La verdadera literatura
A comienzos de los a?os sesenta, Joan Perucho representa en Barcelona, en una Barcelona m¨¢s oscura y m¨¢s humosa de lo que hoy suele creerse, una de las grandes voces de la anormalidad literaria, y la anormalidad o anomal¨ªa era lo que en aquel momento m¨¢s pod¨ªa atraer a un escritor joven. Se le conoc¨ªa, sobre todo, m¨¢s que por su poes¨ªa, por dos novelas ins¨®litas: Llibre de cavalleries y Les hist¨°ries naturales; en la primera establece un sutil juego de correlaciones y transferencias entre el pasado ¨¦pico medieval catal¨¢n y el presente contempor¨¢neo, y la segunda, centrada en la curiosa confluencia entre carlismo y vampirismo en el siglo XIX. Los planteamientos resultantes, como se ve, son muy ins¨®litos, pero no menos la escritura: me ha quedado grabada una frase de la segunda novela, "els cavallers passejaven entre les fanerog¨¤mes". Aunque en la literatura de aquel momento, en el otro extremo norte peninsular, hab¨ªa un escritor comparable en algunos aspectos de Perucho, ?lvaro Cunqueiro, eran, pese a ese parentesco y excelente relaci¨®n personal, de familia estil¨ªstica distinta, aunque ambos escribieron en lenguas minoritarias perif¨¦ricas: Cunqueiro tend¨ªa siempre, en parte por el modelo de lengua gallega que eleg¨ªa -muy propia para ello-, a cierto sugestivo arca¨ªsmo, y, en cambio, Perucho muy fiel ante el magisterio de Carles Riba, se propon¨ªa ante todo escribir literatura contempor¨¢nea incluso en las opciones de registro ling¨¹¨ªstico. Al conocerle, Perucho revelaba un extraordinario sentido del humor y una inagotable curiosidad intelectual por los vericuetos poco concurridos y estomagantes de la literatura y una capacidad indeclinable para captar, tanto como lo esencialmente literario, las manifestaciones literarias de la estolidez; con los a?os, ello pod¨ªa incluso derivar hacia lo sarc¨¢stico, pero nunca perd¨ªa de vista la diana esencial de la literatura. Pocas conversaciones han sido tan estimulantes como la suya; pocas obras se parecen tanto a una conversaci¨®n con su autor. Es poeta, narrador y ensayista, pero lo m¨¢s caracter¨ªstico de ¨¦l consiste en su capacidad de intercambiar y hacer deliberadamente irreconocibles las fronteras de los g¨¦neros y tambi¨¦n la frontera entre lo real y lo ficticio. Ha sido siempre un ejemplo de independencia en lo literario, en lo art¨ªstico e incluso en lo c¨ªvico: sus opiniones son s¨®lo suyas, pero nunca dejan de plantear preguntas o de suscitarnos respuestas. Esto, al cabo, es lo propio de la verdadera literatura.
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