Balances, previsiones
El ritual del final de a?o suele estar hecho de balances y previsiones. Los balances acostumbran a coincidir: extra?amente parece que la gente, que no ha estado de acuerdo a lo largo del a?o, se afana, al mirar hacia atr¨¢s, en echar una mirada plana hacia lo vivido. Habr¨¢ acuerdo, pues, en que el Prestige y sus consecuencias, la guerra (en Oriente Medio y contra el terrorismo), la crisis econ¨®mica, el aumento de precios, los malos tratos a las mujeres, la crisis de las familias, el aumento de la criminalidad en Espa?a, la vocaci¨®n imperial del Gobierno de Bush... son hechos que han marcado esta convenci¨®n temporal englobada en el a?o 2002.
Aunque los balances coincidir¨¢n en esos hechos, no est¨¢ tan claro, por suerte, que tambi¨¦n est¨¦n de acuerdo en las conclusiones que se extraigan de ellos. Y eso se pondr¨¢ especialmente de manifiesto en el despliegue de previsiones que se ofrezcan sobre el inmediato futuro: el 2003. ?sa es la gracia de las previsiones: dejan desnudo a quien las hace. Avanzar lo que suceder¨¢ es una verdadera man¨ªa contempor¨¢nea que apuntala la convicci¨®n, nunca confesada pero siempre manifiesta, de que todo se puede prever y, al fin, ser controlado. Pero ese ejercicio de futurolog¨ªa se basa en una interpretaci¨®n sobre el presente y su acumulaci¨®n de hechos que difiere en cosas esenciales. Es la viej¨ªsima historia del color del cristal con que se mira. Y esa mirada particular, inteligente o no, sale a flote con el despliegue de futuribles que hacen los magos pol¨ªticos.
As¨ª, veremos a los optimistas interesados explicar, una vez m¨¢s por cierto, que el pr¨®ximo a?o ser¨¢ el de la recuperaci¨®n econ¨®mica, prescindiendo de que todos los datos que hoy existen no avalan tan buen deseo. Observaremos un intenso despliegue pacificador basado en las bondades de la guerra y no hay duda de que los argumentos morales jugar¨¢n un papel decisivo. Porque tanto los balances como las previsiones est¨¢n hechos para fijarse en las conciencias, a la vez, como foto fija y como advertencia. A partir de ah¨ª, en teor¨ªa, cada cual podr¨¢ tomar posiciones y apuntalar su plan de vida.
Este tipo de recapitulaciones y proyecciones siempre intentan influir en cada uno de nosotros. ?Lo consiguen? Me temo que, aunque no lo reconozcamos, as¨ª sucede. Es muy distinto, por ejemplo, empezar el a?o con buenas perspectivas laborales que lo contrario. No tiene nada que ver que un balance y unas previsiones creen confianza en el futuro o no la creen. Y es a¨²n m¨¢s distinto que creen esa confianza mientras todos los dem¨¢s, en su propio balance, piensan todo lo contrario. Ah¨ª est¨¢ el quid del asunto: ?creemos las previsiones o a nuestros ojos?
Va a empezar un a?o electoral importante: municipales y auton¨®micas. As¨ª que nuestros o¨ªdos deber¨ªan prepararse para esos fant¨¢sticos cantos de sirena que ya han comenzado a envolvernos: ir¨¢n a m¨¢s. Con lo cual es f¨¢cil de prever que la distancia entre la magia de la profec¨ªa y la realidad se agrandar¨¢. La credibilidad es, claramente, el tema del futuro inmediato. Acabo de leer un solvente bar¨®metro empresarial en el que se concluye que "los empresarios espa?oles no se creen los Presupuestos Generales": los encuentran poco realistas, empezando por el d¨¦ficit cero. La m¨¢gica prospectiva, pues, tiene problemas tan serios que puede acabar en puro pitorreo. ?Reiremos mucho en 2003? Qui¨¦n sabe. Con toda modestia, propongo en este fin de a?o un recuerdo a esa nueva realidad descubierta en un laboratorio: nuestros genes y los de los ratones son casi id¨¦nticos. ?Qu¨¦ gran noticia para empezar a entendernos a nosotros mismos! Si eso fuera cierto, y as¨ª lo parece, ?qu¨¦ hacemos con la magia y el delirio cuando lo que nos gusta de verdad es algo tan banal como el queso? Por cierto, ?qui¨¦n se ha llevado mi queso?
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