"En este barrio ya soy m¨¢s popular que Paul Newman"
Luis Dur¨¢n dice que es m¨¢s popular que Paul Newman. Y parece cierto. Al menos en los alrededores de la plaza de Olavide (Chamber¨ª) donde este madrile?o de 64 a?os tiene instalado su domicilio desde hace dos d¨¦cadas. All¨ª, en plena acera, ha instalado una cama, en la que pasa el tiempo leyendo las novelas y revistas que le dan, y tambi¨¦n ha almacenado sus pertenencias: dos carros de la compra, una silla, tres maletas y una caja.
Muchos de los viandantes le saludan y tambi¨¦n son muchos los que, cuando llueve o arrecia el fr¨ªo, se preocupan pensando en c¨®mo se encontrar¨¢. Pero ¨¦l sigue rechazando ir a un albergue. "Yo solito he elegido esta forma de vivir y yo solito tendr¨¦ que salir", asegura. A?ade que recibe numerosas visitas del Samur y de los trabajadores sociales para convencerle de que ingrese en un centro de acogida.
"Durante catorce a?os fui barrendero municipal en este mismo barrio, pero me march¨¦ a Par¨ªs porque en Espa?a se pasaba mucho hambre. Estuve casado y tuve dos hijos, pero nos separamos por mi culpa, volv¨ª a Madrid y ya me ech¨¦ a esta vida", explica. En alguna ocasi¨®n ha sufrido agresiones de "ni?atos" y empieza a estar cansado de vivir a la intemperie. Aunque, con gran estoicismo, se consuela pensando que otros "est¨¢n peor".
Mar¨ªa Guerra tambi¨¦n dej¨® tras de s¨ª una vida de las "normales". Encargada en una empresa de limpieza, casada y con tres hijos, esta extreme?a de 49 a?os empez¨® a deslizarse por un precipicio de problemas matrimoniales. Se separ¨®, encontr¨® otra pareja y sufri¨® maltrato. No explica cu¨¢ndo ni c¨®mo se produjo el crac final. Pero, desde hace cuatro a?os, duerme en la calle o en el refugio de Mayorales, en la Casa de Campo.
Por las tardes, hasta que abre el albergue, se junta a otras personas sin hogar que piden limosna en una parroquia de Puerta del ?ngel (Latina). Entre ellos est¨¢ Claudino Cortizo, de 38 a?os, que vive en una chabola por Pr¨ªncipe P¨ªo con su mujer, embarazada de seis meses. "No hay ning¨²n albergue en el que podamos dormir juntos y mi mujer no quiere separarse de m¨ª", explica este hombre, seropositivo y enfermo, que sali¨® de prisi¨®n hace dos a?os. Su esposa, heroin¨®mana, sigue un programa de metadona.
Jes¨²s, un alicantino de 47 a?os, lleva ya 18 meses en la calle. O sea, en la jungla, como ¨¦l dice. Cada noche acude a un local de C¨¢ritas que se conoce como Las sillas (junto a la sede del Senado) porque en ¨¦l no hay camas, s¨®lo butacones para descansar y echar una cabezada. Y ya est¨¢ cansado. No cree en nada ni en nadie y desconf¨ªa. Piensa que hay demasiada gente en la calle y se pregunta por qu¨¦ no se buscan soluciones.
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