Soy un te¨®logo libre
El autor, te¨®logo que acaba de ser condenado por el Vaticano, lamenta que el estudio de su obra realizado por el ex Santo Oficio de la Inquisici¨®n haya evitado el di¨¢logo, al que se declara dispuesto
La Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe me ha hecho el honor de ocuparse de mi obra teol¨®gica durante tres a?os como antes lo hiciera con la de mis amigos Hans K¨¹ng y Leonardo Boff. La Comisi¨®n para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Espa?ola ha hecho suyos los resultados del estudio. Nunca imagin¨¦ que el Vaticano y los obispos espa?oles dieran tanta importancia a mis investigaciones.
Seguro que ha sido un trabajo concienzudo e intenso, dada la amplitud de mi obra: dos tesis doctorales, cerca de 1.000 art¨ªculos en medios de comunicaci¨®n, m¨¢s de 2.000 recensiones de libros de filosof¨ªa, teolog¨ªa y ciencias sociales, 500 estudios en revistas especializadas, y m¨¢s de 30 libros. El ¨²ltimo acaba de aparecer en la editorial Trotta con el t¨ªtulo Nuevo paradigma teol¨®gico. Seguro que seguir¨¢ dando trabajo por este a?o a los detectives del Vaticano y de nuestro episcopado.
Admito ser heterodoxo, siguiendo la invitaci¨®n de san Pablo:"Conviene que haya heterodoxos"
Siempre me he sentido muy en sinton¨ªa con los te¨®logos malditos del cristianismo
Mi primera reacci¨®n ante las cr¨ªticas a mi teolog¨ªa no puede ser otra que la del agradecimiento. ?A cu¨¢ntos colegas les gustar¨ªa que Roma se ocupara de sus libros, aunque fuera para darles un peque?o tir¨®n de orejas y tener la oportunidad de someterse humildemente al veredicto vaticano! Pero no lo consiguen. Y yo, que soy un te¨®logo libre por opci¨®n y convicci¨®n desde mis a?os mozos, que no pertenezco al clero ni dependo de obispo alguno, ni ense?o en los santuarios de la dogm¨¢tica cat¨®lica, me encuentro con la sorpresa de ser estudiado por parte de la m¨¢s alta instancia teol¨®gica romana y espa?ola. As¨ª que ?muchas gracias! Y no es un cumplido, y menos una iron¨ªa, aunque algo de ir¨®nico tiene el que se me considere te¨®logo heterodoxo, cuando yo soy el primero en reconocerlo, siguiendo la invitaci¨®n de san Pablo. "Conviene que haya heterodoxos" y haciendo realidad la afirmaci¨®n de Ernst Bloch: "Lo mejor de la religi¨®n es que hace heterodoxos".
Pero con mi agradecimiento va mi sorpresa de que se me haya estado investigando sin consultarme y de que se me comunique la existencia de una Nota y de un Informe de descalificaci¨®n de mis ideas cuando la investigaci¨®n estaba cerrada. Con lo f¨¢cil que hubiera resultado haber mantenido un di¨¢logo entre colegas, aunque no hubi¨¦ramos llegado a un acuerdo. Habermas nos ha ense?ado que la raz¨®n es dial¨®gica, no autoritaria. L¨¢stima que el estudio de mi obra haya sido para condenarme sin o¨ªrme, y no para llevar a cabo un debate a fondo sobre las grandes cuestiones debatidas hoy en la teolog¨ªa. Lo hubiera aceptado gustoso, pero no en las dependencias del viejo Santo Oficio, sino en la Academia, con luz y taqu¨ªgrafos.
Y con la sorpresa, un reproche: que siempre que el Vaticano se dedica a investigar a los te¨®logos y las te¨®logas se preocupe de la ortodoxia m¨¢s que de la ortopraxis. El cardenal Ratzinger sabe que para un te¨®logo cristiano el Evangelio es anterior al dogma, el seguimiento de Jes¨²s de Nazaret, anterior a la obediencia al papa, el Serm¨®n de la Monta?a que el c¨®digo de derecho can¨®nico y la construcci¨®n del reino de Dios, m¨¢s importante que la edificaci¨®n de la Iglesia.
Siempre me he sentido muy en sinton¨ªa y solidaridad con los te¨®logos malditos y los reformadores que en la historia del cristianismo han sido. Pero ahora con mayor motivo. Har¨¦ memoria subversiva de algunos de ellos. El primero es Jes¨²s de Nazaret, jud¨ªo reformador, cr¨ªtico de su religi¨®n e iniciador de un nuevo movimiento liberador: el cristianismo. Recuerdo a Arrio (256-336), sacerdote piadoso, que situaba a Jes¨²s en la m¨¢xima cercan¨ªa de Dios, pero no lo reconoc¨ªa como Dios para salvar el monote¨ªsmo cristiano. Fue condenado el a?o 325 en el concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino en su palacio de verano para asegurar la unidad de la Iglesia. No me olvido de Nestorio (fallecido en el a?o 451), patriarca de Constantinopla, que no reconoc¨ªa a Mar¨ªa como madre de Dios, sino como madre del hombre Jes¨²s de Nazaret. Fue condenado en el concilio de ?feso (431), privado de toda dignidad eclesi¨¢stica y expulsado de la Iglesia. Muri¨® exiliado en el desierto egipcio. Otro heterodoxo fue Prisciliano (350-384), obispo de ?vila, que practicaba una vida asc¨¦tica rigurosa. Acusado de conducta inmoral y de magia, fue el primer hereje a quien se aplic¨® la pena capital.
