Christiania, la ¨²ltima utop¨ªa
El barrio 'hippy' de Copenhague mantiene su atractivo tur¨ªstico
En la entrada principal de Christiania, un r¨²stico p¨®rtico de madera pintado de azul y rojo da la bienvenida al viajero a esta ciudad libre que sobrevive desde 1971 en una antigua zona militar situada en el coraz¨®n de Copenhague. Para que quede claro que Christiania apuesta a fondo por la utop¨ªa, a un lado del p¨®rtico puede verse la bandera de la ciudad libre (tres soles alineados sobre fondo rojo) y una pintada que advierte, como suced¨ªa en el viejo Berl¨ªn dividido en sectores: "Est¨¢s saliendo de la Uni¨®n Europea". A partir de aqu¨ª no hace falta decir que todo es posible en Christiania.
El autob¨²s que lleva hasta este original barrio desde la estaci¨®n central de Copenhague recibe el sobrenombre de Psychedelic Express. Tambi¨¦n hay quien le llama Marrakesh Express. Cuando uno entra en la ciudad libre entiende por qu¨¦. Lo primero que encuentra es un mercadillo en el que abundan los recuerdos made in Christiania, como pipas de distintos modelos y camisetas y mecheros adornados con el s¨ªmbolo de los tres soles o con una hoja de marihuana. Despu¨¦s vienen los tenderetes de Pusher Street, la calle de los Traficantes. Son como barracas de venta de petardos o de caramelos, pero con una decoraci¨®n imaginativa y con una amplia oferta de diversas variedades de hach¨ªs y de marihuana. La venta de drogas blandas est¨¢ autorizada en Christiania. Lo que est¨¢ prohibido es hacer fotos, como comprobar¨¢ cualquier incauto que se ponga en la posici¨®n de disparar.
"El Gobierno dan¨¦s no ve con buenos ojos que aqu¨ª se venda droga", me comenta Sulaima, una de las afortunadas habitantes de Christiania. "Hay redadas de vez en cuando, y los vendedores no quieren que se hagan fotos que puedan comprometerles. A veces se ponen desagradables e incluso agresivos, pero ¨¦sta no es la aut¨¦ntica imagen de Christiania. Hay que entrar m¨¢s a fondo para comprender el esp¨ªritu de la ciudad libre".
Al final de Pusher Street hay un viejo caf¨¦, el Woodstock, donde puede verse a viejos hippies de largo cabello gris que fuman con la mirada perdida o a groenlandeses alcoh¨®licos que matan el d¨ªa ajenos a las miradas de los turistas. Un poco m¨¢s all¨¢, junto al canal, hay una zona de caf¨¦s al aire libre donde los parroquianos parecen competir para ver qui¨¦n se fuma el porro m¨¢s grande. La verdad es que hay conos de artesan¨ªa dignos de figurar en el Guinness, aunque uno no tarda en comprobar que no es necesario fumar para colocarse. Basta con respirar el aire del ambiente, cargado hasta adquirir consistencia de neblina.
Tampoco en estos caf¨¦s, sin embargo, se ve la aut¨¦ntica Christiania. De hecho, los vecinos del barrio apuntan con cierto desd¨¦n que ¨¦sta es la "zona tur¨ªstica". Es cierto que registra una gran afluencia (no en vano Christiania es la segunda atracci¨®n m¨¢s visitada de Dinamarca, despu¨¦s de la estatua de la Sirenita), pero la ciudad libre, dicen sus habitantes con una sonrisa en los labios, es "otra cosa", algo que se extiende m¨¢s all¨¢, en una zona id¨ªlica poblada de campos verdes, ¨¢rboles, canales y casas aisladas de madera que ocupa la mayor parte de las 41 hect¨¢reas de Christiania.
Territorio de juegos
La historia de Christiania empez¨® en septiembre de 1971, cuando los vecinos de esta zona militar abandonada echaron abajo las vallas de madera para poder disfrutar de una zona verde y rescatar un territorio de juegos para sus hijos. Este mismo a?o, en comuni¨®n con el esp¨ªritu de la ¨¦poca, se celebr¨® en Copenhague una gran feria de intercambio de la que salieron muchas ideas para ver qu¨¦ se hac¨ªa con Christiania. El debate, tambi¨¦n muy en el esp¨ªritu de la ¨¦poca, termin¨® con la invasi¨®n pac¨ªfica de los cuarteles abandonados. La polic¨ªa intent¨® echar a los hippies invasores, pero el Gobierno dan¨¦s acab¨® tolerando la existencia de la ciudad libre bajo la etiqueta de "experimento social".
Christiania cobr¨® fama enseguida como territorio ut¨®pico, y hippies de todo el mundo peregrinaron hasta Copenhague para poder disfrutar del ambiente de la ciudad libre: vida en comuna, democracia directa, buen rollo, drogas y amor libre. En definitiva, que todo era muy groovy. El barrio ha pasado desde entonces por distintos altibajos: la hero¨ªna y el sida causaron estragos y ahora est¨¢n prohibidas las drogas duras. Los ?ngeles del Infierno llevaron la violencia y las armas de fuego al barrio en los ochenta, pero tras una fuerte crisis acabaron siendo expulsados por la asamblea. En la actualidad hay versiones opuestas en un debate que sigue vivo: unos ven Christiania como un experimento social todav¨ªa v¨¢lido, mientras que para otros es tan s¨®lo un refugio de traficantes y malhechores. Lo que est¨¢ claro es que las 41 hect¨¢reas que ocupa Christiania son muy apetecibles para las inmobiliarias y que el nuevo Gobierno de derecha aprieta cada vez m¨¢s para poner coto a la ciudad libre.
