Sabotaje
El pasado 21 de junio, la Polic¨ªa Local de Sevilla sufri¨® un sabotaje en los dos estacionamientos que tiene en Isla Cartuja, con el resultado de 40 coches y 32 motocicletas inutilizados. Esta semana, el Juzgado que conoce de estos hechos ha destacado su especial gravedad y ha acordado el archivo, porque no ha sido posible determinar qui¨¦nes han podido ser los autores de este delito. El juez y el fiscal tambi¨¦n han manifestado que no est¨¢n muy contentos.
Es l¨®gico que no est¨¦n contentos. De nuevo no se llevan ante la Justicia a los autores de unos hechos que pusieron en peligro una ciudad. Unos hechos cuya gravedad es tal porque muestra a unos autores que ignoraron que en aquellas fechas se estaba celebrando la Cumbre Europea, exist¨ªan manifestaciones -laborales y antiglobalizaci¨®n- y que, en cualquier momento, los agentes pod¨ªan necesitar sus veh¨ªculos para proteger a los ciudadanos. Una intensidad que marca tambi¨¦n el grado de incompetencia de unos agentes que no saben ni evitar un sabotaje, ni descubrir a sus autores, a pesar de que ocurriera en sus estacionamientos y bajo la vigilancia de cuatro de estos agentes. Ninguno observ¨® ni escuch¨® nada, y as¨ª lo han manifestado en sus declaraciones ante el Juzgado.
Sin embargo, tal vez las cosas no sean tan sorprendentes, ni tan preocupantes. Tal vez su falta de vista y o¨ªdo haya sido por el mal tiempo, y por un solo d¨ªa. Despu¨¦s de todo, el resto del a?o no adolecen de agudeza y audici¨®n. M¨¢s de 25.000 multas por no llevar el cintur¨®n confirman su buen grado de visi¨®n. Innumerables juicios de faltas tambi¨¦n, porque dicen que les han insultado entrenadores de f¨²tbol, taxistas y ciudadanitos de a pie. Y de hablar, qu¨¦ decir. Algunos hablan hasta con la pilila. No hace mucho un grupo de agentes, en lugar de evitar el botell¨®n, lo practicaron y marcaron su territorio me¨¢ndose en el portal del alcalde de Sevilla.
En fin, otro archivo, aunque no es uno m¨¢s. Sobre todo porque, a partir de ahora, nos puede entrar una duda si la persecuci¨®n de los delincuentes acaba a las puertas de los cuarteles y si su testimonio ante los juzgados es del d¨ªa que andan bien de la vista y del o¨ªdo, o del otro.
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