"Un exceso de religi¨®n termina enloqueci¨¦ndote"
El escritor estadounidense John Updike, de 70 a?os, habla sobre su nuevo libro, Rabbit, el regreso, que Tusquets editar¨¢ en castellano en la pr¨®xima primavera, sobre la transformaci¨®n que ha experimentado la clase media estadounidense y sobre la obsesi¨®n por el sexo de la gente de su generaci¨®n.
Pregunta. Se?or Updike, en su libro Rabbit, el regreso se plantea la pregunta de si no bastar¨ªa con tener un poco de fe. "Demasiada fe", se afirma en el texto, "convierte a las personas en asesinos". ?Qu¨¦ ha querido decir con eso?
Respuesta. Un exceso de religi¨®n termina volvi¨¦ndote loco y cruel. Uno se convierte en un musulm¨¢n fan¨¢tico, en un fundamentalista cristiano o en cualquier otro tipo de personaje radical. Ahora bien, un poco de fe nunca hace da?o, sirve para soportar el terror b¨¢sico que subyace tras la vida. O por lo menos as¨ª es como piensa Janice, mi protagonista...
"El adulterio ya no tiene la misma importancia; para los de mi generaci¨®n era algo fascinante"
"En este momento, lo m¨¢s interesante de mi vida es ir al dentista y ser entrevistado"
"Arrojamos bombas sobre ej¨¦rcitos y ciudades de una forma nada heroica"
P. ... la viuda de su famoso h¨¦roe Harry Angstrom, conocido como Rabbit, ?est¨¢ de acuerdo con esta manera de pensar?
R. En buena medida, Janice piensa como yo.
P. Su posici¨®n ante la guerra nos parece poco clara: en los a?os sesenta usted no estaba dispuesto a sumarse al movimiento de oposici¨®n a la guerra del Vietnam, a diferencia de la mayor¨ªa de los intelectuales de la Costa Este. M¨¢s tarde calific¨® a Vietnam de "guerra infame y pasada de moda, acaudillada por presidentes torpes venidos del Oeste". ?Se trata de un tard¨ªo cambio de criterio?
R. Nadie pod¨ªa desear una guerra como ¨¦sa. Hoy en d¨ªa sabemos que la batalla que se libr¨® all¨ª constituy¨® un rotundo error. Simplemente supuse que los gobernantes ten¨ªan buenas intenciones. Tengo una acusada tendencia a simpatizar con el Gobierno; desde luego, no valdr¨ªa para pol¨ªtico. Siempre tengo la sensaci¨®n de que casi todas las declaraciones pol¨ªticas requieren la existencia de una opini¨®n contraria. Ahora bien, en el a?o 1992, durante la guerra del Golfo, me convert¨ª en una especie de pacifista.
P. ?C¨®mo fue eso?
R. Me parec¨ªa brutal que se bombardeara hasta el final a todo un ej¨¦rcito mientras uno mismo es poco menos que invulnerable. ?sta es ahora nuestra forma de luchar, porque somos nosotros los que tenemos las m¨¢quinas y gozamos de la superioridad a¨¦rea. No permitimos que nuestros cachorros corran ning¨²n riesgo y arrojamos bombas sobre ej¨¦rcitos y ciudades de una forma que no es que sea precisamente heroica, comparada con la lucha cuerpo a cuerpo de tiempos pasados.
P. Usted vive retirado en la Costa Este, en una casa maravillosa con vistas a la bah¨ªa de Massachusetts. ?Realmente mantiene alg¨²n tipo de contacto con esa clase media sobre la que escribe?
R. La capa social que hoy en d¨ªa se denomina clase media es m¨¢s pudiente de lo que lo ha sido nunca aquella en la que yo me cri¨¦, y a eso contribuye en buena medida el hecho de que en este momento la mayor¨ªa de los estadounidenses se incluya en las filas de la clase media, aunque tengan un mill¨®n de d¨®lares o incluso dos o m¨¢s. En mi juventud la idea de ser millonario nos parec¨ªa realmente grandiosa, pero hoy en d¨ªa un mill¨®n ya no es lo que era, sobre todo si uno lo tiene invertido en acciones.
P. La acci¨®n de Rabbit, el regreso tambi¨¦n se desarrolla en un contexto m¨¢s amable. Janice se ha vuelto a casar una d¨¦cada despu¨¦s de la muerte de Rabbit, su marido, pero, a pesar de todo, le sigue echando de menos, aun cuando las cosas no siempre fueran f¨¢ciles a su lado. ?Por qu¨¦ dej¨® morir hace diez a?os al m¨¢s famoso de sus h¨¦roes al final de la cuarta novela de Rabbit?
R. Ya no le quedaba nada por hacer. Si le hubiera enviado a vivir una nueva peripecia aventurera, no habr¨ªa salido nada nuevo de ah¨ª. Lo que s¨ª es cierto es que ha muerto muy pronto, pero pens¨¦ que los atletas como ¨¦l, esos hombres que han exigido tanto a su cuerpo, mueren j¨®venes. En cualquier caso, tambi¨¦n ten¨ªa exceso de peso y padec¨ªa del coraz¨®n.
P. Usted y Rabbit han entretenido a los lectores con un mont¨®n de enga?os y adulterios. Pero en Rabbit, el regreso abre a sus descendientes la perspectiva de una dicha matrimonial realmente burguesa. ?Estamos ante un genuino happy end?
