De 1.000 a 3.000 personas mendigan en el centro de Madrid, seg¨²n un estudio de Comillas
Los autores del informe proponen abrir m¨¢s albergues, porque las 1.300 plazas est¨¢n saturadas
Le¨®n vive en el barrio de Salamanca. Su hogar es un saco de dormir. Este alba?il de 47 a?os no quiere saber nada de los albergues para indigentes. Los considera "c¨¢rceles", y adem¨¢s espera encontrar un tajo para pagarse una pensi¨®n y dejar la calle. Mientras, forma parte del medio millar de personas que, seg¨²n un estudio de la Universidad de Comillas para el futuro Plan Regional contra la Mendicidad, duerme cada noche a la intemperie, sufriendo los rigores invernales, en los barrios c¨¦ntricos de la capital. Otras 1.300 se cobijan en los saturados centros de acogida, y son de 1.000 a 3.000 las que mendigan.
Pedro Jos¨¦ Cabrera, soci¨®logo y profesor de la Universidad de Comillas y coordinador de este estudio (a¨²n sin finalizar), considera que medio millar de personas durmiendo cada noche en las calles c¨¦ntricas "son demasiadas en una ciudad pr¨®spera como Madrid". "Pero no son tantas como para que las instituciones no puedan ofrecer soluciones", a?ade.
El Plan contra la Mendicidad que Cabrera est¨¢ elaborando por encargo del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, apunta una serie de recomendaciones. Una de ellas es aumentar el n¨²mero de plazas en centros de acogida, ya que las 1.300 actuales est¨¢n saturadas. "No pedimos grandes albergues sino peque?as residencias o pisos especializados para cada problema", explica Cabrera.
Otra de las propuestas es poner en marcha m¨¢s servicios de atenci¨®n social en plena calle. "Hay que acercarse a las personas sin hogar, no esperar a que sean ellas las que busquen ayuda. Hay grupos como el de los enfermos mentales que, precisamente por sus problemas, no acuden ni a los refugios ni a la red asistencial", concluye. El mismo estudio estima tambi¨¦n que de 1.000 a 3.000 personas ejercen la mendicidad en las zonas c¨¦ntricas de la capital. "Hemos incluido tanto a las personas que piden limosna como a quienes realizan servicios de muy baja entidad como vender kleenex o abrir la puerta de los supermercados", a?ade.
Luis Dur¨¢n, un madrile?o que duerme en una acera de Chamber¨ª, no sabe nada del Plan contra la Mendicidad. Tampoco Le¨®n, que nunca ha pedido limosna y que hasta hace ocho meses era alba?il. Pero el empleo se acab¨® y no ha encontrado otro. "Lo peor es que el sinverg¨¹enza que me contrat¨® no cotiz¨® por m¨ª, as¨ª que no tengo paro ni nada. Eso s¨ª, le di una paliza que me qued¨¦ a gusto, por hijo de puta", explica este catal¨¢n que ha vivido en toda la Pen¨ªnsula. Espera que despu¨¦s de las navidades le salga alguna obra y, mientras tanto, vive de recoger chatarra.
"Saco para pagarme unos caf¨¦s y comprar, pan, embutido y, a veces, vino. Los fines de semana acudo al comedor de las Hijas de la Caridad, que te atienden muy bien. Ir¨ªa m¨¢s, pero en esta ¨¦poca est¨¢ a tope", asegura este hombre que se reconoce a s¨ª mismo como carrilano, es decir, como alguien que va de un lado a otro busc¨¢ndose la vida como puede.Ya conoc¨ªa la calle. Pero llevaba 12 a?os sin dormir en ella. Por eso la cuesta abajo fue dura.
"Mis padres y hermanos, que viven en Barcelona, no saben que estoy as¨ª. Ellos me quieren, pero tambi¨¦n saben que soy un golfo, que cuando tengo dinero me lo gasto en juergas y mujeres, aunque estoy cambiando porque le estoy viendo las orejas al lobo", reconoce. A?ade que le gustar¨ªa ir a ver a su familia en Navidad.
Su vida es todo menos inactiva. "Me levanto a las seis, tomo un caf¨¦ y hasta media tarde busco chatarra con un carrito de la compra y recorro las obras a ver si hay faena. Pero los albergues no se han hecho para m¨ª, tienen muchas normas y va gente muy hecha polvo. Adem¨¢s, como tengo un buen saco, no paso fr¨ªo", explica. "Esta vida es muy dura, pero no puedes dejar que te derrumbe porque entonces pierdes la cabeza", concluye con un ¨¢nimo a prueba de bombas.
Un techo en Barajas
Konstantin (nombre ficticio) tambi¨¦n intenta mantener la moral alta. Pero durante cinco d¨ªas su ¨²nico hogar estuvo en las salas de espera del aeropuerto de Barajas. Este inmigrante b¨²lgaro de 55 a?os no ten¨ªa una alternativa mejor cuando lleg¨® a Madrid hace s¨®lo una semana. "No encontr¨¦ plaza en los albergues y al menos en Barajas estaba caliente", explica al salir del centro de atenci¨®n a inmigrantes que Cruz Roja tiene en el distrito de Tetu¨¢n.
Hace dos d¨ªas su suerte mejor¨® un poco al encontrar cama en el albergue de San Juan de Dios. Pero no ser¨¢ por mucho tiempo. "Me han dicho que en dos semanas me tengo que marchar. Luego intentar¨¦ buscar cama en otro refugio, pero es dif¨ªcil porque est¨¢n llenos", explica este mec¨¢nico de profesi¨®n, que cada mediod¨ªa acude al comedor de Las Siervas.
"En Bulgaria no hay trabajo. El ¨²ltimo empleo estable lo tuve hace 10 a?os y despu¨¦s a veces sal¨ªan cosas y otras no. Aqu¨ª tampoco es sencillo, sobre todo porque te exigen un permiso de trabajo y residencia... y, claro, yo no lo tengo", asegura este inmigrante originario de Plovidv, la segunda ciudad m¨¢s importante de su pa¨ªs despu¨¦s de Sof¨ªa. Lleg¨® a Espa?a en autob¨²s y desde entonces anda buscando un medio de ganarse la vida.
Ahora tiene sus ojos puestos en la costa, en ciudades como M¨¢laga o Alicante, con puerto y temperaturas m¨¢s c¨¢lidas. "He trabajado en barcos y quiz¨¢ podr¨ªa conseguir un empleo", asegura Konstantin, separado y con una hija de 24 a?os. El problema es llegar hasta all¨ª sin dinero.
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