Portugal y Espa?a: una relaci¨®n especial
Cada d¨ªa surgen noticias y nuevos datos sobre las relaciones entre Portugal y Espa?a, pero son escasos los an¨¢lisis sobre el estado actual de las relaciones y su futuro desarrollo.
Desde el punto de vista portugu¨¦s existen, a mi entender, dos cuestiones fundamentales que debemos plantear con respecto a Espa?a. La primera es si Espa?a es para Portugal un pa¨ªs como los dem¨¢s pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Esta cuesti¨®n lleva sobreentendida la pregunta inversa, es decir, si para Espa?a Portugal es un pa¨ªs m¨¢s de la Uni¨®n Europea o debe tener un trato diferente.
La segunda cuesti¨®n es si la posici¨®n portuguesa deber¨ªa ser la de actuar en Espa?a, desde un punto de vista puramente pragm¨¢tico, en lo econ¨®mico, lo cultural, etc¨¦tera, como en cualquier otro pa¨ªs de la Uni¨®n, o si Portugal deber¨ªa plantear la idea de una acci¨®n especial de promoci¨®n.
Estas dos cuestiones abordan temas realmente distintos: la primera tiene que ver con la pol¨ªtica de alianzas externas de Portugal, en la que Espa?a es un elemento clave desde el siglo XVII.
Desde mediados del siglo XV y hasta el final del siglo XVI las relaciones entre las coronas de Portugal y de Castilla y Le¨®n fueron inmejorables. Sin embargo, la necesidad de buscar aliados para garantizar una nueva dinast¨ªa -los Bragan?a- propici¨® a mediados del XVII un cambio radical de pol¨ªtica exterior en Portugal y la relaci¨®n especial con Francia y sobre todo con Inglaterra.
Esta perspectiva fue ampliamente discutida en la sociedad portuguesa a lo largo del siglo XIX, con opiniones cada vez m¨¢s cr¨ªticas. La discusi¨®n se volvi¨® fuertemente emocional en el contexto de la crisis pol¨ªtica de 1890, la cual fortaleci¨® la idea de la posibilidad de una alianza preferencial con Espa?a, en cualquier caso diferente de lo que ser¨ªa una Uni¨®n Ib¨¦rica, que s¨®lo servir¨ªa para potenciar conflictos civiles en la Pen¨ªnsula. El tema fue discutido a ambos lados de la frontera hasta los a?os treinta del siglo XX, ¨¦poca en que dejaron de existir las condiciones adecuadas para debatir ¨¦stos y otros temas.
La adhesi¨®n simult¨¢nea a la Uni¨®n Europea de Portugal y Espa?a en 1986 cambi¨® la situaci¨®n radicalmente, y la amistad entre los dos pueblos (que no es, me parece, discutible) pudo proyectarse en actos concretos de cooperaci¨®n. En ese momento surgi¨® la tesis en Portugal de que la relaci¨®n ib¨¦rica tendr¨ªa como cauce institucional el marco comunitario, el cual ser¨ªa la respuesta a la pol¨ªtica de alianzas, es decir, la UE ser¨ªa "la Alianza" por definici¨®n, englobando a todos los posibles aliados. De esta manera, el debate quedar¨ªa cerrado. Sin embargo, ?no ser¨¢ ¨¦sta una soluci¨®n incompleta?
La segunda cuesti¨®n considera temas de actuaci¨®n pr¨¢ctica: est¨¢ claro que Espa?a es demasiado importante para la econom¨ªa de Portugal, y el reto cultural es demasiado fuerte como para adoptar la postura de decir que la actuaci¨®n de los ministerios de Portugal debe ser id¨¦ntica en Espa?a a la dibujada para cualquier otro pa¨ªs de la Uni¨®n.
Los intercambios econ¨®micos son de tal orden que no permiten dudas a ese respecto: Espa?a es claramente nuestro primer proveedor, acaparando el 27% de la importaci¨®n portuguesa total (dato del primer semestre de 2002). Los datos disponibles indican que en la actualidad es tambi¨¦n el primer mercado de exportaci¨®n de Portugal, superando a Alemania en ese puesto, que ostentaba hace d¨¦cadas.
Como ha dicho el actual ministro de Exteriores de Portugal, Martins da Cruz, mi pa¨ªs tiene "la suerte de tener como vecino a un pa¨ªs fuerte y din¨¢mico como es Espa?a". Sabias palabras, efectivamente. Podr¨ªamos tambi¨¦n decir que Espa?a tiene la suerte de tener al lado un pa¨ªs amigo que por s¨ª solo represent¨® casi 13.000 millones de euros de compras en el a?o 2001, siendo as¨ª el tercer mercado m¨¢s importante para Espa?a. Si analizamos la exportaci¨®n per c¨¢pita, estos valores ganan en significado, ya que Portugal es, sin duda, el primer comprador mundial de productos espa?oles. Por lo tanto, el crecimiento econ¨®mico y del empleo de Espa?a depende en alguna medida de sus ventas a Portugal y de la evoluci¨®n de la econom¨ªa portuguesa.
