La Iglesia y los jud¨ªos
El autor de Verdugos voluntarios redacta en esta ocasi¨®n un alegato fiscal contra la actitud de la Iglesia cat¨®lica en relaci¨®n al Holocausto y su antecedente, el antisemitismo que acompa?a a la doctrina cristiana desde sus textos fundacionales. Los dos argumentos centrales de su cr¨ªtica son f¨¢ciles de resumir. Primero, existen sobradas pruebas de que el Vaticano, as¨ª como muchos prelados y sacerdotes, respaldaron activamente en muchos casos, y con silencio c¨®mplice en otros, la persecuci¨®n de los jud¨ªos por nazis y fascistas durante la Segunda Guerra Mundial, y en el medio siglo largo transcurrido desde entonces, la rectificaci¨®n y el reconocimiento de responsabilidades ha sido de una radical insuficiencia. Segundo, esa actitud tiene su fundamento en el antisemitismo de que est¨¢ infectado el Nuevo testamento, inspirador de las persecuciones contra los jud¨ªos a lo largo de dos milenios. La "restituci¨®n moral", a que est¨¢ obligada la Iglesia por su propio octavo mandamiento, est¨¢ a¨²n por realizar.
LA IGLESIA CAT?LICA Y EL HOLOCAUSTO
Daniel Jonah Goldhagen Traducci¨®n de Mar¨ªa Condor, Jes¨²s Cu¨¦llar y Pablo Hermida Taurus. Madrid, 2002 404 p¨¢ginas. 21 euros
A falta de datos en sentido contrario, la primera parte ofrece una acumulaci¨®n abrumadora de pruebas contra esa incre¨ªble actitud, especialmente en el pontificado de P¨ªo XII, as¨ª como de la resistencia ulterior a cambiar definitivamente de rumbo, a pesar de la aportaci¨®n positiva que supuso el Concilio Vaticano II. Pablo VI tampoco sale bien parado y en cuanto a Juan Pablo II, ah¨ª estar¨ªa su reciente aquiescencia ante el discurso antisemita del dictador Bashar Al Assad. El episodio es significativo para reconocer los l¨ªmites de la nueva sensibilidad cat¨®lica con vistas al tema, pero tambi¨¦n para percibir el esp¨ªritu militante que anima al autor en este punto, ?y por qu¨¦ no en otros? Ciertamente, Al Assad dio muestra de un intolerable antisemitismo. Sin embargo, no es "un reconocido patrocinador del terrorismo internacional", como escribe Goldhagen, e Israel dista de ser hoy el cordero sobre quien caen las agresiones de antisemitas como ¨¦l. No vayamos a condenar con justicia las conductas papales para acabar cerrando los ojos y defendiendo a un criminal de guerra como Ariel Sharon. Parece que Goldhagen, por ese y otros indicios, es poco propicio a volver la mirada hacia los actos de barbarie cometidos desde su orilla.
El Holocausto fue el principal genocidio del siglo y como tal ha de condenarse toda infravaloraci¨®n y todo encubrimiento, siempre recordando que no debe ser visto como ¨²nico. Hubo otros, desde el sufrido por los armenios en la Primera Guerra Mundial al cometido por los jemeres rojos en Camboya, mientras en un escal¨®n inferior su sombra tampoco debe borrar la cascada de cr¨ªmenes contra la humanidad, donde Israel no est¨¢ libre de mancha.
En la segunda vertiente del
libro se plantea una pregunta: ?c¨®mo evitar el ¨¢nimo de persecuci¨®n si la Biblia cristiana est¨¢ plagada de acusaciones y calumnias contra los jud¨ªos? Daniel Jonah Goldhagen habla para el caso de "antisemitismo", pero ser¨ªa m¨¢s correcto hacerlo de "antijuda¨ªsmo", ya que el odio al colectivo que pasa de ser pueblo elegido a pueblo maldito no se enmarca en la discriminaci¨®n propia del racismo moderno. Tiene raz¨®n, sin embargo, al subrayar que de nada valen las generalizaciones a la hora de rectificar si el texto sigue ah¨ª lanzando sus mensajes difamatorios, en tanto que no llega la Enc¨ªclica donde las cuentas con el antisemitismo eclesial sean definitivamente ajustadas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.