Sintel vuelve a la carga
Los trabajadores de la antigua empresa filial de Telef¨®nica acusan al Gobierno de incumplir el compromiso de recolocarlos
"Yo estar¨ªa dispuesta a perdonarlo todo si me dieran trabajo, porque no quiero ser parada". Ana Prados tiene 37 a?os y un hijo peque?o que todos los d¨ªas le pregunta por qu¨¦ no tiene empleo. Y ella no sabe qu¨¦ responderle. "Es que nunca hab¨ªa estado en paro. Cuando est¨¢s en una situaci¨®n as¨ª te enfrentas a muchos bajones psicol¨®gicos y los problemas econ¨®micos te crecen cuando tienes que pagar una hipoteca y el colegio de los ni?os".
Ana trabaj¨® durante 14 a?os para la empresa de telecomunicaciones Sintel, filial de Telef¨®nica hasta 1996. La compa?¨ªa present¨® suspensi¨®n de pagos en julio de 2000. El asentamiento de sus empleados en el denominado campamento de la esperanza, en pleno paseo de la Castellana, durante 187 d¨ªas el pasado a?o en protesta por aquella situaci¨®n se convirti¨® en uno de los conflictos laborales m¨¢s importantes de los ¨²ltimos tiempos.
Es martes. Son las diez de la ma?ana y m¨¢s de media docena de agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa vigilan celosamente la manifestaci¨®n de un pu?ado de ex trabajadores de Sintel ante la sede del Partido Popular, en la calle de G¨¦nova, en el distrito de Chamber¨ª. Los manifestantes no pasan de 300, pero sus gritos consiguen llamar la atenci¨®n de los transe¨²ntes en una fr¨ªa ma?ana de noviembre. "Trabajo temporal para el hijo de Aznar", "S¨ª, s¨ª, vengan a ver, ¨¦ste es el empleo que crea el PP" y "Aqu¨ª est¨¢n los parados de Aznar", corean. "Tendr¨¢n que hacer algo con nosotros, porque de lo contrario va a haber otro partido pol¨ªtico, Sintel, que se presentar¨¢ en todos los actos", afirma Ana.
Han pasado 15 meses desde que el 3 de agosto de 2001 un acuerdo alcanzado entre el comit¨¦ de empresa, los sindicatos CC OO, UGT y CIGA y la compa?¨ªa Telef¨®nica pusiera fin a las reivindicaciones de los trabajadores. Aquel compromiso establec¨ªa que una parte de los empleados se acoger¨ªa a un plan de prejubilaciones y la otra ser¨ªa recolocada en empresas del sector.
Quince meses despu¨¦s, la asociaci¨®n creada por la plantilla de Sintel acusa tanto al Gobierno como a Telef¨®nica de incumplir su palabra. "S¨®lo se ha prejubilado a 470 trabajadores. Pero cerca de 1.200 m¨¢s siguen sin empleo. Las recolocaciones no se han cumplido", afirma Adolfo Jim¨¦nez, presidente del comit¨¦ de empresa.
Pero tanto el Ministerio de Trabajo como Telef¨®nica dan por "zanjado" el asunto Sintel. Ambos afirman que pusieron sobre la mesa de la plantilla 650 ofertas de empleo que ¨¦sta rechaz¨®. El conflicto de Sintel ha derivado, adem¨¢s, en una ruptura entre la Federaci¨®n Estatal del Metal del sindicato CC OO, mayoritario en el comit¨¦ de empresa, y los miembros de ¨¦ste. "No ha habido ni una sola oferta de trabajo. Que nos las ense?en", replica Jim¨¦nez.
"Se te derrumba la vida"
M¨¢s all¨¢ de los entresijos en las relaciones entre sindicatos, Telef¨®nica y el Gobierno, Sintel ofrece otra cara. La de los hombres y mujeres que completan ya m¨¢s de un a?o sin trabajar. La de empleados como Ana, que no sabe qu¨¦ responderle a su hijo cuando le pregunta por qu¨¦ no tiene empleo o la de otras personas que han tenido que soportar no s¨®lo la cruz de estar en paro, sino tambi¨¦n presiones familiares que en muchos casos han acabado en separaciones y divorcios.
Aurora Garro, otra madrile?a que llevaba 29 a?os adscrita a la compa?¨ªa, confiesa que siempre vio el desempleo como algo lejano. Algo, dice, que no esperaba que le ocurriera nunca. "Pero cuando llega no te lo crees. Y luego se te derrumba la vida". Lo peor, dice, "es que est¨¢s en el paro y no sabes por qu¨¦". "A m¨ª lo ¨²nico que me salva es que mi marido trabaja y no tiene problemas", a?ade.
