Los azulgrana se van de la lengua
En un campo pesado, baj¨® una lluvia a veces torrencial, lo m¨¢s habitual es que los choques sean frecuentes. Son partidos dif¨ªciles para los jugadores y para los ¨¢rbitros. Hay que saber discernir entre la dureza y la intencionalidad. Real y Bar?a supieron adaptarse al terreno y apenas produjeron acciones violentas, la dureza fue escasa porque todos quer¨ªan jugar al f¨²tbol sobre un c¨¦sped que lo permit¨ªa en todo momento. En tales circunstancias, dos expulsados parece un resultado excesivo para un partido limpio (tanto en el campo como en la grada). El problema fue la lengua.
El hispano brasile?o Motta fue el primero en disfrutar del agua caliente de la ducha. Apenas hab¨ªa tenido sino leves roces con L¨®pez Rekarte, menudencias propias de cualquier partido. El muchacho fue a despejar un bal¨®n en la frontal del ¨¢rea y choc¨® con un futbolista del la Real. El ¨¢rbitro se equivoc¨® y pit¨® una posterior falta a un jugador realista. Motta se fue hacia ¨¦l y Pino Zamorano le mostr¨® la tarjeta roja. Cabe pensar lo que ocurri¨®. Un golpe duro para el Bar?a que intentaba coserse al partido y al bal¨®n en busca del empate.
Los nervios, a diferencia del nervio, nunca han servido para jugar al f¨²tbol. En la prolongaci¨®n, Overmars, un veterano, interrumpi¨® con falta una internada de L¨®pez Rekarte. Pino Zamorano la se?al¨® y se ech¨® la mano al bolsillo. Antes de que apareciera la cartulina, a Overmars se le fue la lengua y el ¨¢rbitro cambi¨® de color. Segunda tarjeta roja en un partido limpio. Una protesta cuando ya no hab¨ªa nada que hacer, que significa al menos un partido de sanci¨®n. Fue todo el bot¨ªn del Bar?a. Mala imagen futbol¨ªstica, mala imagen social. No s¨®lo el entorno est¨¢ nervioso.
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