El fin del Este
Un coro de discursos entusiastas ha saludado casi por doquier en Europa el fin de la cumbre de Copenhague que ha permitido poner fin a la herencia del tel¨®n de acero y ha hecho entrar en la Uni¨®n Europea a ocho ex pa¨ªses comunistas (Polonia, Rep¨²blica Checa, Hungr¨ªa, Eslovaquia, Eslovenia y las tres rep¨²blicas b¨¢lticas: Estonia, Letonia y Lituania). La adhesi¨®n de estos ocho no es inmediata, al igual que la de Chipre y la de Malta, que no comenzar¨¢ hasta el 1 de mayo de 2004, despu¨¦s de haber sido ratificada en refer¨¦ndum. Ello deber¨ªa permitirles participar en las elecciones europeas que se celebrar¨¢n en el mes de junio de 2003.
Otro dos pa¨ªses ex comunistas, Bulgaria y Rumania, entrar¨¢n en la Uni¨®n en 2007. Para Turqu¨ªa, apoyada en¨¦rgicamente por Estados Unidos, que la necesita para la guerra en Irak, el calendario es m¨¢s complejo, ya que las discusiones sobre su ingreso comenzar¨¢n en diciembre de 2004 y depender¨¢n de reformas que el Gobierno turco se ha comprometido a efectuar.
El verdadero vencedor de esta cumbre parece ser Leszek Miller, el primer ministro de Polonia, que, al t¨¦rmino de una negociaci¨®n de ¨²ltima hora en Copenhague, consigui¨® mejorar sensiblemente las condiciones econ¨®micas previstas para su pa¨ªs. Al no ser buena la coyuntura de los 15 miembros de la Uni¨®n, ¨¦stos no han podido proponer a Polonia -ni a los dem¨¢s candidatos- m¨¢s que el 25% de las subvenciones agr¨ªcolas concedidas a sus propios agricultores. ?Era menos que la contribuci¨®n polaca al presupuesto de la Uni¨®n! El primer ministro de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen, actual presidente de la Uni¨®n, elev¨® por tanto hasta el 40% la cuota polaca. No era suficiente, y Leszek Miller amenaz¨® con dar un portazo. Entonces, Gerhard Schr?eder, principal proveedor de fondos de la UE, decidi¨® a?adir las sumas necesarias para que la parte polaca alcanzara el 60%. "No puedo imaginarme la ampliaci¨®n al Este sin Polonia, el mayor pa¨ªs de la regi¨®n", afirm¨®.
En total, Leszek Miller obtuvo 1.100 millones de euros, a t¨ªtulo de diversos conceptos, lo que no est¨¢ mal. Sin embargo, este regateo de ¨²ltima hora molest¨® mucho a otros participantes en el c¨®nclave de Copenhague, y The Times de Londres lleg¨® a la conclusi¨®n de que no ser¨ªa f¨¢cil vivir con esos tercos polacos en el seno de la Uni¨®n. Pero las razones de la obstinaci¨®n de Leszek Miller no ten¨ªan que ver s¨®lo con las subvenciones agr¨ªcolas, y no son dif¨ªciles de comprender. Polonia sufre una crisis econ¨®mica, su crecimiento es d¨¦bil (el 2% este a?o) y el paro alcanza ya el 18% (el m¨¢s alto de Europa). Para colmo, la reestructuraci¨®n del acero y el carb¨®n que sigue en marcha amenaza con agravar esa situaci¨®n.
Leszek Miller, l¨ªder del SLD (Uni¨®n de Fuerzas Democr¨¢ticas) poscomunista, se benefici¨® en gran medida de la impopularidad del anterior Gobierno de Solidaridad, pero no lo bastante como para tener por s¨ª solo una mayor¨ªa parlamentaria. Tuvo que formar una coalici¨®n, como es costumbre, con el partido campesino, el PSL, de Jaroslaw Kalinowski, que se define como proeuropeo sin perder de vista los sentimientos de los campesinos, que representan m¨¢s del 20% del electorado. Ahora bien, ya este oto?o, las elecciones municipales han mostrado el descenso de popularidad de la coalici¨®n en el poder y el ascenso de otro partido campesino, Samoobrona (Autodefensa), del l¨ªder demagogo Andrzei Lepper, y de un partido ultracat¨®lico y antieuropeo, la Liga de las Familias Polacas. Estos dos han obtenido cerca del 30% de los sufragios, casi tanto como el SLD de Leszek Miller. La intransigencia de ¨¦ste en Copenhague se explica, pues, por su miedo a perder el ¨²nico aliado que le permite mantenerse en la presidencia del Consejo.
Por otra parte, ni hablar de "exportar" los parados polacos hacia sus pa¨ªses predilectos (Alemania, Francia e Italia): una cl¨¢usula prev¨¦ un periodo de transici¨®n de siete a?os. Bien es cierto que Gran Breta?a y los escandinavos est¨¢n dispuestos a recibir a los polacos enseguida, pero eso no soluciona el problema. Por ¨²ltimo, Polonia proh¨ªbe la venta de sus tierras a los extranjeros durante 13 a?os, para evitar una riada de ricos alemanes sobre las regiones que no hace mucho les hab¨ªan pertenecido. As¨ª pues, ?qu¨¦ posibilidades tiene Leszek Miller de ganar el refer¨¦ndum de junio pr¨®ximo sobre la adhesi¨®n a Europa? Sobre el papel, deber¨ªa ganarlo, ya que todas las fuerzas pol¨ªticas -a excepci¨®n de la extrema derecha- le apoyan, pero no hay nada ganado todav¨ªa. Los polacos, que lucharon tan valerosamente contra el r¨¦gimen comunista, votan poco. Es una paradoja, pero es as¨ª. Ahora bien, un refer¨¦ndum s¨®lo es v¨¢lido si la participaci¨®n sobrepasa el 50%, y la pr¨®xima batalla se desarrollar¨¢ en torno a ese umbral.
