El Bar?a toca fondo sin remedio
El conjunto azulgrana, pese al gran encuentro de Riquelme, incapaz de eludir la derrota ante el limitado Rayo
Ni por lo civil ni por lo criminal. Este Bar?a, m¨¢s errante que nunca, est¨¢ cada vez m¨¢s cerca de la cola que de la cabeza, lo que amenaza con encender una llama de incalculables consecuencias en una instituci¨®n m¨¢s cuestionada que nunca por su baj¨ªsimo perfil en los despachos, el banquillo y el campo. Ni siquiera en casa del pen¨²ltimo, el Rayo, fue capaz de sedar su agitaci¨®n social. Ni siquiera con un trecho de buen juego pudo aliviar el chaparr¨®n que se le avecina y, a la que baj¨® el pist¨®n, su rival le dej¨® malherido. Tan de plastilina es este Bar?a que ya no encuentra remedio ni en la mejor versi¨®n de Riquelme. Ni tampoco cuando todos se al¨ªan al discurso de Fuenteovejuna. Cosido con remiendos y con el t¨¦cnico, Louis van Gaal, rumiando la falta de calidad de una plantilla que ¨¦l mismo teji¨®, le quedan pocas salidas. A estas alturas, no hay posibilidad de criba y el traje es el que es, aunque siempre queda el recurso de cambiar de sastre por si las moscas.
RAYO VALLECANO 1 - BARCELONA 0
Rayo Vallecano: Etxebarria; Mario, Mainz, De Quintana, Graff; Azkoitia, Julio Alvarez (Perag¨®n, m. 75), Onopko, M¨ªchel; Bolic (Camu?as, m. 90) y Bolo (Mora, m. 72). Barcelona: Bonano; Puyol, Gabri, De Boer, Navarro; Rochemback (Gerard, m. 80), Xavi, Cocu; Riquelme; Saviola (Dani, m. 65) y Kluivert. Gol: 1-0. M. 64. Bal¨®n largo que Bolic, de espaldas, cabecea adelantado desde el borde del ¨¢rea hacia Azkoitia, que cruza ante la salida de Bonano. ?rbitro: Mejuto. Amonest¨® a Mainz, Rochemback, Bolo, Gabri, Cocu. Lleno en Vallecas. Asistieron al partido en el palco, a derecha e izquierda de la presidenta del Rayo, Teresa Rivero, el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, y el secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio G¨®mez Angulo.
En un duelo de alto voltaje, el Bar?a comenz¨® con una tiritona propia del que se sabe al borde del abismo. A la que el Rayo se meti¨® el cuchillo entre los dientes, se sinti¨® acogotado. Con una defensa parvularia, sin techo para el juego a¨¦reo ni engrase para las coberturas y plomiza en la salida, qued¨® a merced del adversario, que tambi¨¦n se jugaba la yugular. La palidez de Navarro, tan espeso y blandengue en la ida como en la vuelta, y el gaseoso experimento de Gabri como central retrataron de entrada a los azulgrana, apurados en cada pelotazo. Tan previsible resultaba el proyecto defensivo de Van Gaal que cada jugador local buscaba las nubes en las cercan¨ªas de Bonano, sin que importara su situaci¨®n. Ya se sabe que en Vallecas no hay distancias.
Cuando parec¨ªa condenado a una encerrona junto a Bonano, apareci¨® Riquelme, el mejor Riquelme que se ha visto. El argentino acudi¨® al rescate, el Rayo perdi¨® de vista la pelota y, como al inicio le hab¨ªa ocurrido a su insigne rival, sinti¨® tal escalofr¨ªo que meti¨® la marcha atr¨¢s. Por detr¨¢s de Saviola y Kluivert, el ex jugador de Boca jug¨® 45 minutos con todas las luces. En la tacita de Vallecas se busc¨® de tal forma las lentejas que convirti¨® a Onopko, su marcador, en un mu?eco de trapo. Inteligente para ganarse el espacio preciso, intuitivo para el toque corto cuando escuchaba tambores rivales, h¨¢bil para el uno contra uno y cerebral para dejar a sus delanteros en posiciones so?adas, estuvo diez pelda?os por encima de todos. Dos soberbios pases suyos pusieron a Kluivert en la sala de espera del gol, pero el holand¨¦s no es un depredador. Primero, su magn¨ªfico remate de zurda fue desviado por Imanol; poco despu¨¦s, se qued¨® de frente ante ¨¦l gracias de nuevo al comp¨¢s de Riquelme, que con un toquecito desde el medio campo mand¨® a hacer g¨¢rgaras a los centrales, pero se lio en el regate y Vallecas trag¨® saliva. Entre una y otra aventura del holand¨¦s, fue el propio Riquelme quien hizo resoplar de nuevo a la grada con un remate seco que olisque¨® Imanol junto al poste derecho.
Al Rayo le faltaba el bal¨®n -secuestrado por Xavi y el argentino, la sociedad que mejor funciona en este Bar?a- y cuando le ca¨ªa a los pies por casualidad estaba demasiado agrietado, con las l¨ªneas descosidas. Los centrales se refugiaban en la cueva por temor a Kluivert y los pivotes, Onopko y Azkoitia, no ten¨ªan tregua con Riquelme. De esta forma, Bolo y Bolic, la amenazante apuesta de Fernando V¨¢zquez, se quedaron aislados.
Con los perfiles definidos, el choque qued¨® a expensas de Riquelme, sin que ello garantizara el ¨¦xito al Bar?a, que ha dado pruebas de sobra de su inestabilidad. El equipo est¨¢ cogido con alfileres y a la que perdona al rival queda expuesto a la ruleta. As¨ª, en la medida en que perdi¨® de vista a Riquelme, mejor esposado en la segunda mitad, fue perdiendo el hilo. Se enred¨® en un juego hueco, sin rumbo. Como el Bar?a se dilu¨ªa, el Rayo empin¨® el asunto. Sin rebajar un ¨¢pice la febrilidad que se le supone a un equipo de corte sufridor y con la soga al cuello, se sacudi¨® las penas del primer periodo y tir¨® de nuevo del gui¨®n inicial. Por esa v¨ªa lleg¨® el gol de Azkoitia, en la jugada m¨¢s primitiva. Un punterazo a la coronilla de Bolic y Azkoitia que acude veloz al peinado mientras Gabri se la traga y De Boer llega tarde. Un gol tan simplota que evidenci¨® lo que es el Bar?a, incapaz de anclarse al gol cuando da lo mejor de s¨ª mismo, como anoche en el primer tiempo, y muy capaz de perder con la gorra ante cualquier contrario. Mal asunto, cuando en un equipo se reproducen las fugas atr¨¢s y delante; vamos, donde se cuece el pastel. Ni siquiera un buen rato de sus escasas estrellas, caso de Riquelme, le sirve de auxilio. Por algo ya est¨¢ m¨¢s cerca del ¨²ltimo que del primero. La amenaza de desahucio es total. S¨®lo resta poner fecha al derribo y adivinar por d¨®nde se romper¨¢ la cuerda.
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