La segunda refundaci¨®n de Europa, una oportunidad
Es el v¨¦rtigo. Contemplamos el atraso de Polonia, el coste de enderezar las renqueantes econom¨ªas orientales, la incorporaci¨®n del Chipre a¨²n dividido, el asunto de Turqu¨ªa, el gibraltar de Kaliningrado y el funcionamiento de una Uni¨®n Europea (UE) de veinticinco socios (cuando fue pensada para seis) como problemas. Lo son, pero constituyen tambi¨¦n, y sobre todo, una extraordinaria oportunidad.
El v¨¦rtigo actual es l¨®gico, porque la operaci¨®n replantea todos los fundamentos del club comunitario: sus l¨ªmites geogr¨¢ficos, los trazos definitorios de su identidad profunda, su viabilidad financiera y su eficacia institucional. Mejor la sensaci¨®n de crisis que la imprudente y demasiado extendida indiferencia ante la ampliaci¨®n m¨¢s decisiva de la Uni¨®n. La que reunificar¨¢ el continente enterrando definitivamente el fantasma del tel¨®n de acero.
Todas las ampliaciones han supuesto reajustes. Las realizadas sin maduraci¨®n previa conllevaron digestiones pesadas. As¨ª, la primera, al Reino Unido,Irlanda y Dinamarca, engendr¨® los virus de la insolidaridad financiera (plasmada en la reivindicaci¨®n del cheque brit¨¢nico) y del euroescepticismo (gracias a Margaret Thatcher y al no dan¨¦s en el refer¨¦ndum de Maastricht). La extensi¨®n a Grecia incorpor¨® todos los problemas exteriores de este pa¨ªs sin la contrapartida, al menos hasta anteayer, de una aportaci¨®n constructiva del nuevo socio.
La ampliaci¨®n a Espa?a y Portugal supuso, por el contrario, la primera y exitosa gran refundaci¨®n de la Comunidad. Impuls¨® un impresionante desarrollo de la misma, resolviendo a favor el dilema supuestamente irresoluble ampliaci¨®n versus profundizaci¨®n. Los atrasados sure?os obtuvieron enormes ventajas: la estabilidad de sus precarias democracias, un nuevo lugar en el mundo, y la trepidante recuperaci¨®n de sus d¨¦biles econom¨ªas y sus modest¨ªsimos niveles de bienestar social, al ritmo de un punto porcentual de sus PIB.
Pero tambi¨¦n la hoy UE culmin¨® una gran operaci¨®n global de impulso hacia adelante. Cambi¨® de naturaleza el contenido del presupuesto comunitario, al derivarlo del superproteccionista monocultivo agr¨ªcola hacia las pol¨ªticas de desarrollo regional; duplic¨® los recursos dedicados a ¨¦stas, profundizando la filosof¨ªa de la cohesi¨®n (lo que resolvi¨® adem¨¢s una asignatura pendiente de la ampliaci¨®n atl¨¢ntica, el retraso econ¨®mico de Irlanda); y enriqueci¨® su apertura al mundo, al a?adirle unas culturas internacionalmente potentes y las dimensiones mediterr¨¢nea y latinoamericana de las pol¨ªticas exteriores acarreadas por los reci¨¦n llegados.
Aunque en menor medida, tambi¨¦n la ampliaci¨®n n¨®rdica (Suecia, Finlandia, Austria) renov¨® la Comunidad. Los ricos escandinavos aportaron su puntillosa transparencia calvinista, su sana pasi¨®n por el medio ambiente y su conservacionismo del modelo social del Estado de bienestar. A costa, s¨ª, del reforzamiento de la visi¨®n anglosajona -¨¦nfasis en la perspectiva meramente comercial m¨¢s que en una visi¨®n articulada de Europa- y de los peajes a un bello neutralismo ya desfasado. Pero incluso el manejo de ¨¦ste enriqueci¨® el flanco humanitario de las incipientes pol¨ªticas exterior y de defensa de los Quince.
La conclusi¨®n es obvia. Pero recordarla quiz¨¢ no sea in¨²til. Toda ampliaci¨®n resulta un ¨¦xito, tambi¨¦n en t¨¦rminos de profundizaci¨®n, si resuelve previamente los problemas que los nuevos socios plantean a los originarios. Y si los candidatos se empe?an no s¨®lo en extraer, sino tambi¨¦n en contribuir. As¨ª sucedi¨® con Espa?a y Portugal. Su ingreso sirvi¨® para resolver ex ante el triple cuello de botella que atenazaba a la Comunidad, enfrentando entre s¨ª a grandes pa¨ªses como Alemania, Francia y el Reino Unido: la bancarrota financiera por el agotamiento de los recursos propios que Bonn se resist¨ªa a incrementar, la reforma de la pol¨ªtica agr¨ªcola que reclamaba Par¨ªs, el regateo del Londres thatcheriano (recu¨¦rdese el lema: "I want my money back") a cuenta de su "excesiva" contribuci¨®n financiera. El triple nudo se disolvi¨® en las cumbres de Sttutgart y Fontainebleau (1983 y 1984). ?stas dieron la luz verde a una ampliaci¨®n que causaba tanta desaz¨®n a campesinos franceses y plut¨®cratas b¨¢varos como la de ahora a muchos espa?oles. Los polacos (y m¨¢s, los turcos) aparecen a muchos comunitarios de hoy como los ib¨¦ricos de ayer a los socios de entonces.
