Los terroristas atacan la fe en Colombia
Para las personas alrededor del mundo, la Iglesia es un refugio. Una instituci¨®n de seguridad, respetada por su fe y consistencia en el servicio para todas las personas sin distinci¨®n de riqueza, pasado o educaci¨®n. Como nosotros en Colombia -Gobierno y poblaci¨®n por igual- trabajamos para crear una sociedad en donde haya seguridad para todos y una oportunidad para todos, la Iglesia en Colombia es un aliado vital. Es una de nuestras instituciones civiles m¨¢s respetadas y efectivas y debe ser protegida como s¨ªmbolo de la fe y esperanza de todos.
Pero Colombia se ve enfrentada a lo que parece ser un ataque directo contra la libertad religiosa, proporcionando una prueba irrefutable para la poblaci¨®n colombiana y para la comunidad internacional, que los grupos terroristas armados en Colombia no tienen respeto por los derechos b¨¢sicos y fundamentales que son el pilar de la humanidad y la democracia.
Hace tres semanas, las fuerzas militares, trabajando con la poblaci¨®n colombiana, se anotaron una victoria contra el terrorismo al liberar al arzobispo Jim¨¦nez, el presidente de la Conferencia Latioamericana de Obispos, secuestrado el 10 de noviembre por terroristas de las FARC. ?l es una de las 523 v¨ªctimas liberadas este a?o mediante operaciones contra el secuestro en Colombia. Sin embargo, este ¨¦xito objeto de celebraci¨®n ocurri¨® en contraste con un desarrollo desconcertante y extraordinario en Colombia: en los ¨²ltimos 10 meses ha ocurrido un incremento del 300% en la violencia contra los l¨ªderes religiosos: s¨®lo durante este a?o 14 l¨ªderes religiosos han sido asesinados por estos tres grupos terroristas en Colombia, pero predominantemente las FARC.
Cuando se considera que en 40 a?os el n¨²mero total de l¨ªderes religiosos asesinados es de 38, y luego se analiza que el 28% de ellos han sido asesinados este a?o, muestra la tendencia perturbadora del ataque contra la fe y la religi¨®n en Colombia. No podemos olvidar que el ataque terrorista m¨¢s infame en la historia de Colombia ocurri¨® tan s¨®lo hace seis meses, cuando las FARC lanzaron una bomba contra una iglesia en Bojay¨¢ llena
de civiles inocentes y tres sacerdotes. S¨®lo en ese ataque 119 personas fueron asesinadas, siendo la mayor¨ªa de ellos mujeres y ni?os.
?Qu¨¦ est¨¢ haciendo el Gobierno colombiano para contrarrestar esta amenaza? Hemos instituido un programa de protecci¨®n para los sacerdotes y para aquellos que se encuentren directamente amenazados y estamos trabajando a trav¨¦s de la Nueva Red de Cooperaci¨®n Ciudadana, que se basa en consejos de la poblaci¨®n; esta red fue un factor determinante que llev¨® a la liberaci¨®n del arzobispo Jim¨¦nez y otros desde el inicio del programa, el 11 de agosto de 2002. Como ministra de Defensa, estoy trabajando con las Fuerzas Armadas para confrontar esta nueva amenaza contra los l¨ªderes religiosos y contra nuestros maestros, periodistas y sindicalistas, y trabajaremos para garantizar la seguridad y libertad de la religi¨®n en Colombia.
Como pa¨ªs, tambi¨¦n necesitamos la ayuda y el apoyo de la comunidad internacional. Las FARC y ELN, e incluso las AUC, han logrado explotar la neutralidad profesional de los diplom¨¢ticos y periodistas al pretender ofrecer una alternativa ideol¨®gica a la democracia en Colombia. Los ataques recientes contra la Iglesia no son errores aislados, sino una campa?a fr¨ªamente calculada contra la libertad de culto en Colombia por mafias criminales disfrazadas de rebeldes.
Las redes de infraestructura y financieras de estas mafias son transnacionales; muchas de ellas utilizan cuantas bancarias en Europa y en Estados Unidos para negociar rescates, lavar dinero y adquirir armamento para llevar a cabo sus actos de terror. Es el momento de cerrar estas organizaciones criminales y sus redes y que la comunidad internacional trate a estos asesinos de sacerdotes como enemigos de la libertad y la humanidad, que es lo que realmente son.
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