El para¨ªso de los moluscos
Arcachon es una poblaci¨®n hija de los delirios de Napole¨®n III. En 1857, el emperador visit¨® la laguna -25.000 hect¨¢reas, 80 kil¨®metros de costa interior protegidos por una bocana de menos de 500 metros de ancho- con la esperanza de encontrar un puerto para su Armada, pero si la niebla enfri¨® sus planes militares el azar le descubri¨® otra cosa: las ostras. Dos a?os m¨¢s tarde nac¨ªa la ostricultura, la cr¨ªa organizada de ese alimento que necesita casi cuatro a?os para convertirse en tal. Hoy, 350 empresas radicadas en la laguna dan trabajo a mil personas, mueven unos 30 millones de euros anuales y producen unas 12.000 toneladas de ostras al a?o.
Marc Druard es el m¨¢ximo responsable de los cultivadores de ostras de Arcachon. La llegada de las primeras manchas de chapapote le inquietan. "Hace tres d¨ªas todo el fuel recogido ten¨ªa cabida en un recipiente de dos litros; ayer, la situaci¨®n se agrav¨® y hoy ha habido que prohibir, a t¨ªtulo preventivo, la recogida y venta de marisco". Para ¨¦l la situaci¨®n no es nueva.
La visita el viernes pasado del primer ministro franc¨¦s, Jean Pierre Raffarin, ha tenido efectos ben¨¦ficos. "Que al d¨ªa siguiente en que aparecen las primeras huellas de contaminaci¨®n venga el m¨¢ximo representante del poder p¨²blico a enterarse de lo que sucede y qu¨¦ necesitas tranquiliza o, cuando menos, consuela. Es un gesto para demostrar que no est¨¢s solo, abandonado de todos".
Otra cosa es que lo que es bueno para la moral tambi¨¦n lo sea para la cruda y sucia realidad. "De momento, dejamos que sean los bomberos y los servicios de limpieza municipales quienes se ocupen de la limpieza de las costas, pero supongo que nos tocar¨¢ ponernos el traje de faena, como con el Erika". Y ayer mismo varias barcas de ostricultores, las peculiares pinasses, recorr¨ªan la laguna a la busca y captura del chapapote.
El naufragio del Erika, en diciembre de 1999 ante las costas bretonas, es tema recurrente en todas las conversaciones. "No se ha aprendido nada de lo que ocurri¨® entonces. El prefecto mar¨ªtimo de Brest no hizo lo que deb¨ªa: remolcar el barco hasta el puerto m¨¢s cercano. Las consideraciones electorales pesaron m¨¢s que el buen sentido. Nadie quiere ser el responsable de ensuciar un puerto, una r¨ªa o una laguna, pero es mejor concentrar el da?o que llenar de mierda centenares de kil¨®metros de costa. El error que entonces cometieron las autoridades francesas, lo han vuelto a cometer las espa?olas".
Mirando el mapa parece incomprensible que no pueda protegerse la laguna: el acceso entre la punta de Cap Ferret -un brazo de arena y bosque de 25 kil¨®metros de largo y apenas 700 metros de ancho- y la costa propiamente dicha, con su gigantesca duna del Pilat situada a 500 metros pero al otro lado del mar, parece el lugar ideal para poner una barrera flotante, pero la corriente es muy fuerte. Los ostricultores de Arcachon quieren constituirse en parte civil y querellarse con los responsables del desastre.
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