Un quijote tropical
Se dice que s¨®lo en el Tercer Mundo se escriben hoy grandes novelas porque s¨®lo en el Tercer Mundo ocurren cosas interesantes. Se dice tambi¨¦n que toda gran literatura es una literatura regional, y que el futuro de la creaci¨®n literaria est¨¢ en las lenguas dialectalizadas, porque s¨®lo en ellas sobrevive la esencia creadora del lenguaje. Todo esto podr¨ªa servir para un acercamiento a la literatura brasile?a. Evidentemente, Brasil no es un pa¨ªs tercermundista, pero s¨ª un pa¨ªs singular. En ¨¦l coexisten gentes que no han superado el neol¨ªtico con ¨¢mbitos donde se cultiva la tecnolog¨ªa punta o la creaci¨®n est¨¦tica al m¨¢ximo nivel. Si a?adimos la miscigenaci¨®n, el culto a la oralidad, los desequilibrios sociales, la interacci¨®n de culturas africanas con el mundo ind¨ªgena o con el desarrollo incontenible de los grandes n¨²cleos urbanos habr¨¢ que admitir que Brasil es hoy el campo ideal para las experiencias de ruptura m¨¢s significativas en el ¨¢mbito de la literatura y de las artes pl¨¢sticas.
Tambi¨¦n se admite como dogma que todo gran escritor tiene un mundo propio y un lenguaje propio para expresarlo. Los ejemplos abundan: Rulfo, Faulkner. O Jorge Amado. El mundo de Jorge Amado es la ciudad de San Salvador de Bah¨ªa. Amado es fundamentalmente un novelista urbano, aunque naci¨® en el campo, en una hacienda del sur de Bah¨ªa, en Itabuna, en 1912. Estudi¨® Derecho, pero nunca ejerci¨® la abogac¨ªa. Se licenci¨® en 1935, cuando ya era un escritor famoso. Desde los 20 a?os milit¨® en el partido comunista y se mantuvo fiel a la l¨ªnea del humanismo marxista incluso tras el fracaso del leninismo. Su trayectoria vital aparece narrada en sus memorias, Navegaci¨®n de cabotaje, historia de su tiempo e historia, tambi¨¦n, de una crisis personal que no le llev¨® a renunciar a lo que hab¨ªa sido la ra¨ªz viva y permanente de su literatura: una voluntad expl¨ªcita de estar con los que sufren la historia y servir de voz a quienes no la tienen. Dice Luciana Stegagno Picchio: "Es la suya una literatura participante, impregnada program¨¢ticamente, en la que realismo y romanticismo, humanitarismo y denuncia se funden al servicio de una idea".
Posiblemente fue su militancia marxista (fue galardonado con el Premio Stalin y escribi¨® la biograf¨ªa del dirigente comunista brasile?o Carlos Prestes) lo que impidi¨® que le concedieran el Premio Nobel cuando, en plena guerra fr¨ªa, su nombre aparec¨ªa una y otra vez entre los candidatos. Pero no todas sus novelas se encuadran en el apriorismo pol¨ªtico que marca sus relatos iniciales: Cacao (1933), Sudor (1934), Jubiab¨¢ (1935) y especialmente los tres vol¨²menes de Los subterr¨¢neos de la libertad (1952). A partir de 1958, a?o de publicaci¨®n de Gabriela clavo y canela, y aun manteniendo su expl¨ªcita voluntad de denuncia y testimonio, avanza Jorge Amado en una l¨ªnea narrativa en la que el pintoresquismo, la an¨¦cdota, la gracia narrativa y el color local mitigan lo que el mensaje pol¨ªtico pudiera tener de apriorismo demasiado expl¨ªcito en la l¨ªnea de Fad¨¦iev, Serafim¨®vich, Gold. En 1936, Jorge Amado conoce la c¨¢rcel y, luego, el exilio durante muchos a?os. En 1937 sus libros fueron quemados p¨²blicamente por el Comit¨¦ de B¨²squeda y Aprehensi¨®n de Libros instaurado por la dictadura brasile?a. Con sa?a especial fue quemada toda la edici¨®n de Capitanes de la arena, una de sus novelas m¨¢s hermosas, retrato de la vida de los ni?os vagabundos que tienen en las playas de Bah¨ªa patria y hogar.
