Despu¨¦s de la manifestaci¨®n
EL CAMINO de la decepci¨®n se ha recorrido tantas veces en Euskadi que ser¨ªa absurdo confiar en que una manifestaci¨®n contra ETA compromete a los nacionalistas a una solidaridad activa, llena de alg¨²n concreto contenido pol¨ªtico, entre dem¨®cratas. Por supuesto, despu¨¦s de lo visto en Madrid esta semana, ser¨ªa de una ingenuidad suicida pensar que ETA se plantee siquiera desaparecer porque una mayor¨ªa aplastante de ciudadanos vascos o espa?oles se lo pida. ETA es una organizaci¨®n armada que ha declarado un tipo de guerra de la que s¨®lo desistir¨¢ si es derrotada, si persistir en el terror le cuesta m¨¢s de lo que con ¨¦l gana, si no puede m¨¢s. Pero tan ingenuo como esperar un desistimiento voluntario ser¨ªa confiar en que las manifestaciones contra ETA convocadas por el PNV son el primer paso de una pol¨ªtica activa para acabar con ella. Estuvieron a punto de serlo hace unos a?os, pero con s¨®lo imaginar un escenario del que faltara ese actor principal de la pol¨ªtica vasca, a los Arzalluz y Egibar les entr¨® tal v¨¦rtigo que echaron el freno y cambiaron de direcci¨®n: de Ermua a Lizarra viajaron en un suspiro.
Lamentablemente, la direcci¨®n tomada por el Gobierno vasco indica que los nacionalistas no han renunciado a proseguir por otros caminos la misma pol¨ªtica. No bien se dieron cuenta del momento de debilidad que atravesaba el nacionalismo radical, en su doble cara pol¨ªtica y terrorista, decidieron forzar la m¨¢quina y radicalizar ellos mismos sus propuestas con el objetivo de erosionar todav¨ªa un poco m¨¢s las bases electorales de Batasuna hasta apropi¨¢rselas del todo. En definitiva, el fant¨¢stico plan de status de libre asociaci¨®n formulado por Ibarretxe, seguido casi de inmediato por la autorizada interpretaci¨®n de Arzalluz seg¨²n la cual ese plan no satisfac¨ªa todas las aspiraciones del nacionalismo, no hace m¨¢s que repetir la tradicional pol¨ªtica del PNV y reiterar uno de sus supuestos fundamentales: invitar a ETA a que abandone su errado camino y dar por sentado que nunca lo har¨¢.
Pues, en efecto, lo que legitima a ETA a los ojos de tanto nacionalista vasco, curas y obispos incluidos, es la convicci¨®n de que el PNV no lograr¨¢ nunca por medios democr¨¢ticos pasar de la pol¨ªtica de m¨ªnimos anunciada por sus representantes en las instituciones a la pol¨ªtica de m¨¢ximos reclamada por sus dirigentes partidarios; que entre la exigencia planteada en el presente, ayer un estatuto de autonom¨ªa, hoy un status de libre asociaci¨®n, y la meta so?ada para el futuro, independencia en un Estado ¨¦tnicamente vasco, se interponen obst¨¢culos que nunca podr¨¢n ser derribados por los mecanismos propios de un Estado de derecho. Hay siempre una ambig¨¹edad de fondo en la pol¨ªtica del PNV que le sirve para amenazar con romper las reglas del juego si no se cumplen sus exigencias inmediatas y, una vez cumplidas, seguir amenazando con el recordatorio de que lo conseguido est¨¢ todav¨ªa lejos de la meta. De iniciar por en¨¦sima vez ese cansino juego se han encargado Ibarretxe, proponiendo lo que parec¨ªa un m¨¢ximo, y Arzalluz, avisando que en realidad lo de Ibarretxe es un m¨ªnimo. Con lo cual, queridos camaradas, cuando despu¨¦s de grandes trabajos se conquiste la libre asociaci¨®n, la lucha continuar¨¢ hasta el triunfo final: la unidad de todos los nacionalistas en la independencia de los siete territorios llamados hist¨®ricos, haga lo que quiera ETA, ese hijo pr¨®digo al que se invita a arrepentirse de sus pecados y volver a la casa del padre, encendiendo al tiempo una vela al diablo para que no se apresure.
ETA fuera, evidentemente; pero esa consigna en realidad no compromete a nada; s¨®lo expresa un deseo, casi un ruego. A no ser, claro, que de esta manifestaci¨®n salga un compromiso de m¨¢s alcance: que en Euskadi nadie plantear¨¢ ning¨²n marco pol¨ªtico distinto al del Estatuto hasta que ETA no est¨¦ verdaderamente fuera y hasta que no se cumplan cinco a?os (de modo que haya tiempo para dos elecciones) sin atentados; es decir, hasta que todos los partidos pol¨ªticos, todas las opciones, puedan trabajar al menos cinco a?os con id¨¦ntico grado de libertad. Si el PNV se comprometiera a dar ese paso despu¨¦s de la manifestaci¨®n, quiz¨¢ ETA se ver¨ªa obligada a iniciar la cuenta atr¨¢s de su desaparici¨®n. De momento, y como no hay traza alguna de que lo vaya a dar, no habr¨¢ m¨¢s remedio que mantener todas las cautelas ante una manifestaci¨®n unitaria contra ETA convocada por un partido que jam¨¢s ha puesto como condici¨®n para avanzar en sus planes pol¨ªticos la desaparici¨®n de ETA.
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