Los dinosaurios de la playa
Un fascinante viaje al jur¨¢sico en plena costa asturiana
Entonces, Asturias era plana como una campi?a francesa. Estaba cubierta no de eucaliptos, como ahora, sino de helechos, de globulosas con¨ªferas y de ginkgos, una de las especies arb¨®reas m¨¢s antiguas de la tierra. Reinaba cierta aridez, y el oc¨¦ano, frenado por diques y barreras naturales, formaba mares interiores y saladares. Hollando los bosques y pantanales se mov¨ªan con torpeza esos lagartos terribles, los dinosaurios, que pod¨ªan tener el tama?o de un ave o alcanzar las 80 toneladas. Es decir, 14 veces el peso de un elefante. Eran herb¨ªvoros o carn¨ªvoros, y se desplazaban apoyando dos o las cuatro extremidades. Unos bichitos encantadores, cubiertos en ocasiones de placas, cuernos y armaduras, cuyas huellas fosilizadas se pueden localizar hoy por buena parte de la costa centro-oriental asturiana, en un atractivo periplo que nos descubre paisajes marinos y poblaciones pesqueras como Lastres, Tazones, Villaviciosa y Ribadesella. Y un emocionante viaje hacia el pasado, concretamente hacia el jur¨¢sico. Entre 206 y 144 millones de a?os atr¨¢s. Ciento cuarenta y dos millones de a?os antes de que apareciera el g¨¦nero humano, y cuando a¨²n no exist¨ªan la hierba ni las flores, aunque s¨ª las primeras aves y algunos peque?os mam¨ªferos.
Cuando hacia 1968 Jos¨¦ Carlos Garc¨ªa Ramos, estudiante de geolog¨ªa en la Universidad de Oviedo, descubri¨® asombrado en la playa de La Griega las huellas, o icnitas, de un dinosaurio inmenso, decidi¨® que aqu¨¦lla ser¨ªa su especialidad. Ahora, junto con el resto de su equipo -Carlos Aramburu, Laura Pi?uela y Jos¨¦ Lires-, se pasa el d¨ªa colgado por los acantilados y trotando entre rocas resbaladizas en bajamar, para medir y estudiar pisadas. En la actualidad, el litoral asturiano ofrece los mayores y m¨¢s variados yacimientos de icnitas del jur¨¢sico de la Pen¨ªnsula, y uno de los m¨¢s interesantes del mundo. Un universo f¨®sil declarado monumento natural por el Principado de Asturias, y en espera de ser declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco junto con el resto de los yacimientos de la Pen¨ªnsula.
Todo un patrimonio p¨¦treo que aviva la imaginaci¨®n, retrotray¨¦ndola al pasado m¨¢s remoto y extinto. Por mucho que Hollywood se empe?e en resucitarlo. Seg¨²n apuntan casi todas las teor¨ªas, los lagartos terribles, como los llam¨® el paleont¨®logo brit¨¢nico Richard Owen en 1841, se extinguieron a finales del cret¨¢cico, hace unos 65 millones de a?os, por el impacto de un meteorito. La ¨²ltima extinci¨®n masiva de especies animales y vegetales se remonta al terciario, hace 34 millones de a?os, y hoy nos enfrentamos a la siguiente. Seg¨²n numerosos bi¨®logos, la actual desaparici¨®n de especies -debida exclusivamente a razones antr¨®picas (de origen humano)- se est¨¢ produciendo a una velocidad entre 100 y 1.000 veces mayor que las anteriores. Triste r¨¦cord.
En la costa y no en el interior
Los yacimientos donde se pueden rastrear la envergadura y el comportamiento de los populares reptiles est¨¢n todos en la costa y no en el interior. ?Por qu¨¦? Pregunta recurrente de los ni?os y de quienes, ajenos a los intr¨ªngulis paleontol¨®gicos de la zona, se extra?an al tener que aguardar a que baje la marea, y adem¨¢s no llueva, para acercarse a ellos sin partirse la crisma. Un peligro, por cierto, al que siempre est¨¢ expuesto el curioso, y que conviene no desestimar.
En boca de Jos¨¦ Lires, y desnuda de tecnicismos, la respuesta es sencilla: 'Al comienzo del jur¨¢sico superior se produjo una importante actividad tect¨®nica. El relieve se elev¨® y se formaron las primeras monta?as, por lo que las huellas interiores quedaron sepultadas'. Obvio, pero, ?por qu¨¦, de todas formas, esa gran profusi¨®n de pisadas en los acantilados y los pedreros? ?Es que acaso los dinosaurios se reun¨ªan y se ba?aban todos juntos en el mar?, insisten los chavales. Pues no -explica Lires-, los dinosaurios eran de tierra adentro, 'lo que sucede es que muchas de estas rocas son en realidad materiales de erosi¨®n de aquella actividad tect¨®nica que fueron transportados por cauces fluviales'. Por eso el aparente desorden de las abundantes y variadas huellas que surgen en la playa del Mer¨®n, el faro y el puerto de Tazones, la playa de La Griega, los acantilados de Tere?es y la playa de Ribadesella, entre otros.
