La secci¨®n oficial gana en inter¨¦s con la presentaci¨®n de dos pel¨ªculas corales de Yugoslavia e Israel
Dos pel¨ªculas corales con planteamientos similares y desarrollos contrapuestos a?adieron ayer algo de inter¨¦s a una secci¨®n oficial cuya calidad parece crecer con los d¨ªas. Tanto la yugoslava Boomerang, de Dragan Marinkovic, como la israel¨ª Desperado Square, de Benny Torati, parten de un espacio para narrar su historia, en el primero un extra?o bar en el que la m¨²sica ambiental es la grabaci¨®n de una r¨¢faga de ametralladora y en el segundo, una plaza por la que pululan los m¨¢s diversos personajes.
Boomerang es, ante todo, un filme alocado, no s¨®lo por el ritmo que Marinkovic confiere a la narraci¨®n, sino porque las situaciones que en ¨¦l se desarrollan, de tan absurdas, parecen haber surgido de esas discusiones en las que cada uno de los contertulios aporta una idea m¨¢s disparatada que la anterior. De esa escritura autom¨¢tica surgen relaciones imposibles, coincidencias descabelladas y una acci¨®n acelerada que explota en una secuencia final casi cat¨¢rquica, a la que confluyen todos los personajes y las historias.
En esa locura colectiva quien sale peor parada es la propia estructura de la cinta, muy irregular y llena de sobresaltos, porque, si la comedia es un g¨¦nero en el que la dificultad para mantener el ritmo narrativo es complicado, en una comedia coral de estas caracter¨ªsticas se corre el riesgo, como as¨ª sucede, de quedar sobrepasado por los acontecimientos de la propia acci¨®n.
M¨¢s calmada es Desperado Square, un amable homenaje a las pel¨ªculas de los cines de barrio, pero no en versi¨®n Jos¨¦ Manuel Parada, sino con los musicales indios como referente. Y ese es su principal problema para el espectador europeo: el desconocimiento de una cinematograf¨ªa tan vasta como la que se produce en la India.
La lucha de dos hermanos por reabrir un viejo cine propiedad de su padre, 30 a?os despu¨¦s de su cierre, y el empe?o en programar Sangam, una pel¨ªcula india de cuatro horas de duraci¨®n que cautiv¨® a los espectadores en el momento de su estreno, da como resultado una cinta heredera de aquellas pel¨ªculas sobre la fascinaci¨®n del viejo cine, como Cinema Paradiso o Splendor, pero que, con mitos de la pantalla que no son Humphrey Bogart e Ingrid Bergman sino Raj Kapoor y Rajendra Kumar, deja demasiado indiferente.
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