Puerca oposici¨®n
La an¨¦cdota la puso de moda Joaqu¨ªn Garrigues en un art¨ªculo publicado hace muchos a?os en Abc. En ¨¦l describ¨ªa a un italiano en la playa, dispuesto a tomar el sol, y descubriendo que unas gotas le estropeaban la jornada. "Piove, porco governo", exclamaba, trasladando al Ejecutivo la responsabilidad sobre la meteorolog¨ªa. Hoy repentinamente una tragedia no meteorol¨®gica aflora, para algunos, la culpa de la oposici¨®n. Con ello la hasta ahora criticable postura del Gobierno bordea ya lo intolerable.
Se trata, en primer lugar, de un ejercicio de simplificaci¨®n llevado a la en¨¦sima potencia. En El jud¨ªo imaginario Alain Finkielkraut escribi¨® que "el antisemitismo proporciona un doble placer, el intelectual de la claridad definitiva y el moral de la absoluta inocencia". Algo parecido cabe atribuir a algunos militantes del PP -esperemos que no a todos-: el antisocialismo ejerce sobre ellos id¨¦ntico poder explicativo que esa conspiraci¨®n omnipresente y perversa que para tantos representaron hace tiempo los jud¨ªos. Pero, adem¨¢s, como en ese caso, tambi¨¦n da la satisfacci¨®n de que es posible descuidarse en el confort pues de nada malo de cuanto suceda le puede a uno alcanzar la responsabilidad. Las p¨®cimas m¨¢gicas suelen resolver un ¨²nico problema; ¨¦sta da soluci¨®n a dos.
Pero la tesis de la "puerca oposici¨®n" revela sobre todo una profunda incomprensi¨®n del estado actual de la opini¨®n p¨²blica, gallega y espa?ola. Tiene ¨¦ste muy poco que ver con rencillas de partido; esta opini¨®n ha hecho un gesto sorprendente de madurez y de respuesta decidida ante la adversidad. Recuerda, mas bien, a uno de esos momentos que tan bien retrat¨® George Orwell. En 1940, cuando Gran Breta?a permaneci¨® firme frente a un Hitler presuntamente omnipotente, el escritor describi¨® lo sucedido como "uno de esos momentos en que una Naci¨®n se une y hace lo mismo que un reba?o ante un lobo". "La gente, de repente, descubre lo que tiene que hacer" y, entonces, tiene lugar "el despertar de un gigante". Algo as¨ª ha tenido lugar en toda Espa?a con respecto a Galicia e interpretarlo de otro modo revela no s¨®lo una grave miop¨ªa sino, sobre todo, una preocupante ausencia de magnanimidad.
Adem¨¢s si nos remitimos a lo realmente sucedido comprobaremos que, dados los antecedentes, el comportamiento opositor en estas semanas tampoco merece ese g¨¦nero de cr¨ªticas. Cuando vienen mal dadas la tentaci¨®n de ser injustos con quienes est¨¢n en el poder puede resultar insuperable. Hoy sabemos que el PSOE aprovech¨® el asunto de la colza e hizo demagogia con la OTAN en 1982. Lo mismo cabe decir del PP con el GAL y Filesa. ?Qu¨¦ hemos tenido en esta ocasi¨®n desgraciada? Apenas una estupidez en labios de un diputado regional socialista, desmesuras en IU y una afirmaci¨®n inaceptable del BNG. Pero todo el arco parlamentario distinto del PP ha sido capaz de colaborar, en una iniciativa in¨¦dita, con una propuesta. Y Rodr¨ªguez Zapatero, aunque quiz¨¢ no hubiera debido considerar al Gobierno "fundido", ha tenido una actuaci¨®n irreprochable en su debate parlamentario con Aznar. No es cuesti¨®n de partido: tambi¨¦n Ruiz-Gallard¨®n ha sabido captar el momento y tener una propuesta imaginativa. Otros nos han ofrecido una ensalada de desatenci¨®n humillante, ausencia de informaci¨®n, contradicciones, expertos que no est¨¢n o que no lo son y un largo etc¨¦tera aderezado por un uso tan vergonzoso como desaforado de los medios de informaci¨®n p¨²blicos.
No es el momento de las responsabilidades pol¨ªticas que, por cierto, van estando claras. Pero s¨ª el de meditar alguna frase proveniente del pasado: la Historia es siempre un carcaj lleno de flechas dirigidas al presente. Recordemos tan s¨®lo dos. Jean Monnet, el padre de Europa, dijo de un contempor¨¢neo que "se hab¨ªa concentrado en ser alguien m¨¢s que en hacer algo". El humor lac¨®nico de Churchill result¨® particularmente corrosivo cuando describi¨® a un adversario como "un hombrecito modesto con muchas razones para ser modesto". Por el momento hay que pensar estas dos frases; ya llegaremos, m¨¢s adelante, a la atribuci¨®n nominal y precisa de sus destinatarios.
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