R. Es cierto que surgen parejas sin tacha y, en cierto sentido, es Harry el que provoca todo eso. Al final, sus hijos han llegado a conocerse, su hijo y su hija natural, y ya pueden seguir su camino liberados. Eso le habr¨ªa gustado a Harry. Y su viuda pondr¨¢ rumbo a Florida con su nuevo marido; ¨¦sa tambi¨¦n es una forma de dicha.
P. ?Tambi¨¦n lo ser¨ªa para usted?
R. Mi mujer se opone y, en realidad, yo tambi¨¦n. He pasado toda mi vida en el noreste de Estados Unidos. Florida es algo enteramente distinto, incluso aunque all¨ª haya un mont¨®n de gente de mi edad que procede tambi¨¦n del noreste.
P. ?Se puede imaginar a su h¨¦roe Rabbit convertido en lector de sus novelas?
R. No. Cuando se hizo mayor ley¨® libros, ahora bien, se trataba de obras hist¨®ricas. Quer¨ªa aprender algo sobre la historia de su pa¨ªs. Yo siempre me he imaginado a Harry como un estadounidense t¨ªpico.
P. ?Le entristece pensar que muchos estadounidenses t¨ªpicos nunca conocer¨¢n a Rabbit, el vendedor de autom¨®viles, ni al escritor John Updike, simplemente porque no leen libros?
R. En cierto sentido, es una cosa un tanto triste. Pero, por otro lado, es realmente hermoso escribir sobre gentes que nunca leer¨¢n los libros en los que aparecen, y no sobre gente que se mueve en c¨ªrculos literarios. Quiz¨¢ exista tambi¨¦n alg¨²n vendedor de autom¨®viles que alguna vez lea una novela, pero, por lo general, en este pa¨ªs se trabaja duro; despu¨¦s uno llega a casa, pone el televisor, cena y se va a la cama.
P. Acaba de publicarse en Estados Unidos la que es su vig¨¦sima novela: Seek my face. La acci¨®n transcurre en un solo d¨ªa y est¨¢ escrita en forma de entrevista.
R. En Seek my face se narra la historia de una mujer de 78 a?os, viuda de un pintor, cuya figura est¨¢ inspirada en la de Jackson Pollock. A diferencia de Lee Krasner, la viuda real de Pollock, mi hero¨ªna se vuelve a casar con "un artista que es una especie de artista pop". M¨¢s adelante, este matrimonio se rompe y ella se casa con un coleccionista. Es una peque?a historia del arte estadounidense de la posguerra. Tengo bastante experiencia en el g¨¦nero de la entrevista. Ir al dentista y ser entrevistado son, en este momento, las aventuras m¨¢s importantes de mi vida.
P. Su tema favorito, el adulterio, apenas si aparece en su nuevo libro. ?Por qu¨¦?
R. No s¨®lo porque yo personalmente cada vez lo entiendo menos, sino porque hoy en d¨ªa este tema ya no tiene en absoluto la misma importancia que tuvo para mi generaci¨®n. Para nosotros era algo francamente fascinante; no hay que olvidar que los ricos lo han practicado siempre. Pero para la clase media era toda una novedad tener el suficiente colch¨®n como para permitirse el lujo de desear a otra persona que no fuera el propio c¨®nyuge. Mi novela Matrimonios describ¨ªa ese momento hist¨®rico, pero ha llovido mucho desde entonces. Ahora la gente se casa m¨¢s tarde y tiene mucha vida sexual antes del matrimonio. A mis hijos lo que m¨¢s parece importarles es mantener a la familia unida y ser mejores padres.
P. ?Son cosas que tienen m¨¢s importancia para ellos que para la gente de su generaci¨®n?
R. Creo que s¨ª. En aquel entonces est¨¢bamos completamente desquiciados. En cierto modo ten¨ªamos a nuestros hijos sin darle demasiadas vueltas. Era lo suyo, tener cuatro hijos. El pararnos a pensar c¨®mo deber¨ªamos educar a esos hijos era algo que nos resultaba completamente ajeno. Ya hab¨ªamos experimentado la suficiente represi¨®n en la ni?ez, la mayor¨ªa de nosotros ¨¦ramos hijos ¨²nicos y nuestros padres eran pobres.
P. ?Tiene la sensaci¨®n de vivir en una ¨¦poca que resulta estimulante para la producci¨®n literaria?
R. Durante los ¨²ltimos 45 a?os de mi vida productiva en Estados Unidos imperaba una atm¨®sfera que pod¨ªa hacerle creer a uno que estos libros peregrinos, fruto de la invenci¨®n, podr¨ªan ser de inter¨¦s y utilidad para alguien. No cabe duda de que eso era una bendici¨®n para m¨ª y me espoleaba a escribir. Pero esto es algo que cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil de imaginar hoy en d¨ªa.
P. ?Escribir le hace dichoso?
R. Cada vez que uno comienza una novela es como si empezara a escribir por vez primera. Sobre todo en la primera mitad, en el primer tercio, cuando todav¨ªa est¨¢ todo por definir: los escenarios, los nombres de los personajes. Mucho trabajo, pero un trabajo sano.
P. Que a usted le divierte...
R. Es todo lo que s¨¦ hacer.
? Der Spiegel
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.