto unido puede ser determinante en muchos casos. Como en Madrid, donde calculan que viven unos 400.000 homosexuales. S¨®lo con la mitad de esos votos se decidi¨® la alcald¨ªa de la capital en las ¨²ltimas elecciones municipales, en las que Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, por el PP, venci¨® al socialista Fernando Mor¨¢n. Y ahora los candidatos que se enfrentan, Ruiz Gallard¨®n y Trinidad Jim¨¦nez, deber¨¢n ara?ar hasta la ¨²ltima posibilidad.
'No s¨¦ si haremos una campa?a por el voto rosa, pero en el congreso que la federaci¨®n celebrar¨¢ a primeros de diciembre se hablar¨¢ de ello. Es una de las propuestas de la ponencia pol¨ªtica', asegura Beatriz Gimeno, la secretaria general de la federaci¨®n. Aunque tambi¨¦n hay bastantes opiniones en contra del voto rosa como voto organizado.
'Acercarnos a los pol¨ªticos porque nos nombran en ¨¦poca de elecciones es ser gilipollas', dice Carlos Alberto Biendicho, militante del PP y presidente de la Plataforma Popular Gay (PPG), quien opina que el inter¨¦s pol¨ªtico hacia los homosexuales es la manera de captar todo un arco pol¨ªtico que se define progresista, aunque no comparta su orientaci¨®n sexual. 'Ahora, lo pol¨ªticamente correcto es estar con los homosexuales, y ma?ana con los de Sintel o con las mujeres maltratadas. Somos otro grupo de transacci¨®n'.
'Los gays no s¨®lo votan pensando en su condici¨®n y en si van a tener o no el matrimonio. Hay superconservadores, progres e incluso los hay que pasan... son ciudadanos como los dem¨¢s', asegura Miguel ?ngel S¨¢nchez, de la Fundaci¨®n Tri¨¢ngulo.
'Yo no creo en el voto rosa', se?ala tambi¨¦n la diputada Marisa Castro, de Izquierda Unida, el ¨²nico partido que ha llevado las reivindicaciones homosexuales en todos sus programas. 'Porque tambi¨¦n si se unieran todos los pobres, los ricos tendr¨ªan que echar a correr. Pero no es de recibo que en pleno siglo XXI se cuestionen determinados derechos'.
?sa es la batalla de los homosexuales, sea cual sea su tendencia pol¨ªtica. Como lo asegura Carla Antonelli, de Transexualia, la asociaci¨®n que representa a los transexuales espa?oles, que se sienten muy abandonados por los pol¨ªticos: 'Nuestras reivindicaciones no son una cuesti¨®n de ideas pol¨ªticas, sino de derechos humanos. Hasta ahora las hemos ido ganando a golpe de sentencia y seg¨²n el criterio de cada juez'.
Muchos opinan que el partido del Gobierno deber¨ªa fijarse en otras agrupaciones de centro-derecha de Europa. 'En Holanda, por ejemplo, los partidos discrepan en otras cuestiones, pero jam¨¢s en cuanto a los derechos sociales', dice S¨¢nchez.
'Es una cuesti¨®n de tiempo', sostiene Javier G¨®mez, militante del PP y miembro de la directiva de la federaci¨®n de gays y lesbianas. 'Siempre habr¨¢ gente que no quiera avanzar, por ideas religiosas o por cerraz¨®n, pero ah¨ª est¨¢n las encuestas, que hablan de una mayor¨ªa de espa?oles que acepta el matrimonio entre homosexuales. En mi partido hay una parte que se opone, para qu¨¦ lo vamos a negar, pero la sociedad est¨¢ ya claramente por delante'.
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