La inminente cumbre de Copenhague decantar¨¢ la ampliaci¨®n al Este como peligro o como oportunidad. La desventaja respecto a la primera refundaci¨®n de Europa es que ahora muchos de los grandes problemas no se habr¨¢n resuelto con anterioridad, sino solamente encauzado, para solucionarse en paralelo.
Geoestrat¨¦gicamente, esta segunda refundaci¨®n aportar¨¢ a Europa m¨¢s paz y estabilidad, reza la ret¨®rica oficial. Bien puede trasladarse a los hechos. El conflicto chipriota est¨¢ cerca de resolverse gracias a su candidatura. Ello, junto a unos compromisos dignos y viables con Turqu¨ªa, desmantelar¨ªa el ¨²ltimo tel¨®n de acero europeo, el de Nicosia; disolver¨ªa las tensiones Atenas-Ankara en el Mediterr¨¢neo oriental; impulsar¨ªa la democratizaci¨®n del ex otomano enfermo de Europa; y mejorar¨ªa la plataforma de influencia de la Uni¨®n en el escenario de Oriente Pr¨®ximo. Adem¨¢s, la cuesti¨®n turca reabre el debate identitario europeo, que no necesariamente debe resolverse por la introspecci¨®n arqueol¨®gica consistente en rastrear componentes cultural-religiosos comunes y enarbolarlos desde?osamente frente al mundo isl¨¢mico, sino por la identidad de valores democr¨¢ticos y de compromisos voluntarios de futuro, seg¨²n la gu¨ªa de las tareas que pretendemos realizar juntos. Asimismo, la nueva vecindad de los Quince con Rusia (am¨¦n de los problemas de control fronterizo), podr¨ªa acelerar la modernizaci¨®n de este pa¨ªs y mejorar su anclaje continental.
Econ¨®micamente, los diez candidatos no s¨®lo son una carga, sino tambi¨¦n un mercado emergente que est¨¢ aportando ya a los Quince buena parte de su crecimiento. Y las escandalosamente cicateras condiciones que se les impone a su entrada, que deber¨¢n revisarse en el futuro, entra?an tambi¨¦n nuevas din¨¢micas. Al haberse decidido que el gasto agr¨ªcola de los Veinticinco tendr¨¢ un tope cuantitativo estricto, se pone presi¨®n a la necesaria disminuci¨®n relati-
va del reaccionario proteccionismo agr¨ªcola -perjudicial para la imagen de la UE y para el desarrollo de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo- y a la transformaci¨®n de la naturaleza de esta pol¨ªtica, desde las subvenciones a la producci¨®n hacia la mejora de la renta personal y del desarrollo rural.
Institucionalmente, la Convenci¨®n para la nueva Constituci¨®n que se desarrolla simult¨¢neamente al proceso de ampliaci¨®n y en su virtud ha puesto ya sobre la mesa nuevos mimbres que deber¨ªan equilibrar la obsesi¨®n intergubernamentalista de las capitales con elementos de un federalismo indispensable para afrontar los nuevos retos. Se trata de elementos como las cl¨¢usulas de exclusi¨®n de los Estados miembros que fallen en sus compromisos democr¨¢ticos o de solidaridad; la eventualidad de una aprobaci¨®n de la Constituci¨®n por refer¨¦ndum simult¨¢neo de los Quince, que har¨ªa interiorizar a la ciudadan¨ªa el alcance de proximidad de la construcci¨®n comunitaria; un nuevo impulso a la toma de decisiones por mayor¨ªa, en detrimento de la unanimidad; las f¨®rmulas en ciernes (como otorgar un doble sombrero a m¨ªster PESC) para que Consejo y Comisi¨®n mejoren la coherencia en la gesti¨®n de sus competencias concurrentes; o la necesidad de que el Ejecutivo comunitario se dote de mayor y m¨¢s directa legitimidad democr¨¢tico-electoral. Ser¨¢, si llega, un federalismo, con perd¨®n, asim¨¦trico, en el que algunos avanzar¨¢n m¨¢s r¨¢pido e intensamente que otros, pero que nunca debiera enquistar distintas e impermeables clases de socios con car¨¢cter permanente.
?Carta a los Reyes Magos? Bien, es el momento de que cada cual escriba la suya. De lo contrario, prevalecer¨¢n los designios cortoplacistas de gobiernos ensimismados hacia miopes nacionalismos paleoestatales. Y en vez de refundarse, Europa acabar¨¢ fundi¨¦ndose.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.