Las mujeres de Cangas lavan a los marineros y atienden la intendencia

Lo dice el cantar: "Non te casas cun ferreiro / que ¨¦ mui malo de lavare / C¨¢sate cun mari?eiro / que ven lavado do mare" (No te cases con un herrero, que es muy malo de lavar. C¨¢sate con un marinero, que viene lavado del mar). Lo que ayer saltaba a la vista en el puerto de Cangas do Morrazo era otro cantar radicalmente distinto. Las mujeres se turnaban, en tandas de diez, para recibir a los hombres, en el mismo dique en que desembarcaban, y darles un primer repaso de jab¨®n contra el chapapote que les envolv¨ªa hasta las cejas.

Otras, armadas de cuchillas, rasgaban el mono embadurnado y ah¨ª mismo decid¨ªan si el marinero deb¨ªa despojarse tambi¨¦n del traje de agua -alguna broma surg¨ªa inevitable, pero sobraban todos los chistes-, y pasarlo a otra partida an¨¢loga de mujeres, dedicada a la lavander¨ªa de las prendas. La cocina, la intendencia toda, ten¨ªa rostro de mujer y trato afectuoso para los que llegaban.

"Me paso el d¨ªa aqu¨ª", dice Mar¨ªa del Carmen Sanz, 60 a?os. "Mi hijo me baja por la ma?ana y hago lo que me dicen. A mediod¨ªa subo a casa, tengo que dar de comer a cinco personas. Cuando acabo, vuelvo para aqu¨ª, y ya hasta las 11 de la noche". Casi ancianas y adolescentes, mujeres de todas las edades. Con aspecto cansado, como todo el mundo alrededor.

El traj¨ªn es incesante. La cocina y el vestuario est¨¢n en la lonja, a pie de mar. Es el paso siguiente a la lavada de ferreiro.Las mujeres acuden sol¨ªcitas cuando entran los marineros con cara de despiste y descalzos o con el torso desnudo, buscando repuesto de indumentaria.

"Todo donaciones"

La atenci¨®n es casi autom¨¢tica en la improvisada barra: callos, lentejas, bocadillos, ofrece la pizarra. "No nos falta de nada. La gente trae de sus casas lo que puede. Los comerciantes, los restaurantes han dado mucho. Son todo donaciones", asegura Mucha.

Casi todas las mujeres son del pueblo. Montse Mart¨ªnez est¨¢ dando vueltas a las tajadas en una paellera enorme que se ha tra¨ªdo ella misma de Barcelona. Lleg¨® a las tres de la ma?ana de ayer. "Estuvimos tres d¨ªas llamando a los tel¨¦fonos oficiales y no hab¨ªa manera de comunicar. As¨ª que, con otra compa?era, llenamos una furgoneta de viandas y nos vinimos por las bravas". En Barcelona tienen una empresa de comidas a domicilio, Volare, y permanecer¨¢n en Cangas hasta el lunes. "Y volveremos si es necesario".

Las mujeres han improvisado una unidad de fisioterapia, para dar masaje a los marineros que llegan deslomados. Y otra de cartograf¨ªa, para ir se?alando los puntos de actuaci¨®n. "Est¨¢n donde siempre. Qu¨¦ ser¨ªa de nosotros sin las mujeres", se pregunta Jorge Paredes, un veterano.