No pudo ser mejor el entendimiento entre los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez y de Cavaco Silva en los ochenta y principios de los noventa. M¨¢s tarde tambi¨¦n el di¨¢logo entre J. M. Aznar y Ant¨®nio Guterrres fue muy fruct¨ªfero para ambos pa¨ªses, relaci¨®n que se ha reforzado con el actual presidente de Gobierno de Portugal, Dur?o Barroso. Las posiciones de Portugal y Espa?a fueron en estos a?os casi siempre coincidentes en los temas clave de la Uni¨®n Europea. Subrayo el apoyo que siempre dio Espa?a en los foros internacionales a la soluci¨®n propuesta por Portugal para el conflicto de Timor Oriental.
Son mucho m¨¢s importantes los aspectos positivos de una mejor colaboraci¨®n entre los dos pa¨ªses que las dificultades que puedan surgir. Por otro lado, parece claro que s¨®lo una evoluci¨®n que conduzca a un equilibrio relativo en la Pen¨ªnsula podr¨¢ ser ¨²til a largo plazo, por lo que ello representa en s¨ª mismo y como condici¨®n para la aceptaci¨®n pol¨ªtica en Portugal de esa colaboraci¨®n. Algunos medios (en particular econ¨®micos) en Espa?a parecen tener alguna dificultad con la noci¨®n de que no es posible pol¨ªticamente que en mi pa¨ªs se acepte la idea de que sectores fundamentales de nuestra econom¨ªa sean controlados desde Madrid o Barcelona (o Londres o Berl¨ªn), por un sencillo efecto del juego de fuerzas de mercado.
Creo que tambi¨¦n se deber¨ªa considerar el factor pol¨ªtico. La profunda cooperaci¨®n entre Portugal y Espa?a necesita de un alto grado de consenso en los dos pa¨ªses y por eso hay temas que deber¨ªan ser pensados con cuidado y sentido com¨²n.
El ministro de Exteriores de Portugal lanz¨® recientemente un programa de renovaci¨®n de la estructura de las relaciones exteriores de Portugal, tanto a nivel econ¨®mico como cultural, que pretende rellenar un vac¨ªo que se sent¨ªa en estos aspectos. Esta pol¨ªtica -que se aplaude por absolutamente necesaria- es denominada de "diplomacia econ¨®mica" y pretende coordinar los esfuerzos de los ministerios de Exteriores y de Econom¨ªa sobre las oportunidades de proyectar la imagen de Portugal en el exterior.
Defiendo que, en aquel marco, ser¨ªa oportuno hacer un esfuerzo especial en relaci¨®n a Espa?a. En todos los consulados de Portugal en Espa?a deber¨ªa existir un funcionario encargado de la promoci¨®n de las relaciones con Portugal. Subrayo que no se podr¨ªa limitar a la perspectiva comercial y de inversi¨®n, sino tambi¨¦n tener sensibilidad para la perspectiva cultural, para seguir la pauta marcada por el ministro de Exteriores portugu¨¦s cuando se refiere a "garantizar coherencia al conjunto de acciones culturales con dimensi¨®n exterior".
Nos parece tambi¨¦n ¨²til considerar la apertura en Madrid de un centro cultural portugu¨¦s para atribuir otra dimensi¨®n a nuestra presencia cultural en Espa?a.
?Cu¨¢l podr¨ªa ser la contribuci¨®n de los poderes p¨²blicos y de la sociedad civil espa?ola para este esfuerzo de conocimiento mutuo? El papel de las autonom¨ªas estar¨ªa en la apertura de ejes de comunicaci¨®n e informaci¨®n con la Embajada de Portugal y los consulados, creando lazos regulares de contacto de sus consejer¨ªas econ¨®micas, culturales y de asuntos europeos con nuestros representantes, para iniciativas en su ¨¢mbito competencial y para preparar acciones coordinadas de defensa, en otros foros, de intereses comunes a Portugal y Espa?a. En la perspectiva cultural, el ejemplo feliz de las iniciativas de Salamanca -2002, con eventos culturales en colaboraci¨®n con Portugal- deber¨ªa ser seguido por otras ciudades de Espa?a. En lo referente a la sociedad civil, adem¨¢s de una participaci¨®n cada vez m¨¢s significativa en el conocimiento de los dos pa¨ªses en todos los aspectos, ser¨ªa positivo incentivar la creaci¨®n de fundaciones como la del rey Afonso Henriques (primer rey de Portugal) en Zamora o la Fundaci¨®n Catalu?a-Portugal, que potencien las oportunidades de contacto y desarrollo de los dos pa¨ªses, que, siendo como son dos naciones antiguas de larga proyecci¨®n hist¨®rica, s¨®lo pueden beneficiarse de una colaboraci¨®n, tanto en el marco europeo del que son miembros como en el campo bilateral.
Manuel Ramires de Oliveira ha sido consejero econ¨®mico de la Embajada de Portugal en Espa?a de 1983 a 2000.
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