El dividendo de Bush
Con las ambiciosas medidas anunciadas ayer en Chicago, que tienen en la supresi¨®n del impuesto sobre dividendos la mitad de su coste fiscal, George W. Bush busca alcanzar tres objetivos: reactivar la econom¨ªa de EE UU y evitar una recesi¨®n, contrarrestar la incertidumbre creada por una guerra con Irak e intentar ganar las elecciones de 2004, consciente de lo que le pas¨® a su padre, que triunf¨® en la guerra del Golfo, pero perdi¨® en las urnas ante Clinton por la crisis econ¨®mica. La recuperaci¨®n de la econom¨ªa estadounidense es algo que interesa al mundo entero, puesto que un 64% del crecimiento global registrado entre 1995 y 2000 se ha debido a Estados Unidos. No est¨¢ claro, lamentablemente, que estas medidas basten para contrarrestar la desaz¨®n y el miedo de los inversores.
George W. Bush hered¨® de Clinton un super¨¢vit federal presupuestario, pero al aumentar los gastos, marcadamente en defensa exterior y seguridad interior tras el 11-S, y al reducir los impuestos y los ingresos p¨²blicos, ha generado un d¨¦ficit que agravar¨¢n las medidas anunciadas en Chicago. Con un est¨ªmulo fiscal de unos 674.000 millones de d¨®lares en diez a?os, el presidente de EE UU fue ayer mucho m¨¢s lejos de lo que promet¨ªa hace escasamente un mes. La supresi¨®n, sin m¨¢s, a partir de 2004 del impuesto sobre los dividendos de las empresas supone la p¨¦rdida de 380.000 millones de d¨®lares para el Estado. En una pol¨ªtica orientada hacia la nueva clase inversora -40% de las familias, que han perdido siete billones de d¨®lares con la crisis de las bolsas desde 2000-, Bush espera contribuir a insuflar confianza en las inversiones en acciones. Justifica este recorte en la necesidad de huir de la doble imposici¨®n, pues las empresas pagan impuestos por sus beneficios, y los accionistas, de nuevo por los dividendos. Pero es algo que ocurre en numerosas actividades econ¨®micas, por ejemplo, en materia de impuestos sobre el consumo y sobre ingresos salariales.
Tambi¨¦n propone Bush anticipar la rebaja fiscal aprobada en 2001 para su aplicaci¨®n gradual en una d¨¦cada y bajar de inmediato los tipos: del 38,5% al 35% el m¨¢ximo y del 15% al 10% el m¨ªnimo, lo que tendr¨¢ un coste fiscal de 100.000 millones de d¨®lares. La Casa Blanca insiste en que 92 millones de ciudadanos pagar¨¢n este a?o en sus impuestos 1.000 d¨®lares menos. Pero son medidas que benefician principalmente a los m¨¢s acaudalados: el Centro de Pol¨ªtica Fiscal calcula que el 1% de las personas m¨¢s ricas del pa¨ªs se llevar¨¢ un 42% de los beneficios de estas reformas.
Bush impulsa as¨ª la agenda pol¨ªtica republicana y, de paso, intenta anular parte de las contrapropuestas dem¨®cratas con medidas para financiar los Estados endeudados de la federaci¨®n, fomentar el empleo con ayudas pertenecientes al repertorio del "conservadurismo compasivo" o reinstaurar el seguro ante el paro de larga duraci¨®n, que hab¨ªa expirado en diciembre. Aunque 10 millones de jubilados, segmento social pol¨ªticamente importante, pues es el que m¨¢s vota, se beneficien de la supresi¨®n de la fiscalidad sobre los dividendos, Bush ha tenido que revisar sus prioridades en detrimento de la Sanidad o la Educaci¨®n p¨²blicas, justamente las ¨¢reas en las que los dem¨®cratas centran su alternativa. Los republicanos, que ayer asumieron de nuevo el control del Senado, aunque s¨®lo con un esca?o de mayor¨ªa, tendr¨¢n que contar con algunos dem¨®cratas para sacar sus proyectos adelante.
El paquete de Bush, que sigue a las reformas sobre gesti¨®n corporativa a consecuencia de los esc¨¢ndalos de Emron y otras empresas, puede contribuir a reanimar las cotizaciones en Wall Street, que ayer reaccion¨® con subidas muy leves, pero no a generar inversi¨®n real en bienes y servicios, la mejor forma de luchar contra un paro que, tras m¨ªnimos hist¨®ricos, ha subido por encima del 6%. La reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s tampoco ha estimulado el consumo. El riesgo de que la econom¨ªa se estanque es grande, y la medicina de Bush no es la mejor para sacar a EE UU de ese estado, agravado por una situaci¨®n preb¨¦lica.
Bush no ha contribuido a despejar estas incertidumbres, ni con sus medidas econ¨®micas ni con sus declaraciones sobre Sadam Husein, aunque ayer se?al¨® que va a liderar una coalici¨®n de pa¨ªses voluntarios para quitarle al dictador las armas de destrucci¨®n masiva que se supone que tiene y para "liberar al pueblo de Irak". Neutralizar los efectos inhibidores derivados de la acumulaci¨®n de riesgo geopol¨ªtico que supone la crisis de Irak, que junto con la de Venezuela ha hecho subir el precio del petr¨®leo y ha llevado el precio del oro a m¨¢ximos no alcanzados desde 1997, requiere algo m¨¢s que una magia fiscal, que parece m¨¢s propia de un nieto de Reagan que de un hijo de Bush.
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