Cuando los rumbos de la guerra alinean a Brasil con los aliados, Jorge Amado puede volver a su patria, y le fijan residencia obligatoria precisamente en su para¨ªso: en Bah¨ªa. Escribe entonces Bah¨ªa de todos los santos (1945), himno deslumbrante de amor a esta ciudad, s¨ªntesis de culturas y de razas. Conoce entonces el misterio de los muelles y de las callejuelas, el encanto de las trescientas iglesias barrocas, una para cada d¨ªa del a?o, y los palacios decr¨¦pitos que recuerdan el pasado colonial. Dir¨¢ m¨¢s tarde: "De hecho, s¨®lo escribo sobre la gente de Bah¨ªa... En la vida de este pueblo, en su sabidur¨ªa, en su dura lucha, en su obstinada decisi¨®n de vivir aprend¨ª cuanto s¨¦. Si algo realic¨¦, se lo debo al pueblo de Bah¨ªa, a Bah¨ªa".
Jorge Amado dej¨® una obra inmensa, traducida a cuarenta y tantas lenguas. De la traducci¨®n alemana de Capitanes de la arena se vendieron medio mill¨®n de ejemplares. Recibi¨® premios, condecoraciones, todos los honores imaginables -excepto el Nobel- y muri¨® en olor de multitudes. A¨²n hoy, cualquier viajero que llegue a Bah¨ªa, con s¨®lo preguntar por la casa do poeta es reconocido como un bahiano m¨¢s, y una turba de chiquillos lo acompa?ar¨¢ hasta la puerta de la Fundaci¨®n Jorge Amado, cantando las alabanzas del escritor a quien sin duda no han le¨ªdo, porque, ya se sabe, los libros son caros y hay urgencias m¨¢s acuciantes.
A partir de Gabriela clavo y canela, en 1958, Jorge Amado cambia de voz, pero no de actitud. El mundo variopinto, abigarrado, l¨ªrico, so?ador y pobre de Bah¨ªa aparece en estas p¨¢ginas de madurez: prostitutas sentimentales, vagabundos, marineros quemados por todos los soles, p¨ªcaros, mulatos fantasistas, "aqu¨ª vinieron chinos, negros, portugueses... somos un pa¨ªs con un rostro que es el resultado de muchos rostros". Y cada novela es un ¨¦xito, se multiplican las ediciones, las versiones televisivas y cinematogr¨¢ficas, las traducciones a todas las lenguas, incluso a las m¨¢s ex¨®ticas. Es un mundo de sensualidad y alegr¨ªa, con el amor y el sexo como s¨ªmbolos de libertad. Do?a Flor y sus dos maridos (1966) y Teresa Batista cansada de guerra (1972) forman parte de un proyecto ¨²ltimo de Jorge Amado: llegar al lector, hacerle vibrar ante la injusticia y conmoverle con los temas eternos, el amor y la muerte. Amado sublima la literatura de cordel con un talento literario que universaliza los temas locales.
Los viejos marineros (1961) es una de las obras m¨¢s representativas del segundo estilo de Jorge Amado, por m¨¢s que el autor se mostr¨® siempre discrepante con quienes ve¨ªan en Gabriela clavo y canela una obra de ruptura. Las aventuras disparatadas del comandante Vasco Moscoso de Arag¨®n, sus historias marineras, historias que nunca sabremos si son mentira o verdad, ni falta que hace, se centran en un arquetipo fascinante: el burgu¨¦s bahiano, melanc¨®lico y so?ador, que ans¨ªa convertirse en capit¨¢n de altura y vive sus sue?os transformados en relatos de amor y de aventura en islas paradis¨ªacas, iluminadas por el desnudo de mulatas memorables. Vasco Moscoso de Arag¨®n es un quijote tropical que vive y narra sus sue?os ante el corro de sus extasiados conciudadanos, y con la presencia de alg¨²n envidioso discrepante. El tema central es, en definitiva, la verdad: ?existe la verdad?, pero ?qu¨¦ importa la verdad ante la belleza? Las mulatas y las islas paradis¨ªacas que describe el comandante Vasco Moscoso son, por el milagro de la palabra, m¨¢s reales que los habitantes del pacato y pudibundo suburbio de Periperi: empleados de orgasmos sabatinos y conyugales, santas esposas expertas en artes de sart¨¦n, notarios y jubilados que arrastran su tedio ofreciendo a las palomas las sobras de su miseria. Todos fueron ennoblecidos por la fantas¨ªa del comandante Vasco Moscoso de Arag¨®n, que con sus historias de naufragios y descubiertas les revel¨® mundos y amores desconocidos.
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