Sencilla intensidad

A veces aporrea la guitarra y salen truenos, tormentas el¨¦ctricas de country blues y distorsi¨®n. Se fuma un cigarro tras otro. Se sienta al piano y de sus teclas salen melod¨ªas cargadas de pasi¨®n. Su garganta es amarga, tanto tabaco; y no le hace falta ser simp¨¢tico, por mucho que le insistan en arrancarle un saludo. La aspereza de su concierto desconcierta a buena parte del p¨²blico. ?Esperaban al Adams energ¨¦tico de los discos con banda? Se hab¨ªa advertido que ven¨ªa con una chelista y una violinista, y que ¨¦l se iba a alternar entre el piano, la guitarra de palo y la electroac¨²stica. Conociendo su pose un tanto sobrada, podr¨ªa esperarse cualquier cosa. Pero dio una lecci¨®n de intensidad y atrevimiento. Una propuesta hermosa, dif¨ªcil de entender si se es s¨®lo de un bando, del de Dylan, Cohen o Morrison; o del de Nirvana o Pearl Jam. Si en la oreja del espectador caben los dos lugares, el extra?o recital de Adams podr¨ªa colocarse entre los m¨¢s sublimes que se han visto.