El est¨ªmulo de la integraci¨®n
Expertos en s¨ªndrome de Down temen que la Ley de Calidad frene la socializaci¨®n de estos alumnos
Han pasado ya 15 a?os desde que los primeros ni?os con s¨ªndrome de Down (una alteraci¨®n gen¨¦tica que afecta a uno de cada 1.000 nacidos, y que causa retraso mental y problemas cardiovasculares) empezaron a escolarizarse en colegios ordinarios. La experiencia ha sido muy buena, seg¨²n los profesionales y padres de alumnos que se han reunido en C¨®rdoba para el I Congreso Nacional de Educaci¨®n para Personas con S¨ªndrome de Down (SD). Pero dicen que queda mucho por hacer, sobre todo en secundaria, en FP y en el acceso al trabajo. Y la nueva Ley de Calidad les genera serias dudas: temen "que ponga barreras a la integraci¨®n de estos estudiantes".
De los 32.000 espa?oles que tienen s¨ªndrome de Down, 10.500 no han cumplido los 20 a?os. El proceso que siguen pr¨¢cticamente todos se inicia con los programas de atenci¨®n temprana, a los que se incorporan desde sus primeros d¨ªas de vida, y sigue con la escolarizaci¨®n, sea en centros educativos ordinarios, donde reciben apoyo espec¨ªfico, o bien en centros especiales. Entre los 10 y los 14 a?os, el 44% de los alumnos con esta alteraci¨®n ha terminado los estudios primarios, y el 11% es analfabeto. El 75% de estos estudiantes va a colegios ordinarios.
La cosa cambia mucho para el siguiente grupo de edad. Entre los 15 y los 19 a?os, el porcentaje de los que tienen estudios primarios baja al 27%, mientras la proporci¨®n de analfabetos sube hasta el 31%. Y la mayor¨ªa (el 44%) acude a centros especiales.
Los itinerarios
?Funciona la integraci¨®n, entonces? "S¨ª, se ha avanzado mucho en los ¨²ltimos a?os", explica El¨ªas Vived, psic¨®logo de la Asociaci¨®n S¨ªndrome de Down de Huesca. "Pero ahora parece que se desinfla. La segmentaci¨®n en recorridos que plantea la Ley de Calidad va a favorecer la segregaci¨®n temprana de estos alumnos, que tendr¨¢n dificultades para acceder al espacio educativo", aclara Vived. Fernando Garc¨ªa, profesor y miembro de la junta directiva de la Federaci¨®n Espa?ola de Instituciones S¨ªndrome de Down (FEISD), pone un ejemplo. "Yo, como padre, puedo elegir por qu¨¦ itinerario ir¨¢ mi hijo. Pero en el caso de mi hija, que tiene s¨ªndrome de Down, un equipo de profesionales lo har¨¢ por m¨ª. Y no quiero que entre en educaci¨®n especial, porque de ah¨ª ya no saldr¨¢", dice.
La apuesta por la escolarizaci¨®n en centros ordinarios se basa en los beneficios que obtienen los estudiantes con esta alteraci¨®n del contacto constante con compa?eros normales. "Aunque reconocemos que los medios de la escuela ordinaria no son los necesarios, la preferimos", aclara Pedro Ot¨®n, presidente de la FEISD. "En educaci¨®n especial, un profesor trabaja con cada uno de ellos durante un tiempo. Aqu¨ª trabajan todo el tiempo y reciben est¨ªmulos muy superiores de sus compa?eros de clase. La experiencia de la convivencia, el enfrentarse a las peque?as dificultades de cada d¨ªa, son est¨ªmulos irremplazables".
"No se trata de formar personas para la filosof¨ªa o la f¨ªsica nuclear, sino de educarles para vivir. Ellos no sabr¨¢n hacer ecuaciones de segundo grado, pero tampoco las necesitar¨¢n; hay que seleccionar los contenidos y encontrar el modo de hacerlo sin aislarles del conjunto", afirma Ot¨®n. El psic¨®logo Vived defiende tambi¨¦n un aprendizaje m¨¢s social, "menos focalizado en el curr¨ªculo".
Pero en secundaria los alumnos con s¨ªndrome de Down suelen encontrar dificultades. "El profesorado tiene muy buenos conocimientos sobre su especialidad, pero no cuenta con las herramientas pedag¨®gicas que necesita para trabajar con nuestros hijos. Y los sistemas organizativos de los centros no se adaptan a ellos", relata Garc¨ªa. "La Administraci¨®n tendr¨¢ que esforzarse m¨¢s", recalca El¨ªas Vived, "promoviendo planes de formaci¨®n para los profesores, poniendo m¨¢s recursos".
Y no s¨®lo la Administraci¨®n. "En todos estos a?os, las editoriales no han preparado materiales adaptados a los estudiantes con s¨ªndrome de Down, y eso sobrecarga a los profesores, que tienen que improvisarlos ellos mismos", advierte Juana Zarzuela, vicepresidenta de FEISD. "Si al comenzar la sesi¨®n el profesor entrega un gui¨®n con palabras e im¨¢genes sobre lo que se va a hacer en clase, no se pierde la explicaci¨®n", asegura Garc¨ªa; "as¨ª nuestra gente podr¨¢ trabajar".
?Grupos ordinarios o especiales?
