Del desenfreno al canguelo
Clemente se estrena en el Espanyol con un triunfo incuestionable ante el Valladolid
Agitado por el nervio de Clemente, un polvorilla que regresaba con todas las de la ley, despert¨® el Espanyol y se abraz¨® a una victoria p¨ªrrica a efectos num¨¦ricos y, sin embargo, tan incuestionable futbol¨ªsticamente como mal entendida al final por parte de la hinchada, que pens¨® que aquel partido o se ganaba con la gorra o no se impon¨ªa celebraci¨®n alguna. Desbravado antes de tiempo, el Espanyol qued¨® expuesto al empate en una pen¨²ltima jugada en la que el Valladolid pareci¨® que jugaba con dos futbolistas m¨¢s y no de menos, tras las expulsiones de dos zagueros del calibre de Marcos y Pe?a.
Jug¨® el Espanyol largo rato con nervio e intensidad, incluso con una lucidez sorprendente si se atiende a que anda chapotenado por la zona del descenso, procurando estirar el cuello. La productividad del equipo bien merec¨ªa unos cuantos goles. Ocurri¨®, como es costumbre en situaciones emocionales dif¨ªciles, que los jugadores no controlaron el punto de mira y dispararon como si fueran borrachos, dicho sea sin ¨¢nimo de faltar.
ESPANYOL 1 - VALLADOLID 0
Espanyol: Sergio; Marc Bertr¨¢n, Lopo, Soldevilla, Navas; Domoraud; Roger (Toni Velamaz¨¢n, m. 61), De la Pe?a (?lex Fern¨¢ndez, m.66), Maxi Rodr¨ªguez (?scar, m.83); Milosevic y Tamudo. Valladolid: Bizarri; Torres G¨®mez, Gaspar, Pe?a, Marcos; Fernando Sales, Jes¨²s (Santamar¨ªa, m.71), Colsa, Antonio L¨®pez (?scar S¨¢nchez. m.36); ?scar Gonz¨¢lez y Aganzo (Sousa, m.70). Gol: 1-0. M. 7. Tamudo descuelga con la cabeza la pelota para Milosevic, que empalma un remate duro desde fuera del ¨¢rea. ?rbitro: Gonz¨¢lez V¨¢zquez. Expuls¨® a Marcos (m.22) por derribar a Tamudo cuando encaraba a Bizarri y a Pe?a por doble amonestaci¨®n (m. 21 y m.61). Mostr¨® la tarjeta amarilla a Fernando Sales, Navas, Aganzo, Torres G¨®mez, Jes¨²s, Gaspar, Lopo y ?lex Fernandez. Montju?c: 19.600 aficionados.
Le fall¨® el pulso al plantel de Clemente, especialmente diligente en el dise?o del partido y muy confiado en una alineaci¨®n ortodoxa: dos centrales, dos delanteros, un improvisado medio defensivo [Domoraud] por detr¨¢s de un enganche tan seductor como De la Pe?a y dos volantes. Mejor puesto que nunca, el Espanyol madur¨® el encuentro hasta sacar al Valladolid de la cancha y obligar al ¨¢rbitro a buscar resuello en las tarjetas, que siempre cayeron del bando forastero, martirizado por el colegiado. El gol de Milosevic, precioso en su ejecuci¨®n y reflejo del f¨²tbol directo que predica Clemente, cay¨® a buena hora para los blanquiazules, nada m¨¢s comenzar. Obligado a jugar a contra corriente, el Valladolid se vio pronto desbordado, incapaz de atajar la contienda por alg¨²n otro sitio que no fuera por la dimisi¨®n del Espanyol.
No se pararon los periquitos con el tanto del ariete sino que fueron cargando la m¨¢quina mientras el contrario segu¨ªa cargando tarjetas y perdiendo piezas. Al descanso ya lleg¨® el Valladolid con uno menos y en la reanundaci¨®n se qued¨® muy pronto con nueve. El paisaje invitaba a la goleada, y sin embargo, poco a poco el Espanyol se fue desinflando, desaceler¨®, perdi¨® gas. Imparable en el primer acto, result¨® irreconocible en el segundo, donde no supo rematar al contrario ni cerrar el choque sin dar lugar a malos entendidos. Pese a su superioridad num¨¦rica, en ataque se recre¨®, perdonando la vida al rival, desperdiciando jugadas de tres contra uno, como la ¨²ltima del encuentro. Defensivamente, mientras, recul¨® de mala manera, perdi¨® revoluciones y le concedi¨® al Valladolid la posibilidad de redimirse a bal¨®n parado.
No encontr¨® el Espanyol el ritmo necesario para mantener su jerarqu¨ªa ni la pausa que le habr¨ªa permitido gobernar la contienda. Del f¨²tbol sin intermediarios a veces y combinativo en otras pas¨® a un absentismo sobrecogedor. El partido acab¨® de mala manera, con la hinchada cabreada, el entrenador descontento y el equipo resoplando.
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