As¨ª es Cozumel, el contrapunto de la Riviera Maya mexicana

En invierno hace calor. Al menos en ciertos lugares. Por ejemplo, en Cozumel, una isla caribe?a en la costa oriental de Yucat¨¢n, la orilla que M¨¦xico ha vendido al mundo con tanto ¨¦xito como la Riviera Maya. Si bien esta etiqueta ha llegado a ser sin¨®nimo de torbellino, de babelia estival y fren¨¦tica; Cozumel es el contrapunto, el contraste, el oasis, el remanso de paz. Con discreci¨®n, por supuesto. Quienes quieren jolgorio se quedan en los vecinos arenales de Canc¨²n y Playa del Carmen, untados con protectores de olor a coco y refrigerados por ardientes margaritas. A Cozumel viene, o se queda, otra gente. Cozumel es otra cosa.

La isla es oblonga y llana, del mismo tama?o (y forma) que Menorca, por lo que se puede cruzar de punta a punta en bicicleta en media ma?ana. Pero no resulta tan peque?a como parece. Tiene incluso aeropuerto ¡ªen realidad, una base militar que opera mayormente vuelos ch¨¢rter¡ª, y muelles para grandes cruceros (siempre hay uno o dos atracados). Aunque lo m¨¢s habitual es acceder a ella en alguno de los ferris que parten de Playa del Carmen. Un trayecto corto, pero suficiente para que se revuelvan un poco las tripas. A la suma de atributos y t¨®picos tropicales ¡ªplayas blancas de arena fina y aguas transparentes de color turquesa¡ª Cozumel a?ade el hecho de ser un hito importante de la historia: algunos la se?alan como origen y cuna del mestizaje, y como escenario de los primeros flechazos no b¨¦licos. La historia es la siguiente.

Despu¨¦s de la llegada de Col¨®n, el llamado ¡°nuevo mundo¡± por los europeos se reduc¨ªa en realidad a las Antillas, no al continente americano. Flu¨ªa un tr¨¢fico regular de nav¨ªos entre Santo Domingo, actual capital de la Rep¨²blica Dominicana (la primeriza en todo) y Cuba, que pronto se afianz¨® como base principal. De esta ¨²ltima zarparon en 1518 cuatro nav¨ªos a las ¨®rdenes de Juan de Grijalva, llegando cuatro d¨ªas despu¨¦s a Cozumel. Una vez all¨ª inspeccionaron las costas y las zonas de ¡°tierra firme¡± (o as¨ª dec¨ªan). El explorador espa?ol bautiz¨® aquellas tierras como Nueva Espa?a, nombre que despu¨¦s consagrar¨ªa Hern¨¢n Cort¨¦s, quien zarp¨® de Cuba en 1519 con m¨¢s de 300 soldados rumbo a Cozumel. All¨ª se enter¨® de que hab¨ªa dos castellanos que viv¨ªan en tierra firme entre los indios. Eran Jer¨®nimo de Aguilar, jesuita andaluz, y el soldado Gonzalo Guerrero. Hac¨ªa ocho a?os que el barco en el que navegaban hab¨ªa sido arrastrado por un hurac¨¢n hacia aquellas orillas y solo ellos dos hab¨ªan sobrevivido. Jer¨®nimo de Aguilar se uni¨® a Cort¨¦s, pero no Gonzalo Guerrero, que hab¨ªa creado su propia familia, con mujer y tres hijos, y era respetado en su aldea como cacique. Todo esto lo cuenta Bernal D¨ªaz del Castillo en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa?a, un libro escrito en el siglo XVI con un lenguaje tan fresco y directo que se lee como una novela de aventuras de P¨ªo Baroja.

Por todo esto se considera a Cozumel como la cuna del mestizaje en Am¨¦rica. De hecho, existe un aparatoso Monumento al mestizaje en el malec¨®n de la ¨²nica ciudad de la isla, San Miguel de Cozumel. La isla suma en total unos 100.000 censados. Esta capital se configura como la ciudad de Nueva York: avenidas de norte a sur, cortadas por calles transversales y numeradas. En torno a la plaza principal y sus jardines se articulan avenidas y edificios de aire y colorido colonial, muros cubiertos de grafitis (gracias al proyecto SEA Walls, Murals for the Oceans) y un amasijo de bazares y tiendas enfocados al ¨²nico recurso de la isla: el turismo. Hay un Museo de Cozumel, catedral, sinagoga y en el barrio de San Gervasio est¨¢n las principales ruinas mayas, que no son las ¨²nicas, puesto que se expanden por toda la isla.

Aparte de este n¨²cleo urbano, la isla solo est¨¢ habitada en sus bordes, sobre todo el litoral occidental. En esa orilla se alinean los hoteles, urbanizaciones, playas y casi todos los tinglados tur¨ªsticos. Tambi¨¦n es ah¨ª donde cruceros y ferris descargan a los excursionistas por un d¨ªa o por unas horas. Aparte de la playa y sus distracciones (siempre controladas por pulseritas que te pueden empapelar el brazo en media jornada), los mayores reclamos marinos de Cozumel son el buceo y el esn¨®rquel. Y es que la isla est¨¢ arropada por una l¨ªnea de arrecifes de coral, parte del arrecife Mesoamericano, que se prolonga hacia el sur por el litoral de Quintana Roo ¡ªnombre oficial del estado mexicano¡ª, llegando a Honduras y a Belice. Este lugar alcanz¨® la fama gracias a los documentales grabados all¨ª por Jacques Cousteau en los a?os sesenta. Es el segundo arrecife m¨¢s grande del mundo, despu¨¦s de la Gran Barrera australiana.

Los sitios preferidos por los buceadores est¨¢n hacia la Punta Sur, en torno al Palancar, y el ¨¢rea llamada El cielo, al estar constelada por estrellas de mar. En ese extremo sur se encuentra el parque natural Punta Sur Eco Beach Park, que es de pago y que cuenta con ruinas mayas (como El Caracol), torres para avistamiento de aves, manglares, cocodrilos y nidos de tortuga. Tambi¨¦n se pueden contemplar los fondos marinos en barcos transparentes o, incluso, sumergirse con un submarino. Adem¨¢s, visitar el peque?o Museo de la Navegaci¨®n o conocer tradiciones y gastronom¨ªa maya en el Pueblo del Ma¨ªz es una buena opci¨®n.

La costa oriental de la isla es muy diferente. Expuesta a mar abierto y sin la protecci¨®n del arrecife, su oleaje es bravo y hay que extremar las precauciones durante el ba?o. Por otra parte, el interior de la isla es pura vegetaci¨®n. Una carretera recorre el litoral de Punta Sur a Punta Norte. En el extremo norte, hay una peque?a isla sat¨¦lite, de apenas un kil¨®metro, llamada Isla de la Pasi¨®n. Era un lugar sagrado de Kusamil ¡ªque es como los mayas llamaban a Cozumel, ¡°lugar de golondrinas¡±, en espa?ol¡ª, donde se rend¨ªa culto a Ixchel, diosa del amor y la fertilidad, y amante de Itzamn¨¢, el dios del sol. No hace falta decir lo que sucede en esa isla: bodas, enlaces y compromisos m¨¢s o menos formales. Y es cita obligada de tortolitos, novios o honeymooners, reci¨¦n casados en luna de miel. Un marco divino para enamorados, arqueol¨®gicamente hablando.