Lo mismo puede decirse de la Rep¨²blica Checa, donde el 40% de las personas interrogadas no tienen ninguna opini¨®n sobre la Uni¨®n Europea, demasiado preocupadas por la elecci¨®n presidencial de enero, que ver¨¢ la sustituci¨®n de V¨¢clav Havel. La perspectiva es a¨²n m¨¢s mediocre en Malta, donde la oposici¨®n laborista, mayoritaria en los sondeos, se opone a la entrada en la UE.
El 9 de diciembre, el International Herald Tribune expuso las razones por las que Estados Unidos es favorable a la Europa de los 25. Los nuevos incorporados son, en efecto, fuertemente pro Bush, mientras que Alemania y Francia lo son mucho menos. El reciente viaje del presidente estadounidense a Lituania y Rumania -dos pa¨ªses gobernados por los poscomunistas- no ha hecho sino confirmar esa realidad. Incluso el presidente polaco, Alexandre Kwasniewski, tambi¨¦n ¨¦l poscomunista, se jacta de su amistad con Georges W. Bush, a cuya disposici¨®n se pone en caso de guerra contra Irak.
La segunda raz¨®n es que la Europa de los 25 tendr¨¢ dif¨ªcil el tener una pol¨ªtica exterior com¨²n capaz de molestar a la de Estados Unidos.
Mientras ¨¦sta gire sobre el eje Par¨ªs-Berl¨ªn, ser¨¢ capaz de decir no a las demandas estadounidenses, como se vio la semana pasada a prop¨®sito de la adhesi¨®n de Turqu¨ªa. Las llamadas telef¨®nicas de George Bush a Jacques Chirac no bastaron para cambiar la postura francesa. ?Pero qu¨¦ suceder¨ªa con la nueva Europa nacida en Copenhague?
La Europa de hoy no es m¨¢s que un enorme mercado com¨²n con una moneda (euro) y una Comisi¨®n en Bruselas que rige los diferentes sectores de actividad. Gesti¨®n dif¨ªcil a 15 que amenaza con hacerse imposible a 25. Val¨¦ry Giscard d'Estaing prepara para el verano pr¨®ximo su proyecto de una Europa m¨¢s federal que elegir¨ªa a su presidente por sufragio universal. Es
dudoso que seduzca a los nuevos incorporados del Este, que, como los brit¨¢nicos, por otra parte, tienen en gran estima su identidad nacional y no est¨¢n dispuestos a delegar m¨¢s que un m¨ªnimo de soberan¨ªa. ?Les seducir¨ªa m¨¢s Romano Prodi, el presidente de la Comisi¨®n Europea, que reivindica el papel de "garante del inter¨¦s general europeo" y propone la creaci¨®n de un "secretario de la Uni¨®n"? ?ste, aunque recibir¨ªa sus atribuciones del Consejo de Ministros, tendr¨ªa asiento en la Comisi¨®n y ser¨ªa su ministro de Asuntos Exteriores.
Le Monde, como muchos otros diarios, se ha quedado estupefacto por un sondeo de opini¨®n que muestra que los franceses no conocen ni siquiera los nombres de los pa¨ªses candidatos a la Uni¨®n Europea. No hacen sino expresar el temor -injustificado- de que la ampliaci¨®n afecte a sus bolsillos. Ahora bien, habida cuenta de los rigores presupuestarios de los 15, las ayudas a los candidatos, de 2004 a 2006, no representan m¨¢s que el 0,15% del producto interior bruto de la UE, que no es como para arruinarse. Al otro lado de la barricada, en el Este, el debate sobre Europa apenas es m¨¢s profundo. Estos pa¨ªses, que tras diez a?os de transici¨®n capitalista generalmente no han superado el nivel de desarrollo que ten¨ªan bajo el antiguo r¨¦gimen, tienen una visi¨®n mercantil de Europa, simple fuente de inversiones y subvenciones. Leszek Miller, tras su regreso triunfal a Varsovia, quiso agradecer a todos los primeros ministros desde 1989 su contribuci¨®n a la batalla por la entrada en Europa, sin decir no obstante qu¨¦ Europa quer¨ªa. Insisti¨®, bien es cierto, en la identidad nacional polaca, que no ser¨ªa sacrificada, sin mencionar sus opciones en la pr¨®xima Convenci¨®n sobre el porvenir institucional de la entidad de 25 pa¨ªses. Al escucharle el viernes d¨ªa 13 en la televisi¨®n polaca, se ten¨ªa la impresi¨®n de que la construcci¨®n de la nueva Europa no era su prioridad.
K. S. Karol es periodista franc¨¦s especializado en cuestiones del Este.
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