La ca¨ªda de los histriones
Los ¨¦xitos de J?rg Haider en Austria o la Lista Fortuyn en Holanda no son una tendencia hacia la derecha ni hacia la izquierda, sino una emancipaci¨®n de los dem¨®cratas'.
Quien dec¨ªa esto hace unos meses pretend¨ªa emular en Alemania el mencionado triunfo electoral del populismo en Austria y Holanda. Con m¨¦todos y ret¨®rica similares. Es decir, una buena dosis de xenofobia y criminalizaci¨®n de los inmigrantes, otra de victimismo ante la dejaci¨®n de sus deberes para la defensa de los aut¨¦nticos patriotas por parte de un Estado corrupto, lejano o plutocr¨¢tico y muchas soluciones sencillas y contundentes para los complejos problemas del mundo moderno. Todo ello condimentado con un antisemitismo 'sin complejos', utilizando la actual pol¨ªtica de Israel para reactivar el m¨¢s movilizador de los prejuicios en Europa.
Europa vuelve a buscar su papel en el mundo bas¨¢ndose en el sentido com¨²n. V¨ªctimas de este giro son M?llemann, Haider y el legado de Fortuyn
Los democristianos alemanes pueden sentirse felices de no haber ganado los votos suficientes como para formar Gobierno con el liberal M?llemann
'A por el 18%' era la divisa del FDP (Partido Liberal Alem¨¢n) de M?llemann y su presidente Guido Westerwelle en las recientes elecciones alemanas. Se hab¨ªan repartido los papeles porque ninguno de los dos era capaz de hacer el espect¨¢culo por s¨ª solo. Westerwelle, con su autob¨²s amarillo en gira, cultivaba a los yuppies y a los ricos con su desenfado y faldicortismo. M?llemann iba a por el voto patriota y a por el elector resentido, a por aquellos que se creen invadidos por la inmigraci¨®n y quienes siguen creyendo o creen de nuevo que 'die Juden sind an Allem Schuld' (los jud¨ªos tienen la culpa de todo), ya sea el paro, la crisis econ¨®mica en general, las inundaciones, el deterioro del medio ambiente o los fracasos del equipo de f¨²tbol favorito. As¨ª se lanzaron a una carrera en cuya meta estaba la nada. Semanas despu¨¦s de su estrepitoso fracaso no queda nada de los ¨¦xitos que tanto inspiraron a M?llemann. Haider ha hundido y dividido a su partido liberal FP? al sacarlo del Gobierno austriaco, y la pr¨¢ctica disoluci¨®n de la Lista Fortuyn, que tanto se benefici¨® de la muerte de su l¨ªder a manos de un ecologista fan¨¢tico, ha hecho caer al Gobierno holand¨¦s. Y en Francia casi nadie se acuerda de que Le Pen existe.
J¨¹rgen M?llemann no es un hombre t¨ªmido. Ni sus peores enemigos osar¨ªan afirmarlo. Tampoco es miedoso. Para llamar la atenci¨®n se tira con paraca¨ªdas las veces que haga falta. Sus fotograf¨ªas haciendo deportes de alto riesgo son c¨¦lebres en toda Alemania desde hace a?os y probablemente en muchos pa¨ªses ¨¢rabes, seg¨²n se ha sabido despu¨¦s. M?llemann quer¨ªa ser ministro como poco, pero preferiblemente vicecanciller en el Gobierno de Berl¨ªn que hab¨ªa de surgir de las elecciones del pasado 22 de septiembre. Como vicepresidente del FDP, so?aba con volver a crear un t¨¢ndem con los democristianos de la CDU/CSU para gobernar Alemania. Tampoco le habr¨ªa importado formarlo con la socialdemocracia del SPD. Al fin y al cabo pod¨ªa recurrir al precedente del l¨ªder de su partido, Hans Dietrich Genscher, que fue ministro de Asuntos Exteriores con el SPD y la CDU, sucesivamente, durante casi dos d¨¦cadas.
Hoy todo indica que M?llemann se dej¨® llevar tanto por sus sue?os y ambiciones que, en uno de sus muchos actos audaces, se olvid¨® de ponerse el paraca¨ªdas. Ha dimitido de sus cargos, le han expulsado del FDP y tiene ya abierto un sumario por financiaci¨®n ilegal que pronto podr¨ªa convertirse en unos cuantos. Los esc¨¢ndalos autopromocionales del l¨ªder liberal se le fueron definitivamente de las manos cuando, en plena campa?a electoral, public¨® en Renania-Westfalia un panfleto tr¨ªptico en el que vinculaba y, de hecho, corresponsabilizaba a la comunidad jud¨ªa en Alemania de la pol¨ªtica de Ariel Sharon en los territorios ocupados. M?llemann hab¨ªa cruzado ya todos los l¨ªmites de lo pol¨ªticamente soportable. Era sabido que ostentaba la presidencia de la Sociedad ?rabe-Alemana, tan oscuramente financiada como claramente combatiente contra la propia existencia del Estado de Israel. El hecho de que esta acusaci¨®n no generara indignaci¨®n ni repugnancia en un partido liberal y alem¨¢n daba ya mucho que pensar a militantes hist¨®ricos.
