Marea global
El hundimiento del petrolero Prestige -por cierto, vaya nombrecito- frente a las costas de Galicia y sus funestas consecuencias constituyen toda una llamada de atenci¨®n sobre la inseguridad econ¨®mica, jur¨ªdica, o medioambiental en la que nos vemos obligados a vivir en esta ¨¦poca de crisis globales. El Financial Times del pasado 21 de noviembre describ¨ªa este suceso como aut¨¦ntica met¨¢fora de la globalizaci¨®n. El barco se parti¨® frente a las costas de Galicia, principales perjudicadas por su mortal vertido, aunque las de Portugal no est¨¢n ni mucho menos a salvo. Ven¨ªa de cargar en un puerto de Letonia y sobre su destino final se han aportado diferentes versiones. Cuentan que hab¨ªa sido construido en M¨®naco hace m¨¢s de 25 a?os, y en la actualidad navegaba con bandera de las Islas Bahamas. La compa?¨ªa propietaria del buque -Mare Shipping- est¨¢ radicada en Liberia, aunque el Prestige estaba gestionado por una naviera -Universe Maritime- con base en Grecia, pa¨ªs de origen de la familia propietaria y del propio capit¨¢n de la nave. Ahora bien, nos dicen que el barco hab¨ªa sido fletado por Crown Resources, una compa?¨ªa creada en Gibraltar, cuya sede se encuentra actualmente en Suiza, aunque tiene tambi¨¦n oficinas en Londres. Pero resulta que Crown Resources -nacida de una fusi¨®n con otra empresa radicada en las Islas V¨ªrgenes- es, al parecer, propiedad de Alfa Group, un poderoso grupo petrol¨ªfero ruso. No se sabe demasiado sobre la compa?¨ªa o compa?¨ªas aseguradoras del barco, aunque parece que la londinense P&I tiene algo que ver con el asunto. Lo dicho, toda una met¨¢fora de la globalizaci¨®n.
Sobre el recorrido del Prestige s¨®lo se sabe a ciencia cierta que zarp¨® en su ¨²ltimo viaje desde un puerto de Letonia. ?Hacia d¨®nde se dirig¨ªa? Dicen que Singapur era su destino final, si bien se ha apuntado que el puerto de Gibraltar era su escala inmediata. Seg¨²n parece, el trayecto de los petroleros es, muchas veces, incierto. En no pocas ocasiones, zarpan sin un destino claramente definido. Depende de quien quiera comprar la carga, lo que no es extra?o que se decida (incluso varias veces) a lo largo de la traves¨ªa, lo que, l¨®gicamente, obliga a variar el rumbo. Curiosidades del mercado del petr¨®leo y sus derivados.
Cuando ocurre una cat¨¢strofe, no es f¨¢cil encontrar a quien se responsabilice de ella. Cuando se trata de reclamar la parte correspondiente del pastel, hay mucha gente implicada en el negocio, pero nadie quiere saber nada cuando las cosas van mal. Las consecuencias del desastre las pagar¨¢n miles de gentes an¨®nimas, cuya ¨²nica culpa es la de vivir en unas costas frente a las cuales pasan todos los d¨ªas barcos cargados de todo tipo de sustancias peligrosas. Por su parte, las diversas administraciones deber¨¢n aportar fondos para paliar el problema, con lo que acabaremos pagando todos. As¨ª son las cosas en la ¨¦poca de la globalizaci¨®n. Los beneficios son privados, las p¨¦rdidas, p¨²blicas. Como cuando quiebra un banco, como consecuencia de toda una serie de extra?as operaciones repartidas por un sinf¨ªn de pa¨ªses, y hay que inyectar dinero p¨²blico para su rescate. Como cuando la lluvia ¨¢cida causada por la contaminaci¨®n de algunas empresas arruina los bosques en pa¨ªses situados a miles de kil¨®metros.
El PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) public¨® hace tres a?os un informe sobre los Bienes P¨²blicos Globales (Oxford University Press, 1999) caracterizando ¨¦stos como los que aportan beneficios a la sociedad m¨¢s all¨¢ de las fronteras, las generaciones, o los grupos de poblaci¨®n. Su protecci¨®n y buena gesti¨®n es vital para nuestro futuro, pero el mercado resulta un instrumento sumamente ineficaz para ello. Sin embargo, en un mundo que en lo pol¨ªtico sigue funcionando b¨¢sicamente en torno a los Estados-naci¨®n -cuyo ¨¢mbito ha sido ya ampliamente superado por la din¨¢mica econ¨®mica-, gobiernos y empresas eluden sus responsabilidades. Todos acabamos perdiendo, aunque algunos m¨¢s que otros.
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