"Bush se equivoca: Corea es mayor amenaza que Irak"
Madeleine Albright, la que fuera secretaria de Estado con Bill Clinton, es el dirigente occidental que ha pasado m¨¢s tiempo con el l¨ªder norcoreano, Kim Jong-il.
Pregunta. ?C¨®mo hemos pasado de octubre de 2000 cuando usted estaba en Pyongyang hablando con Kim Jong-il a la actual confrontaci¨®n en la que Corea del Norte amenaza con fabricar m¨¢s bombas nucleares? ?Es culpa de los coreanos o de la Administraci¨®n Bush?
Respuesta. Una combinaci¨®n. Cuando regrese de Corea del Norte, empezamos intensas discusiones sobre los numerosos detalles t¨¦cnicos de la verificaci¨®n para asegurarnos de que los norcoreanos cumpl¨ªan lo prometido. La reuni¨®n de seguimiento de los expertos en Kuala Lumpur fue insatisfactoria y nos quedamos sin tiempo porque concluy¨® la Administraci¨®n Clinton. De hecho, uno de los problemas de Corea del Norte es que su tiempo se ha acabado.
Informamos a Powell y Rice sobre lo conseguido. Se mostraron muy interesados en seguir con las cartas que dejamos en la mesa. Pero luego, al principio de la Administraci¨®n Bush, el presidente surcoreano Kim Dae-jung vino a Washington para promover su pol¨ªtica de compromiso con el Norte. Pero la Casa Blanca cambi¨® sus se?ales durante la visita de Estado. Powell anunci¨® que la nueva administraci¨®n iba a revisar su pol¨ªtica.
Aunque fue un error de la Administraci¨®n Bush no recoger las cartas, la crisis actual la cre¨® Kim Jong-il, que decidi¨® impulsar en secreto su programa nuclear a pesar de la pol¨ªtica de compromiso de Kim Dae-jung y del apoyo a ¨¦sta de la Administraci¨®n Clinton.
P. ?Cu¨¢l es el objetivo de Kim Jong-il? ?Intenta sacar partido del sentimiento antiestadounidense en el Sur para abrir una brecha entre ese pa¨ªs y EE UU?
R. Es dif¨ªcil interpretar a Kim Jong-il. No est¨¢ loco, pero es bastante melodram¨¢tico y un negociador muy duro. Su objetivo ¨²ltimo es ser reconocido por EE UU y lograr un pacto de no agresi¨®n con nosotros. Obviamente ha malinterpretado tanto a Clinton como a Bush guard¨¢ndose una carta en la manga -el programa de enriquecimiento de uranio- para futuras negociaciones.
En cuanto a abrir una brecha entre Estados Unidos y Corea del Sur, no creo que sea tan sofisticado para elaborar ese tipo de estrategia. En cualquier caso, el sentimiento antiestadounidense no ha surgido en el Sur hasta las ¨²ltimas elecciones, bastante despu¨¦s de que Kim iniciara su programa. Me da la impresi¨®n de que prefiere negociar con EE UU solo y tratar al Sur como un adjunto. Pero en lo que a nosotros nos concierne, cualquier acuerdo debe llevar la firma de Corea del Sur.
P. ?Por qu¨¦ no se acepta el pacto de no agresi¨®n que pide Corea del Norte?
R. Cuando el vicemariscal Jo Myong-rok vino a EE UU en octubre de 2000 para invitar al presidente Clinton a visitar [su pa¨ªs], elaboramos un comunicado que dec¨ªa que Estados Unidos y Corea del Norte no albergaban intenciones hostiles entre ellos. Entiendo que los surcoreanos sugieren que un gran paso para difuminar la crisis actual ser¨ªa reiterar ese llamado acuerdo Albright-Jo. No hay motivo, en mi opini¨®n, para que Estados Unidos no repita, de nuevo, que no tenemos intenci¨®n de agredir a Corea del Norte si ese pa¨ªs no tiene intenci¨®n de agredirnos a nosotros.
P. Usted es la ¨²nica dirigente occidental que ha pasado un tiempo significativo con Kim Jong-il. ?Puede EE UU negociar con ¨¦l?
R. dir¨ªa que no hay raz¨®n para no hablar con ¨¦l. Despu¨¦s de todo, hablamos con Stalin y con Mao. No me hago ilusiones sobre Kim. Fue educado y preparado en un sistema marxista totalmente cerrado, y se cree su propia propaganda. Tratando con ¨¦l, me percat¨¦ de que bajo su bravuconer¨ªa hay un reconocimiento de que tiene una econom¨ªa disfuncional. Sabe que preside un sistema que no puede funcionar.
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