Flirteando con la muerte
El ¨²ltimo espect¨¢culo televisivo que han ideado los productores holandeses de televisi¨®n inventores de Gran Hermano se basa en los relumbres de la muerte y una web cam instalada dentro de la sepultura que informa sobre el proceso de corrupci¨®n. La exploraci¨®n de la intimidad en todos sus espacios y sus tiempos ha sido materia prima de los reality show estos a?os, pero la exasperada demanda sobre lo m¨¢s oculto no se ha saciado todav¨ªa. El paso que sigue al completo rastreo del cuerpo, sus jugos, sus miserias, sus anfractuosidades, sus pliegues, es la pornograf¨ªa de su muerte.
Hasta ahora no ha existido en Internet un asunto m¨¢s solicitado y canjeado que el sexo, en sus m¨²ltiples versiones y perversiones. Pero esta pornograf¨ªa ha alcanzado la m¨¢xima saturaci¨®n y ahora los espect¨¢culos, las modas m¨¢s cool se relacionan con alg¨²n elemento sat¨¢nico, funerario o macabro. Los paquetes de cigarrillos pronto llevar¨¢n en todo el mundo la leyenda de "el tabaco mata", pero precisamente la paradoja consiste en que este m¨¢ximo peligro incrementa la venta entre los j¨®venes. Entre los deportes de m¨¢ximo riesgo, el BASE, acr¨®nimo de building (edificio), antenna (la antena sobre el edificio), span (puente) y earth (tierra), fases progresivas de un salto mortal, ha registrado una de las tasas m¨¢s altas de siniestralidad, al punto de que en 20 a?os de pr¨¢ctica han muerto m¨¢s de 70 participantes. Los aficionados no dejan, sin embargo, de crecer.
El soci¨®logo franc¨¦s Michel Mafessoli plantea en su ¨²ltimo libro la hip¨®tesis de la sustituci¨®n de los valores apoyados en la idea del bien por otros inspirados en lo maldito
Los j¨®venes japoneses 'bosozoku' siembran el terror en las carreteras con motos y coches que decoran y trucan con el ¨²nico fin de desafiar las normas de tr¨¢fico
El jumping, el snowboarding, el ice climbing, el skydiving-plane, el paragliding, el kitesurfing contienen una sobredosis de riesgo, pero participar con alguna probabilidad de morir potencia el valor de lo aut¨¦ntico. Ahora no basta con los viajes de aventura; existe el dark tourism, el turismo oscuro, que conduce a visitar, con todos sus peligros, los alrededores de Chern¨®bil. La realizaci¨®n de esos viajes o la participaci¨®n en esos deportes extremos no procura honores, no se sale a saludar cuando se regresa desde los balcones del ayuntamiento. Tampoco acuden los periodistas ni las c¨¢maras de televisi¨®n. La recompensa se encuentra en el interior: en el plus de vida pura que se obtiene de haberla bru?ido en el perfil de la muerte. Una vida renovada al cien por cien, reci¨¦n obtenida y chorreando adrenalina.
Para marzo-junio de 2003 hay una competici¨®n convocada en Internet con el nombre de Off Limits 102, que consiste en pilotar durante 102 jornadas aviones superligeros sobre zonas militares o cient¨ªficamente prohibidas entre Ciudad del Cabo, El Cairo y Marraquech. A esa prueba s¨®lo asistir¨¢n los pilotos y acaso los amantes que prometieron amor hasta la tumba. En Francia opera la asociaci¨®n Combat Vital, en cuyas actividades los edificios, f¨¢bricas y monumentos son transformados en obst¨¢culos naturales (inmersiones en el Sena, saltos desde un edificio a otro, escaladas a la Torre Eiffel o a La Defense). Don Habrey, el creador de esta asociaci¨®n, se dio a conocer tir¨¢ndose desde un helic¨®ptero sobre las aguas congeladas de Groenlandia sin equipo protector alguno. Su mensaje fue el siguiente: "Nosotros somos los resistentes de la sociedad civil. Nuestra misi¨®n es la de alertar al mundo sobre su debilitaci¨®n creciente... estamos embrutecidos por el confort y ¨¦ste es el momento de convertirse, cada uno de nosotros, en un muyahid".
Instituciones protectoras
Ulrich Beck ha bautizado a nuestra sociedad como la sociedad de riesgo, pero lo cierto es que nunca se ha dispuesto de mayores estructuras e instituciones protectoras, jam¨¢s las p¨®lizas de seguros han cubierto tantos flancos de la biograf¨ªa, ni la sociedad se ha armado con m¨¢s polic¨ªas, p¨²blicos o privados, vigilantes desde el espacio y dentro de la red. Hasta hace poco se demandaba libertad, pero, cumplida la liberaci¨®n (sexual, art¨ªstica, econ¨®mica), m¨¢s libertad ?para qu¨¦? Ahora, en los pa¨ªses occidentales, la oferta pol¨ªtica m¨¢s repetida es la seguridad, en correspondencia con la importancia alcanzada por la cultura general del terrorismo. Al lado, sin embargo, de esta petici¨®n masiva de seguridad surge la distinci¨®n del riesgo. Al lado de quienes se paralizan con la idea de la muerte rebrotan quienes flirtean con ella.
