El abuelo de los campesinos
Guy Roux, de 64 a?os, entrena de forma ininterrumpida desde hace 42 al Auxerre, rival del Betis
La historia del Auxerre es la de un milagro. Una ciudad con 40.000 habitantes y un estadio en el que caben m¨¢s de la mitad; un club que, arrancando desde abajo, se codea con la ¨¦lite francesa y hasta europea. Detr¨¢s de ese imposible con el que hoy (19.30) y con un gol de renta se encuentra el Betis a¨²n sigue su inventor, Guy Roux, de 64 a?os, que ha vivido los ¨²ltimos 42 como entrenador del equipo. Toda una proeza en el oficio m¨¢s inestable.
Roux, el t¨¦cnico con m¨¢s partidos, casi 800, en la Primera Divisi¨®n francesa, es un mito no s¨®lo en Borgo?a, sino tambi¨¦n en todo el pa¨ªs. Los aficionados le adoran, los jugadores le respetan, la prensa se pelea por gozar de sus comentarios y las grandes firmas pujan con fuerza para que con sus productos aparezca la imagen del abuelo de los campesinos, como se conoce a la hinchada del Auxerre. Si se enciende un televisor, donde aparec¨ªa Claudia Scheefer al volante de un Citro?n y despoj¨¢ndose de ropa, ahora lo hace Roux, en el mismo coche, pero vestido hasta el cuello y con una nariz que parecen tres.
El secreto de su ¨¦xito, de su asombrosa longevidad, procede, seg¨²n confiesa, de no tomarse a la tremenda las cosas y no asustarse ante ning¨²n desaf¨ªo; de asumir el devenir de los acontecimientos con naturalidad extrema y suma paciencia. As¨ª, tacita a tacita, Roux fue empujando a un equipo que jugaba en Regional hasta la Tercera Divisi¨®n (1970), la Segunda (1974), la Primera (1980) y los t¨ªtulos: en 1996 conquist¨® el doblete, Liga y Copa.
Cuando el Auxerre ni so?aba con alcanzar las cotas por las que hoy se mueve como si llevara en ellas desde siempre, cuando m¨¢s que empleados contaba con voluntarios, Roux era en el club el chico para todo. Se ocupaba de la jardiner¨ªa -aprovechaba sus estudios en ciencias naturales para decidir la composici¨®n del c¨¦sped y los abonos-, las relaciones sociales y, por supuesto, los entrenamientos. Su vida es el trabajo. Y en los ratos libres, que habitualmente s¨®lo son las horas pospartido, llega a su casa, enciende la chimenea y cocina patatas. Es un tipo sencillo, sin grandes pretensiones. Sus est¨ªmulos proceden de la naturaleza: "De los bosques, los lagos, los olores, la madera cortada...".
Como no manejaba grandes presupuestos, el Auxerre tuvo que construirse a s¨ª mismo. Se lo invent¨® Roux a partir de una idea clave: la fundaci¨®n de una escuela de formaci¨®n de jugadores en la que se cuidaba hasta los m¨ªnimos detalles. El t¨¦cnico com¨ªa todos los domingos con los padres de los chavales para conocer la ¨²ltima rendija de sus inquietudes y establecer leyes del f¨²tbol de las cuestiones m¨¢s simples. "Nos entrenamos en un terreno reservado a los 25 mejores jugadores del club", dec¨ªa en 1979; "separado por rejas y provisto de porter¨ªas con red ?Por qu¨¦? Porque los jugadores no dudan en rematar fuerte y correr riesgos. Cuando hay que ir a buscar el bal¨®n a 60 metros, el jugador suele pens¨¢rselo dos veces".
Una vez que los ha formado, como a Cantona, el Auxerre vende los jugadores. No le queda otra para sobrevivir. Lo que Roux saca de sus colaboraciones period¨ªsticas tambi¨¦n lo destina a los agujeros del club. El siguiente fil¨®n econ¨®mico es Ciss¨¦, un delantero al que el t¨¦cnico define como "velocidad, velocidad, velocidad y... ocasiones de gol". A ¨¦l tambi¨¦n, pese a que ya despunta en la selecci¨®n, le trata como a un ni?o. ?se es otro de los secretos de Roux. Y as¨ª permanecer¨¢ hasta que, nadie se atreve a pronosticar cu¨¢ndo, lo deje. Su coraz¨®n ya le recomend¨® echar el freno hace un a?o y le oblig¨® a pasar por el quir¨®fano. Pero el entrenador r¨¦cord no se ve en otra cosa. Por eso sigue y sigue.
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