Pero el panfleto era excesivo y fue precisamente ¨¦l quien dio el dram¨¢tico paso de irse de un partido en el que militaba desde hace casi medio siglo. Despu¨¦s lleg¨® el desastre electoral. El faldicortismo yuppy de Westerwelle y el populismo chovinista y antisemita de M?llemann no sumaron juntos m¨¢s que el 7,4% de los votos. El sue?o del 18%, del Gobierno liberal-conservador, de los ministerios y la vicecanciller¨ªa se antojaba, a posteriori, como una broma pesada. Pero las sorpresas para el partido no hab¨ªan hecho sino comenzar. Los democristianos pueden hoy incluso sentirse felices por no haber ganado los suficientes votos como para formar Gobierno con M?llemann.
Falta de escr¨²pulos
Un Gobierno as¨ª le habr¨ªa durado al b¨¢varo Edmund Stoiber menos que el holand¨¦s con la Lista Fortuyn. Pronto se supo que hab¨ªa m¨¢s que falta de escr¨²pulos en el lenguaje por parte del liberal alem¨¢n. La cuenta con la que M?llemann financi¨® el reparto casa por casa del insultante folleto electoral de agitaci¨®n antisemita, y que lleg¨® a tener 838.000 euros, cuenta con muchos donantes cuyas identidades son falsas. M?llemann no ser¨¢ vicecanciller ni ministro. Est¨¢ ya mucho m¨¢s cerca de ser reo.
Algo m¨¢s al sur, allende el Danubio, habita ese ser admirado por M?llemann que es Haider. Tienen en com¨²n su entusiasmo por la causa ¨¢rabe, que no es sino antisemitismo para captaci¨®n del voto. Haider ha vuelto este mes a Irak para confraternizar con Sadam Husein, ¨²ltimamente su amigo preferido. Pero Haider lleg¨® a Bagdad esta vez no como hombre fuerte del segundo partido del Gobierno de Austria, sino como capitidisminuido jefe de un Gobierno regional, que dirige como un ducado, que ha acabado con la participaci¨®n de su partido en el Gabinete en Viena y provocado unas elecciones anticipadas que pueden hundirlo en la irrelevancia. Hastiado, su partido se ha distanciado de ¨¦l. Los histriones en la pol¨ªtica europea est¨¢n en horas bajas. Hay quien dice que, en momentos tan graves como los que vivimos, Europa vuelve a buscar su papel en el mundo en el sentido com¨²n y lejos de la aventura. Ya hay tres v¨ªctimas de este giro, y son M?llemann, Haider y el legado de Fortuyn.
Liberales 'saltimbanco'
ES EL CIRCO DEL SOL con muy malas consecuencias. Donde abruma y emociona la ilusi¨®n, crece el miedo y el odio. Donde se asoman las im¨¢genes m¨¢s in¨¦ditas, retumban los ca?onazos del malquerer. Como los maravillosos artistas circenses que nos visitan en Espa?a estos d¨ªas, dicen buscar tiempos felices, lejanos a todo incordi. Son los llamados liberales. Gentes felices que saben lo que quieren. Gente imaginativa del siglo XXI, convictos del pensamiento de que toda gloria les pertenece.
Le pas¨® a Friedrich Naumann hace mucho tiempo. Cre¨ªa que la liberalidad alemana era sin¨®nimo de un nacionalismo que despreciaba a todos los dem¨¢s. No ya a los espa?oles, tambi¨¦n a los franceses. Y a los polacos. Y, por supuesto, a los rusos. Una frase es clave en todo este discurso: 'Wer nicht Deutsch kann, kann nicht denken'. 'Quien no sabe alem¨¢n, no sabe pensar'.
No es el canciller Bismarck ni el propio guillermismo prusiano quien teje la madeja del autoritarismo alem¨¢n que cuaja en un antisemitismo centroeuropeo, pseudorrural, latifundista, industrial y primitivo, tambi¨¦n en urbes modernas y sofisticadas como Berl¨ªn o en fuentes de ¨¦lites como los Junker en la amplia Alemania que se volcaba hacia Polonia y Rusia y en la devoci¨®n hacia el orden y la disciplina que nos lleva a todos al regazo del fascismo militar.
Es ese miedo a lo extra?o y for¨¢neo y la neurosis ante todo lo complejo lo que lleva al pueblo alem¨¢n, al que piensa en alem¨¢n, al que busca la complejidad, a buscar lo que algunos siguen llamando 'soluciones imaginativas' que, una vez al menos, los llevaron al crimen definitivo.
Los llamados liberales en Alemania y Austria, con pocas excepciones, nacional-liberales o ex nazis, jam¨¢s sufrieron el esfuerzo de buscarse una identidad allende sus propias culpas en un pasado de ignominia. Los resultados est¨¢n a la vista.
Pero puede ser que ese talante est¨¦ perdiendo en el juicio de la historia, cuando han perdido ya todo en el juicio de una ¨¦tica general para los europeos, y no s¨®lo, que miran hacia su pasado con esa magn¨ªfica y sana suspicacia.
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