"Actualmente viven en Christiania unas novecientas personas", me explica Sulaima, "y el Gobierno cuida de que el n¨²mero no crezca. No pueden construirse m¨¢s casas, y cuando una queda libre, la asamblea de vecinos es quien decide qui¨¦n tiene m¨¢s m¨¦rito para ocuparla".
Sulaima creci¨® en el barrio, pero se alej¨® de ¨¦l por un tiempo. Cuando qued¨® libre el barrac¨®n en el que hab¨ªa vivido de ni?a, los vecinos la aceptaron como nueva inquilina. "Constru¨ª una casa de madera junto al lago, con la ayuda de unos amigos", explica. "En Christiania hay una cooperativa que vende a buen precio material de construcci¨®n de segunda mano. Se vive bien aqu¨ª, pero el Gobierno nos acosa cada vez m¨¢s. Si un d¨ªa nos echan, no s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢, ya que es imposible encontrar un piso en Copenhague".
La casa de Sulaima, con terraza encima del lago, es un hogar acogedor y agradable que parece escapado del Walden de Thoreau. El primer vecino est¨¢ a m¨¢s de doscientos metros y los ¨²nicos ruidos que perturban la paz del lugar son los de una manada de patos que desfilan en perfecta alineaci¨®n. Al otro lado del lago, una casa de madera exhibe en un largo m¨¢stil los tres soles de la bandera de Christiania. Luce un sol estupendo y un hombre se ba?a desnudo. Copenhague parece estar a mil millas, pero est¨¢ ah¨ª mismo, aunque cuando los habitantes de Christiania hablan de ir a ella dicen: "Voy a la sociedad".
Junto a la entrada de Christiania, en el lugar m¨¢s cercano a la sociedad, est¨¢n los viejos cuarteles militares, construcciones de obra adornadas con pintadas psicod¨¦licas. All¨ª hay ahora f¨¢bricas de estufas y de bicicletas, guarder¨ªas, ba?os comunitarios, tiendas y algunos bares. El buz¨®n del servicio de correos de Christiania anuncia que no se aceptan cartas sin sellos locales, pero se hace la vista gorda. Apenas si circulan ya sellos y monedas de Christiania. Entre los edificios surge de vez en cuando la sorpresa. Por ejemplo, una stupa que parece trasladada directamente desde Nepal. O un bar macrobi¨®tico que se dir¨ªa escapado de los a?os setenta.
Casas en los ¨¢rboles
En el resto del territorio, cuando uno se acerca a los canales, domina la casita de madera de autoconstrucci¨®n. Las hay en los ¨¢rboles, ecol¨®gicas, con energ¨ªa solar, con paredes inclinadas, con miradores rebuscados, con tejados llenos de hierba... Tambi¨¦n hay viejos barracones o caravanas. Cada casa es un mundo, un sue?o, un espacio para la utop¨ªa. Los coches est¨¢n prohibidos, pero entre el paisaje verde abundan las bicicletas. "Es una maravilla vivir aqu¨ª, aunque el nuevo Gobierno nos acosa cada vez m¨¢s", suspira Sulaima. Como prueba de que lo que indica es cierto, por la tarde hay redada. Un centenar de polic¨ªas entran en Christiania, detienen a unos cuantos traficantes, confiscan droga y se pasean con actitud amenazadora. Van vestidos con uniformes negros y con la palabra "Politi" (Polic¨ªa) en sus espaldas. Como protesta, algunos habitantes del barrio se han hecho uniformes id¨¦nticos, pero con la palabra "Idioti" en la espalda. Se mezclan con ellos y les provocan. La lucha por la utop¨ªa contin¨²a, pero el acoso es cada vez m¨¢s fuerte y nadie se atreve a predecir el futuro de Christiania.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
- Poblaci¨®n: Copenhague tiene 1,8 millones de habitantes; Christiania, cerca de mil. Prefijo telef¨®nico: 00 45. Moneda: la corona danesa (1 euro equivale a 7,50 coronas).
Dormir
En Christiania no hay hoteles.
- En Copenhague es una buena idea reservar alojamiento a trav¨¦s de la oficina de turismo (70 22 24 42), por ejemplo frente a la estaci¨®n de trenes. Ofrecen tarifas reducidas del d¨ªa.
- Para b&b en Dinamarca: 39 61 04 05 y www.bbdk.dk.
Comer
En los restaurantes de Christiania se come por menos de 12 euros.
- Spiseloppen es un local con una puerta que da a Christiania y otra a la sociedad. Tiene una zona barata para los habitantes y otra m¨¢s cara y m¨¢s variada para los extranjeros.
- Morgenstedet es un restaurante vegetariano en Christiania. Su nombre significa "sitio de la ma?ana", pero, fiel al esp¨ªritu alternativo de la ciudad libre, est¨¢ cerrado por las ma?anas. Hacen comida en grandes ollas y paran de servir cuando ¨¦sta se termina.
- Manfiskeren. Su nombre significa "el pescador de la luna". Est¨¢ dentro de Christiania. No sirve bebidas alcoh¨®licas. Los porros, sin embargo, son moneda corriente.
Informaci¨®n
- Turismo de Copenhague (70 22 24 42 y www.visitcopenhagen.dk).
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