Mar¨ªa de Cabo y Ra¨²l Rodr¨ªguez se preparan para ser auxiliares de oficina; les falta un a?o para terminar sus estudios en el IES Tablero de C¨®rdoba, pero en una clase especial. Los dos tienen s¨ªndrome de Down, van a la misma clase y dicen disfrutar aprendiendo, llevarse bien con los compa?eros y sacar buenas notas. Mar¨ªa precisa: "Las m¨ªas son buenas. Las de Ra¨²l, regulares, porque a veces no atiende". ?l se r¨ªe. "Charlo hasta por los codos", confiesa. Cuando acabe, Ra¨²l, que tiene 20 a?os, trabajar¨¢ en una oficina. "Mi padre me va a colocar", dice. Mar¨ªa, de 17, quiere ser profesora de lenguaje de signos para sordomudos. Ya sabe un poco. "?Quieres un caf¨¦?", pregunta a lavez con sus manos y labios.Aunque Ra¨²l y Mar¨ªa estudian en un centro ordinario, participan en un Programa de Garant¨ªa Social Experimental de Educaci¨®n Especial. Comparten el instituto con estudiantes corrientes, pero no el aula. En su clase hay ocho personas, todas discapacitadas. Carmen Rojas, su tutora, tiene 16 a?os de experiencia en educaci¨®n especial y defiende este modelo, que, cree, da mejor resultado. "En grupos ordinarios al principio las cosas van bien, pero luego no hacen amigos. Muchas veces los rechazan, los tratan sin respeto. Al principio de la ESO hay un intervalo de a?os muy malos para la integraci¨®n. Aqu¨ª se compenetran mucho y se apoyan", se?ala.Hoy por hoy, ni Mar¨ªa ni Ra¨²l tienen el graduado escolar, aunque pueden prepararse para sacarlo. Mar¨ªa necesita el bachillerato para convertirse en profesora, as¨ª que por ahora su deseo es s¨®lo eso, deseo. "Pero se le da muy bien, las coge al vuelo", resalta su tutora. Precisamente aprendi¨® la lengua de signos con un compa?ero de clase.
S¨®lo el 0,7% acaba la formaci¨®n profesional
El 41% de los chicos con s¨ªndrome de Down sufre un retraso mental moderado; el 30%, severo o profundo. Aunque cada caso es diferente, la mayor¨ªa tiene en com¨²n "un estilo de aprendizaje", en palabras del psic¨®logo El¨ªas Vived. "Su memoria visual es buena, tienen m¨¢s condiciones para trabajar con im¨¢genes que con sonidos, porque suelen encontrar dificultades con los est¨ªmulos auditivos. No es com¨²n que presenten problemas graves de conducta, su interacci¨®n social resulta buena y demuestran mucha curiosidad", describe Vived.Lo que s¨ª les cuesta a estos alumnos es desarrollar el pensamiento abstracto, y tampoco andan demasiado fuertes en atenci¨®n ni en concentraci¨®n. "Conocer estas caracter¨ªsticas diferenciales nos permite ver c¨®mo procesan la informaci¨®n, y estar en mejor disposici¨®n de ofrecerles pedagog¨ªas ajustadas, cosa que hasta ahora se hace poco", se?ala el psic¨®logo. "Lo m¨¢s habitual es que pasen la primaria bien, que tengan dificultades en secundaria y que terminen la etapa escolar con una formaci¨®n profesional deficiente". La cuesti¨®n del trabajo es clave. S¨®lo el 0,7% de los espa?oles con s¨ªndroma de Down entre los 20 y los 34 a?os han completado sus estudios de formaci¨®n profesional. "Y s¨®lo el 2% de los que est¨¢n en edad de trabajar tienen empleo", advierte Pedro Ot¨®n, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Instituciones S¨ªndrome de Down (FEISD). "Es algo muy importante, porque significa autonom¨ªa, m¨¢s all¨¢ de lo que decidan las familias o las administraciones".Todo tipo de oficiosHasta hace poco, parec¨ªa que s¨®lo exist¨ªan empleos en jardiner¨ªa, carpinter¨ªa o encuadernaci¨®n. Ahora se ven posibilidades nuevas. "Hay una chica de Murcia que hace enfermer¨ªa, y aqu¨ª, en C¨®rdoba, hay otra que trabaja en un centro de di¨¢lisis", recuerda Fernando Garc¨ªa, tambi¨¦n de la FEISD.Ot¨®n y Garc¨ªa defienden que el nicho de empleo perfecto para este colectivo son las peque?as y medianas empresas, mucho m¨¢s que los centros especiales de empleo. "No es lo mismo salir a la calle, caminar y convivir que esperar en casa a que te recoja un autob¨²s especial que te lleva a la puerta especial de un centro especial", remata Ot¨®n."Pero la integraci¨®n laboral no siempre es posible", indica la profesora de educaci¨®n especial Carmen Rojas. "Tratamos de desarrollar al m¨¢ximo las capacidades de los estudiantes, partiendo de sus potencialidades. Hay padres con expectativas poco realistas que se ofuscan en que sus hijos sigan itinerarios con los que no podr¨¢n. Decirles que no siempre es posible llegar a la universidad no significa estar en contra de la integraci¨®n".Ot¨®n y Garc¨ªa defienden sus expectativas elevadas. "Hace 20 a?os, ni se pensaba que nuestros hijos pudiesen aprender a leer. Hoy, lo que parec¨ªa una entelequia es real".
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