Hablemos siempre andaluz
Canal Sur y la Consejer¨ªa de Relaciones con el Parlamento (PA) han puesto en marcha una estimulante campa?a en pro del espa?ol meridional, bajo el lema "Habla siempre andaluz". Seis destacados andaluces, de muy distintas esferas de la vida, nos invitan desde la peque?a pantalla y desde la radio a expresarnos en la dulce lengua que mamamos. Y a hacerlo en todas las situaciones de la vida, sin complejos ni remilgos. O sea, combatiendo los condenados estereotipos de vulgar y de gracioso. El objeto de la campa?a, digno de todo elogio. El contenido concreto, en l¨ªneas generales, bien, con alg¨²n reparo que luego haremos.
Antes, algunas consideraciones sobre el audaz invento. La primera que se viene a la cabeza, y m¨¢s bien por el lado de la sociolog¨ªa, es si cundir¨¢ el ejemplo en la propia casa, es decir, entre los locutores de Canal Sur. De modo particular en aquellos que, siendo aut¨®ctonos, siguen disfrazando su habla con recompuestas castellan¨ªas. Es el llamado "s¨ªndrome del micro", que contin¨²a saltando como un oscuro resorte centroib¨¦rico en muchos profesionales andaluces de la comunicaci¨®n hablada.
La segunda ya es m¨¢s t¨¦cnica y afecta al nudo gordiano del asunto: ?De qu¨¦ andaluz hablamos? ?Del oriental, del occidental, del de arriba, del de abajo? Seguro que algunos exquisitos ya est¨¢n afilando sus armas para atacar por cualquiera de estos flancos. Pues bien, en l¨ªneas generales, el habla que utilizan estos seis valientes comunicadores se adscribe a lo que se viene llamando "andaluz culto", expresi¨®n todo lo imprecisa que se quiera, pero bastante eficaz, al menos como desideratum, como lugar convergente del habla utilizada por los que han ido a la escuela con regular provecho, y son seducidos por la conveniencia de establecer una norma m¨¢s o menos com¨²n, una expresi¨®n digna y cultivada, alejada del vulgarismo y de la oscuridad comunicativa, del chiste forzoso y el lenguaje aplebeyado. Capaz, en fin, de incorporar los rasgos m¨¢s extendidos y prestigiados por el uso social, de entre las m¨²ltiples variantes provinciales o comarcales. As¨ª, por ejemplo, la aspiraci¨®n de la ese final de s¨ªlaba o palabra, el ye¨ªsmo, la debilidad o desaparici¨®n de otras consonantes finales, el punto dental de la articulaci¨®n de la ese, la jota suave, los participios en ?ao?... No est¨¢ escrito ni codificado en ning¨²n sitio, pero es sin duda una laboriosa norma que, m¨¢s bien inconscientemente, se sigue fabricando entre todos.
Y de todo ello hay ejemplares muestras en el habla de estos seis heraldos. Tres de ellos (Julio Marviz¨®n, Mar¨ªa Galiana y Rafael Cremades) ya hab¨ªan sido destacados en nuestra serie "As¨ª habla...", por su buen hacer ante el dichoso micro. Los otros tres (el bi¨®logo Jos¨¦ L¨®pez Barneo, la escritora Ana Rossetti, el futbolista Joaqu¨ªn), aportan matices personales a ese ideal equilibrado; alguno muy simp¨¢tico, por rebelde, como el del extremo b¨¦tico: "Me llamo Joaqu¨ªn Zanche" (luego pronunciar¨¢ la ese todo el tiempo). Pero del conjunto destacan otros fen¨®menos: el uso distinguidor de s/z (desehperaci¨®n, Rossetti), es decir, ni seseo ni ceceo, salvo espor¨¢dicos. La pronunciaci¨®n d¨¦bil de algunas consonantes finales: andalu(z), so(l), clarida(d)... Empleo aleatorio de las dos soluciones a la ese final seguida de vocal: "es-el ingl¨¦s" (L¨®pez), "muchoj-a?o" (Marviz¨®n).
Una clara objeci¨®n s¨ª tenemos que hacer a la campa?a: la subnorma oriental no est¨¢ representada, pues el cordob¨¦s y el jiennense (Cremades, L¨®pez), han perdido casi por completo todo rasgo de esas zonas. Por ah¨ª s¨ª que pueden venir las cr¨ªticas. Deber¨ªan corregirlo, pues, entre otras razones, la Andaluc¨ªa de las vocales abiertas (lantejas, lentejas), o de la jota far¨ªngea, suman mayor extensi¨®n que la de la otra subnorma, la occidental. Cuidado.
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