Camps sin tierra
El aspirante del PP a la Generalitat sali¨® con el paso cambiado del ¨²ltimo comit¨¦ ejecutivo provincial de Valencia. Francisco Camps apel¨® a la ra¨ªda estratagema de la descalificaci¨®n, que su partido ha usado sistem¨¢ticamente, hasta inmolarse en una marea de crudos y dobleces. Hace unas semanas salir, como ha hecho Camps, con eso de que el proyecto pol¨ªtico de los socialistas "genera inquietud e incertidumbre, frente al del PP que es coherente y equilibrado", no hubiera dejado de ser m¨¢s que el herrumbroso mensaje de siempre. Pero hoy, es una temeridad y un insulto al sentido com¨²n. Hoy, quien genera inquietud, incertidumbre y desconfianza, nativa e internacional, es el Gobierno del PP y la Xunta de Fraga. Parad¨®jicamente, el hundimiento del Prestige ha puesto a flote, no la invocada coherencia ni el hipot¨¦tico equilibrio, sino la imprevisi¨®n, la insensibilidad social, el enga?o, la mentira, el abandono y la incompetencia pol¨ªtica. Es decir, lo que se ha ofrecido al menudeo, en estos ¨²ltimos a?os, pero de golpe y al por mayor. De ah¨ª que, en un escenario tan deteriorado como sombr¨ªo, la salida de Francisco Camps haya resultado desafortunada, ? o es que Galicia no cuenta en esa fervorosa unidad de Espa?a? ?acaso lo ha olvidado el aspirante? ?acaso ha olvidado c¨®mo el presidente de aquella autonom¨ªa, y fetiche de la rancia derecha espa?ola, hac¨ªa felices a sus deudos, mientras cazaba perdices, y el desastre viscoso y pestilente pon¨ªa a mariscadores, pescadores y gentes del mar, en una situaci¨®n de precariedad?
Por supuesto que Francisco Camps se la juega en el tapete valenciano, pero jug¨¢rsela con los naipes marcados por los errores y desaciertos ajenos, y no por los de su partido, tiene un precio, cuando su partido se ha mostrado incapaz, ya no de impedir, si no de afrontar con responsabilidad y entereza la mayor cat¨¢strofe medioambiental, que ha sufrido este pa¨ªs. Las cosas no son lo que eran, y el PP chapotea y se hunde en el descr¨¦dito: las viejas estrategias, consignas y acusaciones, no chutan. Colocar la mayor¨ªa absoluta detr¨¢s del carro no conduce a ninguna parte. Y menos a¨²n, si esa mayor¨ªa absoluta est¨¢ en el alero. La candidatura a la presidencia de la Generalitat obliga a articular nuevas y eficaces f¨®rmulas, obliga a actitudes m¨¢s tolerantes y respetuosas, con la oposici¨®n y con una ciudadan¨ªa dispuesta a poner firmes a sus representantes y a darles un buen repaso, antes que el voto. Camps tiene en su filas demasiados problemas, descontentos y suspicacias. Ah¨ª, Julio de Espa?a, defenestrado, como un dinosaurio de peluche; ah¨ª, un presidentes Olivas con abucheo universitario; ah¨ª, un Zaplana descolocado, y un alcalde de Orihuela que atenta contra la libertad de expresi¨®n, cuando arbitrariamente cierra una emisora local de TV, y lo acusan de presunto prevaricador; ah¨ª, una inflaci¨®n clamorosa. Pero, con todo, las elecciones auton¨®micas y municipales, se dirimir¨¢n, m¨¢s que nunca, en Madrid. Manda centralismo, y menos huevos, con Federico Trillo, haci¨¦ndole de cipayo a Bush. Y es que el chapapote, como las liebres, salta de donde menos se espera. Camps sin tierra. Aunque Camps y Pla riman en asonante. Y si eso significa algo, que lo revelen polit¨®logos y preceptistas l¨ªricos, para liarlo mejor.
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