Etiop¨ªa, un pa¨ªs de campesinos sin tierra
Oposici¨®n e inversores creen que la propiedad p¨²blica del campo frena el desarrollo y es una causa del hambre
El reconocimiento por parte del Gobierno del primer ministro et¨ªope, Meles Zenawi, de que Etiop¨ªa sola no va a ser capaz de salvar a su poblaci¨®n y la llamada de auxilio de la mano de la ONU a la comunidad internacional antes de que sea demasiado tarde, constituyen un hito en la historia del pa¨ªs. Los anteriores gobiernos dieron la espalda a los millones de hambrientos y trataron de que pasaran inadvertidos ante el resto del mundo. Las agencias humanitarias aseguran que la actitud del actual Gobierno ser¨¢ decisiva para evitar la muerte de millones de et¨ªopes, pero la oposici¨®n acusa al Gobierno de corrupci¨®n en la distribuci¨®n de ayuda humanitaria.
"Es imposible para Etiop¨ªa resolver este problema sola, no podemos hacer frente a la sequ¨ªa con nuestros medios", reconoc¨ªa Zenawi hace unos d¨ªas a la cadena brit¨¢nica BBC. "Espero que consigamos la ayuda que necesitamos. Esto es como una pesadilla recurrente", a?adi¨®. Sus antecesores, el emperador Haile Selassie y el coronel Mengistu, ocultaron a los ojos del mundo las hambrunas que sufri¨® Etiop¨ªa durante sus gobiernos. Cuando avisaron ya era demasiado tarde y los desnutridos mor¨ªan a cientos. Su indiferencia ante el sufrimiento de su pueblo les cost¨® caro. Ambos fueron derrocados por sublevaciones alimentadas por la indignaci¨®n popular. Fuentes de Naciones Unidas aseguran que jam¨¢s un Gobierno et¨ªope ha respondido con tanta rapidez a una crisis alimentaria ni ha estado tan dispuesto a colaborar. En junio de este a?o los t¨¦cnicos oficiales ya se hab¨ªan distribuido por todo el pa¨ªs para evaluar el alcance de la tragedia.
La Comisi¨®n de Prevenci¨®n y Preparaci¨®n para el Desastre (CPPD) es el organismo del Gobierno encargado de almacenar y distribuir la ayuda que llega de fuera, en coordinaci¨®n con las organizaciones donantes. El CPPD es tambi¨¦n el blanco de las acusaciones de la oposici¨®n pol¨ªtica, que lo considera un organismo ineficiente y corrupto. "Parte de la ayuda se pierde en la burocracia. Otra parte se queda en manos de los funcionarios", asegura Vallene Petros, m¨¢ximo l¨ªder de la oposici¨®n y presidente de la coalici¨®n de grupos opositores, que cuenta con 9 esca?os en un Parlamento de 547 miembros.
Fuentes de la ONU aseguran, sin embargo, que no se han registrado casos de corrupci¨®n y que despu¨¦s de tantos a?os dependiendo de la ayuda internacional, el pa¨ªs de las hambrunas se ha convertido en uno de los pa¨ªses que mejor trabaja con las agencias internacionales. En la clasificaci¨®n de pa¨ªses corruptos que establece anualmente la organizaci¨®n no gubernamental Transparency International, Etiop¨ªa se encuentra en la mitad de la tabla, junto a China, y aparece como uno de los cinco pa¨ªses menos corruptos de ?frica.
El Gobierno de Zenawi, en sus comienzos de corte marxista-leninista, se ha ido transformando en un Ejecutivo que hoy proclama el liberalismo econ¨®mico y los derechos y libertades democr¨¢ticas. Para ello ha puesto en marcha un paquete de reformas pol¨ªticas y economicas que caminan a ritmo lento.
El Estado ostenta la propiedad de todas las tierras del pa¨ªs, de la radio y la televisi¨®n, de la energ¨ªa y las telecomunicaciones. La oposici¨®n pol¨ªtica defiende la privatizaci¨®n de la tierra, la concentraci¨®n parcelaria y la agroindustralizaci¨®n para acabar con las hambrunas. Argumentan que al no poseer la tierra, los agricultores pueden ser expulsados en cualquier momento -cosa que raramente sucede-, y que por eso no invierten en la mejora de sus fincas. La propiedad p¨²blica de la tierra es igualmente criticada por los inversores extranjeros, que ven reducidas sus posibilidades de establecerse en el pa¨ªs mediante la compra de grandes extensiones para dedicarlas a los productos de exportaci¨®n.
En el campo del respeto a las reglas del juego de la democracia, el Gobierno de Zenawi ha recibido acusaciones de fraude electoral en las primeras elecciones et¨ªopes (2000) y de violaciones de derechos humanos. "Es demasiado peligroso ser opositor", asegura Petros. "Durante las pasadas elecciones, 20 activistas de mi partido murieron, otros est¨¢n en la c¨¢rcel. Hacer oposici¨®n en Etiop¨ªa es la guerra", denuncia el l¨ªder opositor. La organizaci¨®n de defensa de derechos humanos Human Rights Watch tambien ha denunciado la represi¨®n de los disidentes en Etiop¨ªa.
Las divisiones ¨¦tnicas en el pa¨ªs son tambi¨¦n una importante fuente de conflicto y que causan enfrentamientos peri¨®dicos entre el Ej¨¦rcito y grupos regionales. La Constituci¨®n et¨ªope, aprobada hace seis a?os, favorece la descentralizaci¨®n de los nueve Estados del pa¨ªs y contempla el derecho a la autodeterminaci¨®n. El Gobierno del EPRDF (Frente Democr¨¢tico Revolucionario del Pueblo Et¨ªope) es una coalici¨®n de partidos en el que est¨¢n representadas las principales etnias, entre ellas la amara, la oromo, y los pueblos del sur. Pero quien ejerce el control en el Ejecutivo son los tigray, que habitan en el norte del pa¨ªs, etnia a la que pertenece el primer ministro.
Para compensar, el presidente et¨ªope, Girna Woldegiorgis, es un oromo. Las diferentes identidades regionales han dado lugar a partidos pol¨ªticos con aspiraciones independentistas, entre los que destaca el Frente de Liberaci¨®n Oromo (FLO), prohibido y considerado por el Gobierno grupo terrorista, y el Frente de Liberaci¨®n Nacional del Ogaden (FLNO). Ambos grupos mantienen enfrentamientos espor¨¢dicos con las fuerzas de seguridad. A los tigray se les acusa de nepotismo y de utilizar la ayuda alimentaria con fines electorales, favoreciendo siempre a los suyos, seg¨²n fuentes de las agencias humanitarias, que prefieren no revelar su identidad.
Cada etnia est¨¢ a su vez dividida en clanes y subclanes, que tambi¨¦n mantienen enfrentamientos y rivalidades. Pero, a pesar de que el historial del Gobierno de Zenawi puede que no sea intachable, unos y otros lo consideran un lujo comparado con el imperio del Ras Tafari Makonnen, m¨¢s tarde convertido en Haile Selassie, y el socialismo a la et¨ªope del coronel Mengistu.
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