Ronaldo, el mejor para hacer caja
El tir¨®n del campe¨®n mundial permite al Madrid abrirse paso en el fabuloso mercado japon¨¦s
Decenas de j¨®venes se agolpan cada d¨ªa a la puerta del hotel en el que se aloja el Real Madrid y en los vest¨ªbulos del edificio pertrechados con todo el equipamiento de los fans recalcitrantes: fotos de sus futbolistas favoritos, camisetas, bol¨ªgrafos y c¨¢maras fotogr¨¢ficas, en este caso tel¨¦fonos m¨®viles de nueva generaci¨®n capaces de obtener la instant¨¢nea de sus ¨ªdolos. Son hinchas situados generalmente entre los 18 y los 25 a?os, con predominio femenino, que vocean insistentemente el nombre de cualquiera de los jugadores que se dirigen al ascensor camino de su habitaci¨®n. Si es Rub¨¦n Bravo o Mi?ambres, no importa. Tambi¨¦n les conocen. "?Dub¨¦n!, ?Minambles?", gritan a su paso. Ellos no pueden evitar cierta sorpresa. No est¨¢n acostumbrados a los peque?os rituales de la fama. Sol¨ªcitos, acuden a la fila de los aficionados y firman ceremoniosamente unos cuantos aut¨®grafos. Pero eso apenas es un tr¨¢mite en comparaci¨®n con lo que sucede cuando aparecen Ronaldo, Zidane, Figo y Ra¨²l. O cuando llega Guti con su pelo rubio oxigenado, un s¨ªntoma de lo que suceder¨ªa si Beckham estuviera aqu¨ª.
Florentino P¨¦rez es feliz cuando ve el tumulto que despierta el brasile?o rotulador en ristre
A Florentino P¨¦rez, el presidente del Madrid, le gusta observar la escena. Le gusta referirse al valor contable que tiene un hincha, m¨¢s a¨²n en Jap¨®n, territorio relativamente virgen y muy prometedor para el f¨²tbol. Hace tres a?os, en el partido que disput¨® frente al Cruzeiro, el equipo despert¨® un inter¨¦s infinitamente menor que ahora. Pero desde entonces han cambiado algunas cosas en el Madrid. Ahora est¨¢n Figo, Zidane y Ronaldo, tres h¨¦roes balomp¨¦dicos que tienen fascinados a los japoneses. Cuando aparecen, se produce un tumulto que alcanza los mayores decibelios con el brasile?o, el protagonista de la Copa del Mundo, que regresa a Yokohama, el escenario final de su apote¨®sico regreso.
Ciertamente, a Florentino P¨¦rez le gustar¨ªa que todos sus futbolistas fueran como ¨¦l mismo. El dirigente atiende a todos los aficionados, les saluda, les firma aut¨®grafos, se fotograf¨ªa con ellos, les regala insignias... Lo entiende como un deber del cargo que ocupa y considera que los jugadores har¨ªan bien en comprender la importancia de las relaciones p¨²blicas. ?l observa a los que firman y saludan y tambi¨¦n a los que no firman ni saludan. Y sobre ¨¦stos hace una consideraci¨®n: "No hay manera de que entiendan que su riqueza depende finalmente de la gente". No se sabe si tiene alguna queja del rendimiento de Ronaldo, pero en cuestiones de imagen est¨¢ m¨¢s que satisfecho. El presidente sabe lo que quiere del crack y el crack no le falla. Una buena pila de gente se amontona a su alrededor, todos excitados ante la idea de ser correspondidos por el ¨ªdolo. Ronaldo corresponde. Con una sonrisa perfectamente natural, toma rotuladores, firma, abraza, se deja fotograf¨ªar, avanza un metro y vuelve a empezar. P¨¦rez sonr¨ªe complacido.
Los estudios que obran en poder del Madrid indican que el f¨²tbol es el segundo deporte nacional en Jap¨®n, por detr¨¢s del imbatible b¨¦isbol. La peculiaridad del f¨²tbol es que se trata de un entretenimiento novedoso, sin ninguno de los atavismos que despliega en Europa o Suram¨¦rica. Como no hay tradici¨®n, los clubes son menos referencia que las grandes estrellas. Ellos son los que mueven pasiones y los que crean fidelidad. De ellos depende en buena parte el grado de popularidad de un equipo, que en el caso del Madrid es francamente alta. Un rasgo interesante es la supeditaci¨®n al efecto de los jugadores en las selecciones. En Jap¨®n, Zidane y Ronaldo son ¨ªdolos porque triunfaron en los dos ¨²ltimos Campeonatos del Mundo, lo que les otorga una condici¨®n casi sobrenatural a los ojos de los hinchas. De eso se beneficia el Madrid en estos momentos. Y quiz¨¢ por ese lado hay que buscar el menor nivel de aceptaci¨®n de los espa?oles, incluido Ra¨²l. Les falta pasar el rubic¨®n del Mundial.
El Madrid comienza a explorar el mercado japon¨¦s porque sabe que ah¨ª dentro hay 40 millones de personas que se declaran encantadas con el f¨²tbol. No s¨®lo son muchos millones, sino participantes de un ¨¢rea potencialmente fabulosa, una especie de Eldorado. El club no tiene todav¨ªa cifras concretas del despegue del club en Jap¨®n, pero la tendencia apunta a un incremento espectacular en las ventas de productos, a la cabeza de las cuales se sit¨²a Ronaldo. Su rostro jovial aparec¨ªa incesantemente en la televisi¨®n para pregonar la final de la Copa Intercontinental. ?l, simp¨¢tico dent¨®n, tiene adem¨¢s el aire de un personaje de c¨®mic. Con Ronaldo se pueden hacer vi?etas y aqu¨ª las vi?etas de c¨®mic son parte esencial de la cultura juvenil. Todo le acompa?a: el aura heroica del mejor jugador de la Copa del Mundo, su dram¨¢tico regreso al f¨²tbol y su estilo de delantero, m¨¢s dado a las proezas individuales que a la ortodoxia que tan poco se entiende en Jap¨®n. De su mano, el Madrid explora relaciones con compa?¨ªas japonesas que le sirvan de catapulta para luchar con el Manchester United y algunos equipos italianos por eso que se llama cuota de mercado. Ronaldo parece que lo sabe y Florentino P¨¦rez lo sabe mejor que nadie. Por eso es feliz cuando observa el tumulto que despierta Ronaldo y, rotulador en ristre, su met¨®dica respuesta a tanta pasi¨®n.
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