Matones de discoteca

Escribo tremendamente dolido por la constataci¨®n -una vez m¨¢s- de la violencia de los porteros de discoteca. El s¨¢bado 4 de enero, en una sala de la capital, fui agredido por un descerebrado de dos metros cuya funci¨®n consiste -noche tras noche- en intimidar al p¨²blico asistente. Sus motivos para agredirme y expulsarme fueron mi supuesta intoxicaci¨®n et¨ªlica, haberle pisado dos veces y preguntarle por qu¨¦ me expulsaba de la sala. Adem¨¢s de ser zarandeado en romer¨ªa hasta la puerta de salida, tuve que aguantar una bofetada como broche final.

Mi sentimiento de impotencia y desamparo ante esta situaci¨®n fue tremendo. No existen cauces legales para corregir este tipo de agresiones. Me toc¨® volver a casa con la impresi¨®n de haber sido ninguneado, estafado (el precio de la entrada era de 11 euros), violado en mis derechos m¨¢s b¨¢sicos, y con la rabia y la impotencia de no poder hacer otra cosa.

Me gustar¨ªa animar a la gente que ha sufrido agresiones similares a que las haga p¨²blicas. Tambi¨¦n pedir a las instituciones que salvaguarden nuestros derechos. Por ¨²ltimo, llamar la atenci¨®n de los responsables de las salas para que seleccionen y aleccionen mejor al personal.