Sin comparar

No, no voy a comparar. Ya s¨¦ qu¨¦ es lo que se espera, y lo que parte del p¨²blico hace y va a hacer, entre aquella versi¨®n del Marquina y ¨¦sta del Infanta, entre espa?oles y argentinos. No creo que tenga derecho a considerar el trabajo de unos en relaci¨®n con el que hicieron otros, o viceversa, aunque yo sepa lo que me gusta m¨¢s. ?nicamente voy a decir que en aqu¨¦lla se entend¨ªan la representaci¨®n y el texto como una trascendencia, una iron¨ªa formal, una posibilidad de que el p¨²blico tratase de intelectualizarse de alguna manera, y en ¨¦sta hay m¨¢s comicidad, m¨¢s burla de los personajes -burla cari?osa, se entiende, como corresponde al teatro burgu¨¦s del que forma parte esta comedia- o de la condici¨®n humana, se entra m¨¢s en la complicidad con el p¨²blico. El p¨²blico se r¨ªe mucho m¨¢s, aunque eso no quiere decir que le guste m¨¢s: la sonoridad no tiene mucha relaci¨®n con la preferencia.

Por esas razones de no comparaci¨®n, en los tiempos en que el teatro era importante en Madrid la cr¨ªtica no se acercaba a las reposiciones, sino a los estrenos. Es decir, a la virginidad propia -un poco celestinesca, o fingida- frente a la representaci¨®n. Solamente en algunos casos, en obras cl¨¢sicas o excepcionales -como el Tenorio de Zorrilla-, se trataba precisamente de comparar entre los divos, como en la ¨®pera o como en los conciertos. Esto cambi¨® desde que entr¨® a la fuerza una nueva manera de considerar el teatro: lo "nuevo" ser¨¢ la "puesta" -ap¨®cope de puesta en escena-, la direcci¨®n, la escenograf¨ªa y otras artes secundarias a las que ejercen el autor y los int¨¦rpretes. La palabra "estreno" s¨®lo se aplicaba a una primera representaci¨®n; ahora se llaman as¨ª las reposiciones y nunca la primera representaci¨®n -que es la que yo vi el mi¨¦rcoles, con la taquilla abierta y el teatro, m¨¢s que lleno, abarrotado: lo que se llama "p¨²blico sano", suponiendo al otro enfermo o viciado -sino aquella a la que se decide invitar a los buenos amigos, y hasta a los malos. Otros conceptos. Si yo hoy me limitase a criticar las obras que no he visto o le¨ªdo nunca, me quedar¨ªa en casa. O no tendr¨ªa m¨¢s remedio que ce?irme a las aportaciones del director y sus ayudantes -cada vez en mayor n¨²mero- como si el texto no existiera. No estoy muy dispuesto.

El texto en esta versi¨®n es, como digo antes, mas c¨®mico: y los tres actores se inclinan, por lo tanto, a hacerlo as¨ª con un comedimiento de calidad, sin retorcerse y sin tartamudear, que eran los recursos de los actores c¨®micos, que ya s¨®lo se mantienen en la televisi¨®n. Son argentinos, y la forma en que su prosodia o sus tics de lenguaje aborda lo divertido o lo burl¨®n se a?ade a sus m¨¦ritos, que son muchos. No impide esto que el espectador se pierda en el tema de si se trata de una burla del arte moderno o de una reflexi¨®n sobre las relaciones humanas, una tragicomedia sobre la amistad entre los hombres -escrita por una mujer- o las dudas del pensamiento en el mundo contempor¨¢neo. All¨¢ cada uno: la discusi¨®n sobre la obra viene de hace a?os y en todos los idiomas a que ha sido traducido, a los millones de espectadores que la han visto en el mundo. Aqu¨ª se puede ver, aunque se haya visto la anterior, y aunque se esperan nuevas versiones. Hace re¨ªr y, en estos tiempos, eso en su tesoro.