Esto no existe
Las banderas no tienen cruz, no tienen parte de atr¨¢s ni cara B, por eso son tan peligrosas y se ha matado a tanta gente en su nombre. Las banderas recuerdan, de hecho, a un cuento de Jorge Luis Borges en el que un mendigo llega a una casa en busca de un plato de comida y confiesa al hombre que le ha auxiliado ser el due?o de un objeto fabuloso, el c¨ªrculo euclidiano, la ¨²nica cosa de este mundo que no tiene m¨¢s que una cara. El due?o de la casa, cegado por la avaricia, mata al mendigo para robarle su tesoro, pero jam¨¢s consigue encontrarlo porque la v¨ªctima lo deja caer de su mano al sentirse herida y el c¨ªrculo cae al suelo con su lado inexistente hacia afuera. Hitler, Franco, Stalin, Pinochet, Videla, Kissinger, Milosevic y el resto de los canallas que han gobernado la Tierra tambi¨¦n quisieron esconder a las personas que mataban en el lado invisible de sus banderas. Por suerte, no lo consiguieron.
Las sociedades en que vivimos se basan en el mercado y, en consecuencia, siempre deben parecer optimistas, capaces de solucionar los problemas con mucha fe y un poco de dinero: compre esta casa, este coche o esta nevera y ser¨¢ feliz, ser¨¢ uno de los afortunados; use esta colonia, fume este tabaco o hable por este tel¨¦fono port¨¢til y la vida le sonreir¨¢ de la ma?ana a la noche, trescientos sesenta y cinco d¨ªas al a?o. Pregunta: ?Qu¨¦ es lo contrario de la realidad? Respuesta: La publicidad.
Pero como aqu¨ª todo, excepto el c¨ªrculo euclidiano y las banderas de los fan¨¢ticos, suele tener como m¨ªnimo dos lados y la realidad es un g¨¦nero de ficci¨®n, cuando abro un peri¨®dico, enchufo una radio o enciendo la televisi¨®n, lo que espero es que me ense?en todas las caras de la realidad, cuantos m¨¢s ¨¢ngulos, mejor. Hace poco le¨ª otro relato en el que un hombre viv¨ªa tan obsesionado por las diferentes posibilidades que le ofrec¨ªa cada cosa, que contrataba ayudantes para que viviesen lo que ¨¦l no pod¨ªa vivir: si iba por una calle y, de repente, al llegar a una encrucijada, ten¨ªa dos opciones, por ejemplo pasarse por un restaurante donde quiz¨¢ hubiera algunos amigos o ir a un bar en el que podr¨ªa encontrarse a otra gente, solucionaba el problema haciendo que su empleado, su casi otro yo, siguiera el camino que ¨¦l rechazaba y, despu¨¦s, le contase con la mayor minuciosidad posible qu¨¦ hab¨ªa ocurrido, qui¨¦nes estaban en la reuni¨®n, de qu¨¦ se hab¨ªa hablado, qu¨¦ dijo cada uno, qu¨¦ comieron y qu¨¦ bebieron... As¨ª, ese personaje ten¨ªa dos vidas al mismo tiempo.
La realidad es como un iceberg, oculta m¨¢s de lo que muestra, por eso es importante que los medios de comunicaci¨®n bajen al s¨®tano de cada cosa, husmeen por los rincones de cada suceso. Por ejemplo, vas por Madrid y ?qu¨¦ ves? Ves calles de ciudad importante, edificios enormes, bloques de pisos tras cuyas ventanas se adivinan existencias diferentes seg¨²n la clase de casa, su modestia o su lujo, su posici¨®n en la ciudad. A veces, la realidad es que muchas de esas casas est¨¢n vac¨ªas, no ocultan nada, salvo quiz¨¢ el mont¨®n de dinero que ganan sus propietarios no habit¨¢ndolas, porque una casa cerrada multiplica por dos el valor de la casa abierta de al lado, la convierte en una necesidad en v¨ªas de extinci¨®n. Ayer mismo, al abrir EL PA?S encontrabas un art¨ªculo del periodista Rafael Fraguas sobre un hombre que vive sin luz el¨¦ctrica ni agua corriente en un contenedor met¨¢lico de Renfe, el contenedor n¨²mero 200001-2, que compr¨® por trescientas mil pesetas y que ha instalado en una peque?a propiedad suya en una ladera de la sierra de Guadarrama. Le¨ªas la historia de ese hombre parecido a un cangrejo ermita?o y, dos o tres p¨¢ginas m¨¢s all¨¢, pod¨ªas ver las ofertas de pisos en la secci¨®n de anuncios clasificados, encontrabas esa lista de precios que dice de 265.000 euros a 330.000; de 330.000 euros en adelante, es decir, 419.000, 450.759, 509.000 euros... Parece mentira, pero la historia del hombre ermita?o, la de los pisos cerrados y la de las casas multimillonarias son, en el fondo, la misma historia de Madrid. Los que llevan las banderas y podr¨ªan obligar a abrirse el S¨¦samo de los pisos cerrados deber¨ªan pensar en esa historia global. Ya lo dijo Lorca: hay un cable tenso que va de la esfinge a la caja de caudales.
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