Big-Bang
Por un lado est¨¢ la Gran Novela Americana (que nace de Mark Twain y que aspira a contar todo lo que ocurre durante un determinado momento en Estados Unidos) y por otro est¨¢ la Enorme Novela Americana. Este ¨²ltimo monstruo que surge de Moby Dick y -con modales leviat¨¢nicos, experimentales y absolutos- siente el placer y la obligaci¨®n de narrar, simb¨®licamente, a todo el universo mientras lo contamina y lo arrasa con una furia inequ¨ªvocamente made in USA. Tales fueron y son las intenciones del casi invisible Thomas Pynchon (Nueva York, 1937). Hijo espiritual y est¨¦tico del profeta Herman Melville, hermano de sangre de William Gaddis, alumno de Vlad¨ªmir Nabokov en la Cornell University, y nunca m¨¢s f¨ªsica y literalmente enorme que en El arco iris de gravedad: centro y sin duda punto m¨¢s alto de una alta carrera que, digerido este monstruo y luego de un largo silencio de 17 a?os, se reinici¨® m¨¢s abajo, en una gloriosa meseta, pero meseta al fin. Lo pr¨®ximo, se susurra entre iniciados, tiene que ver con Godzilla; pero con Pynchon nunca se sabe.
EL ARCO IRIS DE GRAVEDAD
Thomas Pynchon Traducci¨®n de Antoni Pigrau Tusquets. Barcelona, 2002 1.148 p¨¢ginas. 28 euros
Mientras tanto y hasta entonces, El arco iris de gravedad -recuperado con traducci¨®n revisada por Tusquets, ahora editores de la obra completa de Pynchon- fue, es y seguir¨¢ siendo no s¨®lo un libro ¨²nico e influyente (percibir el eco de su estallido fundacional y revolucionario en autores como Don DeLillo, David Foster Wallace, Neal Stephenson y siguen las firmas) sino, a secas, uno de los explosivos imprescindibles a la hora de detonar una historia de la literatura del siglo XX.
El punto de partida es enga?osamente tonto y hasta guarro: el militar estadounidense Tyron Slothrop experimenta -como consecuencia de un entrenamiento pavloviano- s¨²bitas y precisas erecciones cada vez que se avecina el zumbido mortal de las bombas V-2 nazis desde los cielos de la Segunda Guerra Mundial. Este curioso "don" convierte a Slothorp en bot¨ªn codiciado por todos los bandos y transforma a su vida en una demencial saga. Una aventura centr¨ªfuga donde el pensamiento entr¨®pico no est¨¢ re?ido con la alegre potencia de un reparto digno de pel¨ªcula de los Hermanos Marx (que incluye a un pulpo amaestrado), ciertas r¨¢fagas de Indiana Jones, y una constante potencia erudita donde las ciencias exactas se aplican a temas y subtramas en apariencia irreconciliables pero que acaban configurando un gigantesco puzle arm¨¢ndose mientras todo tiembla. Intentar un resumen de este tractat filos¨®fico-vaudeville-thriller es imposible; su lectura es, s¨ª, una de esas experiencias intransferibles. Hay que arriesgarse, entrar, huir junto a Slothorp y, alcanzada la p¨¢gina 1.148, sentirse triste y privilegiado porque el baile ha llegado a su fin..., pero qui¨¦n nos quita lo bailado.
En 1973, El arco iris de gravedad fue denostada por la Vieja Guardia, celebrada por el Nuevo Orden, se le neg¨® el Pulitzer por "obsceno" e "ilegible", se le concedi¨® el National Book Award, y un cr¨ªtico advirti¨® entonces que "bosques enteros han sido talados para producir esta novela. No lloren por los ¨¢rboles; celebren el libro". M¨¢s bosques han muerto tres d¨¦cadas despu¨¦s para hacer posible este demorado descubrimiento o este bienvenido reencuentro. Ya saben entonces: conseguirlo como sea, bajar con ¨¦l a los refugios antes que -cualquier noche de ¨¦stas- vuelvan a caer las bombas, y leer las primeras l¨ªneas. Empieza as¨ª: "Llega un grito a trav¨¦s del cielo. Ya ha ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con qu¨¦ compararlo".
Imposible escribirlo y definirlo mejor.
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