En las pasarelas, desde dise?adores brit¨¢nicos, como Alexander McQueen, hasta sus colegas belgas, como Martin Margiela, se ha coqueteado con motivos funerarios, y tambi¨¦n Chanel o Versace han recurrido a copulaciones entre el erotismo y el tanatismo. Hace un par de meses, el mayor esc¨¢ndalo de la Pasarela Cibeles lo provoc¨® David Delf¨ªn con modelos que enfundaban su cabeza en un saco y les colgaba la soga del ahorcado. Otros dise?adores, como Jessica Ogden y Husein Chalayan, han creado estilos propios de camposanto en una reciente exposici¨®n titulada Dead, y un f¨¦retro de formas aerodin¨¢micas, Ecopod, se ha comercializado con la firma de Hazle Selina en el mercado brit¨¢nico. Paralelamente, The Natural Death Center es un proyecto del Institute of Social Inventions de Londres destinado a procurar por una muerte ecol¨®gica aderezada con una est¨¦tica en¨¦rgica, porque si en vida los piercing, las anillas, las ropas negras, el nuevo salva-slip negro, evocan una relaci¨®n con el masoquismo, el ritual una vez muertos no desmaya. En Chicago opera una funeraria que prepara los cad¨¢veres como si fueran objetos delicados y caros. Los empaqueta con el cuidado de los mejores regalos y sobre las cintas del embalaje imprime un recado: Return to sender, devu¨¦lvase al remitente.
Quiz¨¢ nadie quiera marcharse de aqu¨ª, pero, contrariamente a la estrategia de no hablar de muertos, cunde un bailoteo con la defunci¨®n. Un intento, mediante las m¨²sicas (death metal), los complementos o los lenguajes, de juguetear con el fin. En R¨ªo de Janeiro hay abiertos 30 locales de baile donde los j¨®venes de las favelas danzan y matan. Seg¨²n GQ (noviembre de 2002), m¨¢s de 60 j¨®venes brasile?os han sido asesinados en estos bailes desde 1996 y varias decenas m¨¢s fueron gravemente heridos, quedaron ciegos o paral¨ªticos. A pesar de ello, la polic¨ªa calcula que unos 200.000 j¨®venes acuden cada fin de semana para participar en el baile funk. El ritmo no se parece al funk norteamericano de los a?os setenta, sino que es sonido brasile?o con dosis de pop electr¨®nico, ingredientes tecno, rap alternativo y graves batidos de tambor. M¨²sica, en fin, unida a las drogas y contra el tedio de la miseria diaria. Las batallas a pu?etazos, los golpes con bates y barras, las cuchilladas entre los dos grupos guerreros arrecian en medio del tunt¨²n ambiental.
Terror motorizado
En buena medida, los funkers brasile?os son la versi¨®n latina de los bosozoku en Jap¨®n, siendo ¨¦ste el nombre de los j¨®venes nipones que siembran el terror en las carreteras con motos y coches que decoran y trucan con el ¨²nico fin de desaf¨ªar las normas de tr¨¢fico. Ellos mismos transforman sus coches bajando el chasis hasta rozar el suelo, colocando dos o tres tubos de escape, numerosos faros, lunas opacas y potentes motores... Mucho m¨¢s que ¨¢ngeles del infierno, los bosozoku se ven implicados en actos de violencia indiscriminada, con posibles homicidios en sus noches de aventura.
Este juego con la muerte se repite con menos estruendo en la pr¨¢ctica de los gays que lleva el nombre de barebaking, consistente en practicar el sexo con diferentes parejas sin protecci¨®n alguna. En Espa?a se llama a esto "espalda desnuda" o "a culo pelao", y la revista Interview inform¨® sobre ello hace un par de a?os. En Internet disponen de una p¨¢gina muy efusiva para captar a participantes dubitativos.
De Internet tambi¨¦n es la difusi¨®n de la larga agon¨ªa de un japon¨¦s enfermo de c¨¢ncer de est¨®mago hasta su extinci¨®n, y en la red se realizan a diario experimentos macabros propuestos incluso como obras de arte. As¨ª, el llamado Bureau of Inverse Technology, un grupo formado por artistas y cient¨ªficos, situ¨® durante 100 d¨ªas una c¨¢mara de v¨ªdeo en el Golden Gate de San Francisco con el prop¨®sito de grabar todo lo que sucediera en la vertical. Durante ese tiempo, adem¨¢s de otros vertidos, la c¨¢mara capt¨® 17 saltos suicidas y en el v¨ªdeo resultante, Suicidebox, se explica la velocidad de la ca¨ªda, la distancia recorrida por los cuerpos y el caso de las 24 personas que sobrevivieron al lanzamiento. El material completo fue exhibido despu¨¦s en la bienal de 1997 del Whitney Museum.
En Francia, el soci¨®logo Michel Mafessoli, profeta del fen¨®meno de las tribus urbanas, acaba de publicar un libro, titulado La part du diable (Flammarion), donde se plantea la hip¨®tesis de la sustituci¨®n de los valores apoyados en la idea del bien por otros inspirados en lo maldito. Durante 1.500 a?os, la idea de progreso, la ¨¦tica del trabajo, el imperio de la raz¨®n, estructuraron el mundo, pero ?c¨®mo explicar nuestro hedonismo ambiental, el salvajismo latente, la serena animalidad que se abren paso? La vida y la procuraci¨®n de su continuidad era una ecuaci¨®n de beneficencia absoluta; sin embargo, ?qu¨¦ otra sociedad podr¨ªa imaginarse, crearse, desarrollarse, bajo una inminente supremac¨ªa del mal?
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