Para luchar contra el tedio y la apat¨ªa, Aurora se ha dedicado en estos meses a hacer cursos y a "reciclarse". "Es que pese a los momentos tan dif¨ªciles tienes que seguir adelante. Si te quedas en casa, te pones muy mal", afirma.
Si mira atr¨¢s, a Vicente Prieto, de 49 a?os, le queda la sensaci¨®n de que los trabajadores de Sintel ganaron el partido, pero, aun as¨ª, se quedaron sin trofeo. "Levantamos un campamento en el paseo de la Castellana y nos hemos encontrado con que no nos dan lo que se firm¨®. Y encima nos dejan como si fu¨¦ramos nosotros los que no queremos trabajar", dice.
Vicente cuenta que, ahora, en el paro, gana la mitad que antes. Cuando se desencaden¨® el conflicto iba a cambiar su coche, que ten¨ªa 14 a?os. "El dinero que ten¨ªa reservado para esto es lo que ahora me est¨¢ salvando", asegura.
"Yo nunca hab¨ªa estado en el paro. Y todo este tiempo he estado enclaustrado en tareas dom¨¦sticas y en frustraciones. Vas de un curso a otro y la sensaci¨®n negativa va creciendo porque se vive mal. Empiezas a restringir gastos y se convierte en una situaci¨®n de subsistencia", cuenta Fernando N¨²?ez, un trabajador de 45 a?os que ha pasado 25 en Sintel. Lo ¨²nico bueno, dice, es que la experiencia le ha servido para redescubrir cosas que ten¨ªa olvidadas (pasear por el campo) y descubrir otras que han enriquecido su vida, como los amigos y la solidaridad.
El presidente de la asociaci¨®n para la colaboraci¨®n con los trabajadores de Sintel asegura que el campamento de la esperanza no se repetir¨¢. Se ver¨¢n, eso s¨ª, protestas sucesivas hasta arrancar del Gobierno alguna respuesta. El pr¨®ximo 28 de noviembre est¨¢ prevista una gran manifestaci¨®n en el paseo de la Castellana, el mismo escenario en el que durante 187 d¨ªas convivieron cerca de 1.500 trabajadores en improvisadas tiendas de campa?a.
Mientras, los miembros de la plantilla, que asciende a 1.800 personas, han creado una sociedad laboral an¨®nima, Sintratel, en la que piensan jugarse "el todo por el todo". "Lo que queremos es que el Gobierno se pronuncie y que no nos acusen de ser los culpables de estar parados", afirma Jim¨¦nez.
Entre los trabajadores los sentimientos son dispares. Pero m¨¢s de uno se declara esperanzado. Unos, como Fernando N¨²?ez, se aferran a "la raz¨®n y a la moral". Otros se sienten en guerra, como Vicente Prieto, y otros m¨¢s ratifican su apuesta por un futuro mejor. "?Alguien cree que yo voy a rechazar un puesto de trabajo con un acuerdo firmado? Nosotros lo ¨²nico que queremos es trabajar, y no pararemos hasta conseguirlo", asegura Ana Prados. La lucha, pues, contin¨²a.
"A fregar escaleras"
A Isabel Solano, la compa?era sentimental de Jos¨¦ Rodr¨ªguez, uno de los afectados por la desaparici¨®n de la antigua filial de Telef¨®nica Sintel, le siguen pesando todav¨ªa aquellos meses de lucha en el campamento de la esperanza. Ella fue una de las mujeres que, en prueba de lealtad y solidaridad, se encerraron el 24 de febrero de 2001, durante varias semanas, en la catedral de la Almudena para protestar por la situaci¨®n de sus maridos y familiares. All¨ª se encerr¨® junto a otras mujeres para exigir que la empresa abonara las cuatro n¨®minas que entonces adeudaba a m¨¢s de 2.000 empleados. Veinte meses despu¨¦s, Isabel cuenta: "Vivo de depresi¨®n en depresi¨®n y de angustia en angustia. Tenemos dos hijos y a estas alturas nos tienen que ayudar mis padres y mis suegros, porque los 781 euros del paro de Jos¨¦ no nos alcanzan para nada", cuenta Isabel, triste y con la voz apagada. La experiencia pasada, el encierro en la Almudena y la incertidumbre sobre el futuro inmediato siguen quitando el sue?o a Isabel. "Sintel fue una buena empresa, pero ahora s¨®lo quedan desempleados, cuya media de edad es de 45 a?os y que no parecen tener ning¨²n porvenir si el Gobierno no se involucra", a?ade su marido, Jos¨¦. Mientras habla Jos¨¦, Isabel se?ala, acongojada: "Tal como est¨¢n las cosas, las mujeres de Sintel nos tendremos que poner a fregar escaleras".
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