Una venda para curar la herida de Enron
"Hay una urgente necesidad de que todos los participantes en los mercados de capitales, desde inversores y analistas a directivos e instituciones reguladoras, se impliquen de nuevo en la difusi¨®n de informaci¨®n corporativa con el suficiente grado de transparencia", asegura el presidente y consejero delegado del Nasdaq, Wick Simmons, en el pr¨®logo de este libro. La respuesta te¨®rica se la dan en algo menos de 200 p¨¢ginas el primer ejecutivo de la auditora PricewaterhouseCoopers, Samuel DiPiazza, y Robert Eccles. El punto de partida es el esc¨¢ndalo Enron, "la ¨²ltima gota" en la p¨¦rdida de credibilidad de la informaci¨®n financiera, sobre la que basan sus decisiones de inversi¨®n millones de peque?os accionistas.
Recuperar la confianza. El futuro de la informaci¨®n corporativa
Samuel A. DiPiazza Jr. y Robert G. Eccles Financial Times-Prentice Hall ISBN 84-205-3774-8
Para analizar c¨®mo se puede salir de esta situaci¨®n, los autores empiezan por definir lo que ellos llaman la cadena de suministro de la informaci¨®n financiera. ?sta empieza por los directivos que elaboran los estados financieros; sigue por el consejo de administraci¨®n que los aprueba; por los auditores que dan fe de que ¨¦stos reflejan la imagen fiel de la compa?¨ªa, y contin¨²a con los analistas, medios de comunicaci¨®n, reguladores e inversores. Cada eslab¨®n tiene un grado diferente de responsabilidad. En ocasiones, y Enron es un ejemplo, esta cadena funciona m¨¢s bien como un tel¨¦fono estropeado en el que la informaci¨®n llega a sus destinatarios de forma distorsionada, algo que no tendr¨ªa por qu¨¦ ser as¨ª en la era de las nuevas tecnolog¨ªas.
La respuesta de los autores es un modelo perfecto con forma de pir¨¢mide. En la base estar¨ªan unos principios contables aceptados en todo el mundo, que facilitar¨ªan la comparaci¨®n de la informaci¨®n. Lo ¨²nico que existe en este sentido es un acuerdo de intenciones entre el organismo responsable de estas normas en Estados Unidos y el organismo internacional con el que se ha comprometido la Uni¨®n Europea para estudiar propuestas conjuntas a partir de 2005. Adem¨¢s habr¨ªa que determinar qu¨¦ organismo es el responsable de vigilar que esas normas se cumplen.
Estas normas se ver¨ªan completadas por otras de car¨¢cter sectorial y por la informaci¨®n espec¨ªfica que la empresa debe dar sobre cuestiones relevantes.
Para que esta pir¨¢mide funcione es necesario que todos los implicados en el proceso superen algunos retos, opinan los autores. Como que la informaci¨®n interna que manejan las empresas coincida con la que comunican fuera; que la informaci¨®n que los accionistas, potenciales o reales, reciban sea la que necesitan para tomar decisiones; que la informaci¨®n financiera sea real.
Los autores saben que la de la transparencia es una lucha compleja. Por eso, como conclusi¨®n final, dibujan tres futuros posibles, todos ellos situados dentro de una d¨¦cada. Uno de desorden, en el que las empresas facilitar¨ªan m¨¢s informaci¨®n pero no m¨¢s fiable y en el que invertir se habr¨¢ convertido en un ejercicio complicado y caro. Otro, burocr¨¢tico, en el que mandan los organismos reguladores y los mercados vuelven a ser nacionales. Y por ¨²ltimo, el deseado, en el que reina la transparencia y los inversores han recuperado la credibilidad en los mercados. El problema es que su modelo presupone que todos los agentes implicados persiguen el mismo inter¨¦s, lo que, vistos los ¨²ltimos esc¨¢ndalos, parece muy alejado de la realidad.
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