Residencia en la tierra

Este Loner, que toma a Henry Purcell como referencia, tanto en su ¨®pera Dido y Aneas como en relaci¨®n con alguna de sus sonatas m¨¢s c¨¦lebres, sin perder de vista el m¨¢s contempor¨¢neo sonido electr¨®nico, debido en esta ocasi¨®n a Gianfranco Pappalardo, trata una vez m¨¢s de la soledad, no s¨®lo esc¨¦nica sino, digamos, existencial. De ah¨ª tal vez la circularidad de una coreograf¨ªa, en ocasiones deliberadamente fr¨ªa, que arranca con la soledad de Aneas y su intento de abrirse al exterior para concluir en un encierro id¨¦ntico, pero tanto m¨¢s doloroso cuanto que su protagonista ha tratado de evitarlo por casi todos los medios.

Esos medios incluyen lo m¨¢s interesante de una coreograf¨ªa de Thomas Noone que se toma en serio tanto el mito como sus m¨²sicas, adem¨¢s de algunos de sus pretextos y buena parte de sus consecuencias, para ofrecer una especie de predestinaci¨®n contenida en su sufrimiento, es decir, en su movimiento. Como si lo inevitable de la soledad final, por atenerse al esp¨ªritu de la composici¨®n, obstaculizara cualquier alegr¨ªa en el desarrollo de una b¨²squeda destinada al fracaso.

Una belleza notable en su parquedad -que en ocasiones recuerda los aspectos m¨¢s oscuramente militarizados de tantos montajes de la danza de creaci¨®n contempor¨¢nea- sugiere intentos de aproximaci¨®n y sus fracasos, alegr¨ªas ilusorias de conjunto englobadas en una cierta improbabilidad de origen beckettiano, y una sensualidad a veces muy sexual y siempre er¨®tica que nunca est¨¢ ganada ni asumida por entero, y en cuya brevedad de est¨ªmulos se sit¨²a la pulsi¨®n hacia la soledad, tanto m¨¢s cierta cuanto mayores son las incitaciones a obtener la compa?¨ªa. Una buena estancia de la Thomas Noone Dance en el Centro Coreogr¨¢fico valenciano, un trabajo creativo y, sobre todo, solvente, emotivo dentro de sus propias coordenadas de austeridad.