La ley maestra
Nunca he sabido qu¨¦ ley orden¨® mi vida escolar. Seguramente, hubiera necesitado m¨¢s tiempo para saberlo que el pasado en la escuela de mi pueblo. Recuerdo el nombre de mi maestro, don Guillermo, y los a?os de escuela: dos. Como ven, no hice carrera. Cuando mi hija empez¨® a ir al colegio, don Guillermo regres¨® de un pasado que cre¨ª muy lejano. Aquel d¨ªa en el que Fuente Clara ley¨® un cartel en la calle y despu¨¦s otro y otro m¨¢s me atolondr¨¦ tanto que no disfrut¨¦ de ese asombroso suceso cotidiano, irrepetible y maravilloso. Se vinieron encima, de pronto, la escuela de Aznalc¨®llar, don Guillermo, aquellos dos a?os tan miserables, tan pobres, y las tardes y noches aprovechadas para seguir aprendiendo algo, al final de una jornada de zagal, robadas al juego y al descanso. Entonces la infancia era breve, la vida laboral comenzaba muy pronto. Mi programa escolar consisti¨® en dos temas: Tema 1, leer y escribir; tema 2, sumar y restar.
Aprender a leer y a escribir. Cada d¨ªa ocurre esta maravilla protagonizada por un ni?o o una ni?a. Echamos en falta en los peri¨®dicos de ese d¨ªa la noticia de que Fuente Clara ha aprendido a leer o de que Manolito ha escrito las primeras letras porque nos parece lo m¨¢s importante ocurrido en las ¨²ltimas semanas y, sin embargo, podemos olvidarlo r¨¢pidamente. Incluso podemos olvidar el nombre y la cara de quien logr¨® que nuestra hija descifrara el misterio extraordinario de la escritura. Lo digo por experiencia. A m¨ª se me olvid¨® saludar a los maestros y maestras de mis hijas que le ense?aron tantas cosas que su padre jam¨¢s hubiera podido ni siquiera decirle que exist¨ªan. Mientras el trabajo y la militancia antifascista ocupaban mi tiempo, esas mujeres y esos hombres ense?aban a mi hija lo que yo jam¨¢s aprend¨ª ni aprender¨¦.
Y porque vivimos en una Andaluc¨ªa hambrienta de bienes sociales nos irrita la lentitud con la que se gestionan sus demandas. nos hemos pasado a?os denunciando que Andaluc¨ªa era la comunidad aut¨®noma m¨¢s retrasada en la escolarizaci¨®n a los tres a?os o nos quejamos de que no hab¨ªa suficientes plazas en los conservatorios, ¨® protestamos por las pobres condiciones con que se estaba aplicando la reforma educativa que propugnaba la LOGSE. Y ahora nos indignan las injusticias que se quieren perpetuar en nuestra sociedad disfrazadas de "calidad", sea la calidad de vida que se promete con el decretazo a los pueblos andaluces, sea con la calidad en la ense?anza que se promete a nuestros j¨®venes.
?Qu¨¦ calidad?
Hablemos, pues, "de calidad". No lograba entender la insistencia que se hac¨ªa en lo de la promoci¨®n autom¨¢tica como causa de los males de la educaci¨®n actual hasta que me explicaron que era mentira. Mienten porque lo plantean como un principio contenido en la LOGSE: nada importa lo que haga o sepan los alumnos porque pasar¨¢n de curso. Empecemos por lo evidente: en una ense?anza obligatoria han de pasar de curso en un momento determinado porque es de sentido com¨²n que un alumno de 14 a?os no siga con los de 10. Sigamos con lo obvio: los estudiantes con dificultades (del tipo que sean) necesitar¨ªan en la Primaria (a la que no se hace ni caso en la nueva ley), o en la Secundaria la ayuda necesaria para recuperar el atraso.
?Qu¨¦ ayuda ofrece la ley? La educaci¨®n infantil pierde su condici¨®n de educaci¨®n y vuelve a ser preescolar; la Primaria no necesita nada; y la Secundaria se apoya: ?Con m¨¢s profesorado? ?con menos alumnos por aula?,?con m¨¢s medios materiales y humanos? No. Pues no lo entiendo. Tampoco entiendo la maldad de los itinerarios pues me parec¨ªa una manera de ayudar a los necesitados y tambi¨¦n de facilitar el trabajo a los docentes. Ahora nos encontraremos al final de la ense?anza obligatoria a unos que han recibido una formaci¨®n y a otros otra, porque los caminos no convergen y se abren muy pronto.
Al final, tendremos una formaci¨®n con prestigio y otra desprestigiada. Si se prev¨¦, adem¨¢s, la "especializaci¨®n" de los centros en algunos itinerarios, adivinen en qu¨¦ itinerarios y en qu¨¦ formaci¨®n se van a especializar los centros p¨²blicos que compitan con privados o privados concertados.
Lo que s¨ª entend¨ª desde el principio fue que el clasismo y un sentido sectario de la escuela justificaban que se recortaran la participaci¨®n de los padres, las madres y los estudiantes en la vida escolar. A estas alturas, relacionar democracia con falta de calidad s¨®lo se puede hacer desde un talante antidemocr¨¢tico.
Cualquier norma relacionada con la educaci¨®n es una ley maestra en el edificio social. Con la nueva ley, los pasillos se estrechan y las puertas y ventanas se ciegan. Solo las familias que puedan evitar¨¢n las estrecheces acad¨¦micas para sus hijos e hijas y abrir¨¢n las puertas cerradas. Me queda la certeza de que las ni?as, y ni?os siempre tendr¨¢n la posibilidad de que un maestro o una maestra mantengan la educaci¨®n infantil como tal educaci¨®n, les inicien en la gran aventura de las letras y el conocimiento y les ayuden a salir del itinerario que no lleva a ninguna parte.
Julio Ruiz es secretario general de Comisiones Obreras de Andaluc¨ªa.
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