En medio de un sedante paisaje de arena, rocas musgosas y praderas verdes, distintos yacimientos muestran toda clase de pisadas. Desde huellas trid¨¢ctilas en las que se aprecian las garras de los dinos carn¨ªvoros y b¨ªpedos, los ter¨®podos, hasta otras pertenecientes a saur¨®podos, o dinosaurios cuadr¨²pedos y herv¨ªboros. En este caso aparecen las marcas de las manos y los pies. Las hay que tienen el tama?o de un pu?o, y otras, como las de la playa de La Griega, alcanzan 1,30 metros de di¨¢metro. Unas de las mayores del mundo. De cuclillas, Lires acaricia el contorno rugoso de estas depresiones, mientras explica que las patas del animal deb¨ªan de medir en torno a los cinco metros de altura. Basta entonces con levantar la vista e imaginar el resto del cuerpo...
Claro que para encontrar las huellas entre los pedreros que se descubren tan s¨®lo cuando baja la marea hay que estar muy avisado. Ni siquiera los paneles que aparecen en algunos yacimientos logran ubicar al visitante. Por ello, dentro de unos meses se inaugurar¨¢ cerca de Lastres un Museo del Jur¨¢sico de Asturias, con dise?o de Rufino Garc¨ªa Uribelarrea, que ofrecer¨¢ informaci¨®n y visitas guiadas. Mientras, los yacimientos se pueden visitar dotados de buenas botas de andar, un poco de paciencia y mucha curiosidad.
Galer¨ªas de madera
Pero no solamente de huellas presumen los tres concejos que proponen tan peculiar ruta: Colunga, Ribadesella y Villaviciosa. Las poblaciones tienen suficientes atractivos por s¨ª solas, con sus casonas de los siglos XVII y XVIII, sus populares galer¨ªas de madera, sus casas de indianos y algunos templos prerrom¨¢nicos tan armoniosos como San Salvador de Valdedi¨®s, en Villaviciosa. Sin contar con alg¨²n hallazgo tan interesante como el palacio de Gobiendes, cerca de Colunga, una oscura y h¨²meda mansi¨®n del siglo XVII repleta de muebles valiosos y de objetos de arte, y con un aura un punto t¨¦trica, regalo de los murci¨¦lagos de la casa y de alg¨²n que otro emparedado, v¨ªctima de la brutal Inquisici¨®n. Adem¨¢s, ah¨ª est¨¢n el macizo del Sueve con sus ¨²ltimos caballos asturcones, y la r¨ªa de Villaviciosa, una reserva natural amenazada por el paso de la autopista A-8 que se pretende trazar ante las mismas narices del pueblo.
La artesan¨ªa del azabache es otro de los reclamos de la zona, concretamente del concejo de Villaviciosa. Y aqu¨ª nuevamente nos trasladamos al jur¨¢sico, ya que el azabache es un carb¨®n vegetal de aquel periodo, con una gran concentraci¨®n de hidrocarburos que le prestan su aspecto cristalizado. Este material, lleno de connotaciones m¨¢gicas y apreciado desde hace siglos, est¨¢ ahora de capa ca¨ªda. Y no por su escasez (hay cantidades ingentes bajo tierra), sino porque las minas no ofrecen seguridad suficiente y su explotaci¨®n se encuentra paralizada. Una l¨¢stima, ya que a¨²n son varios los artesanos dispuestos a trabajarlo, y muchos los visitantes ¨¢vidos de disfrutar su belleza negra.
GU?A PR?CTICA
- Palacio de Libard¨®n (985 85 40 35). Libard¨®n, s/n. Colunga. Casona de Indianos. La doble, 42 euros. - Hotel El Carmen (985 86 12 89). El Carmen, s/n. Ribadesella. Casona rural. La doble, 46 euros. - La Quintana de la Foncalada (985 87 63 65). Foncalada, Arg¨¹ero (Villaviciosa). Casa rural, 30 euros.
- Carroceu (985 86 14 19). Marqu¨¦s de Arg¨¹elles, 25. Ribadesella. Unos 15. - Imperial (985 89 71 16). San Miguel, 6. Tazones. Pescado y marisco. 25. - Casa Basilio (985 85 83 80). Manuel Caso de la Villa, 50. Ribadesella. Sidrer¨ªa y marisquer¨ªa. 30 euros. - Casa Eutimio (985 85 00 12). Lastres. Frente al puerto. De 20 a 30 euros.
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