En plena Edad Media nos encontramos con Joaqu¨ªn de Fiore (muerto hacia 1203), eremita de Calabria y visionario apocal¨ªptico que anunci¨® la utop¨ªa de la era del Esp¨ªritu. A pesar de que el papa Gregorio IX intervino en su favor, su obra fue considerada subversiva y condenada. El Maestro Eckhart (1260-en torno a 1327) fue una de las cumbres de la m¨ªstica de todos los tiempos. El papa Juan XXII conden¨® parte de su obra por her¨¦tica despu¨¦s de muerto.
No faltaron mujeres acusadas de herej¨ªa. La m¨ªstica beguina Margarita Porete (muerta en 1310) cay¨® en manos de la Inquisici¨®n, que la encarcel¨®. Su libro Espejo de las almas simples anonadadas fue aprobado por tres cl¨¦rigos, pero fue prohibido bajo pena de excomuni¨®n y quemado en la plaza p¨²blica por orden de Guido II, obispo de Cambrai. Declarada hereje y relapsa por la Inquisici¨®n, fue entregada al brazo secular, que la quem¨® viva en 1310 en la plaza parisina de Gr¨¨ve ante la presencia de las autoridades eclesi¨¢sticas y civiles. Guillerma de Bohemia (muerta en 1281), buscadora de Dios y maestra de vida espiritual, a quien acud¨ªan hombres y mujeres pidiendo consejo y consuelo, cont¨® con el apoyo de los cistercienses, que la enterraron en su abad¨ªa de Chiaravalle, donde los milaneses la veneraban como santa. La Inquisici¨®n, empero, mand¨® desenterrar su cad¨¢ver y quemarlo p¨²blicamente.
Juan Hus (1369-1415), rector de la Universidad de Praga, persona fervorosa, y de moral intachable, critic¨® con dureza al clero y a los obispos ricos y cuestion¨® las formas de piedad superficial. Defendi¨® una Iglesia desligada del poder temporal. Acudi¨® al concilio de Constanza con una promesa de inmunidad que no se cumpli¨®. El concilio de Constanza lo conden¨® por hereje y lo entreg¨® al emperador Segismundo, quien le hizo morir sofocado por el humo de la pez.
Lutero (1483-1546) critic¨® a la Iglesia simon¨ªaca que vend¨ªa la salvaci¨®n a precio de oro, y puso en marcha la Reforma protestante centrada en la subjetividad de la fe, el esp¨ªritu comunitario y la primac¨ªa de la Biblia sobre los dogmas. Un papa lo excomulg¨®, Le¨®n X, y casi cinco siglos despu¨¦s otro papa, Juan Pablo II, pidi¨® perd¨®n por esa condena.
La Iglesia cat¨®lica fue inflexible con la incipiente ciencia moderna y persigui¨® a algunos de sus principales cultivadores. Giordano Bruno (1544-1600) fue apresado por la Inquisici¨®n y quemado en el romano Campo de las Flores. Galileo Galilei (1564-1642) tuvo que comparecer ante el tribunal de la Inquisici¨®n, que conden¨® su teor¨ªa cient¨ªfica por her¨¦tica en 1633, y vivi¨® su ancianidad bajo la vigilancia de la Inquisici¨®n.
El m¨ªstico Juan de la Cruz (1542-1491) colabor¨® con Teresa de Jes¨²s en la reforma de la vida religiosa orientada a vivir el evangelio en toda su radicalidad y en clave humanista, en un clima fraterno, con sencillez y sin excesos rigoristas. Carmelitas calzados, algunos seglares y gente armada lo detuvieron y lo encerraron en una celda del convento de Toledo, donde permaneci¨® medio a?o. Logr¨® huir. Al final de su vida los propios carmelitas descalzos lo persiguieron y difamaron. Fue canonizado en 1726 y declarado doctor de la Iglesia en 1926.
El te¨®logo y fil¨®sofo Antonio Rosmini (1797-1854) puso el dedo en las cinco llagas de la Iglesia: la divisi¨®n entre el clero y el pueblo en el culto p¨²blico, la insuficiente educaci¨®n del clero, la desuni¨®n de los obispos, el nombramiento de los obispos abandonado al poder secular y el mantenimiento del feudalismo, que ha terminado por suprimir la libertad de la Iglesia, de donde derivan todos sus males. El libro que se?alaba esas llagas fue a parar al ?ndice de Libros Prohibidos. Siglo y medio despu¨¦s, se ha iniciado su proceso de beatificaci¨®n. ?Contradicciones de la vida!
Los te¨®logos modernistas que quisieron compaginar cristianismo y modernidad, derechos humanos e Iglesia, fracasaron en el intento. Uno de los m¨¢s significativos fue Alfred Loisy (1857-1940), autor de importantes obras exeg¨¦ticas, entre ellas El Evangelio y la Iglesia, donde puede leerse esta sentencia lapidaria: "Jes¨²s predic¨® el reino y vino la Iglesia"¡¤
El dominico Chenu (1895-1990) fue procesado por su libro Una escuela de teolog¨ªa: Le Saulchoir, que termin¨® en el ?ndice de Libros Prohibidos. En la d¨¦cada de los sesenta particip¨® activamente en el Vaticano II e inspir¨® la Gaudium et Spes. No le fue mejor a su hermano de orden Congar (1904-1995), que sufri¨® tres destierros, fue despose¨ªdo de su c¨¢tedra y tuvo que soportar la censura de sus libros. Unos a?os antes de morir, Juan Pablo II lo nombr¨® cardenal.
Bernhard H?ring, uno de los principales renovadores de la moral cat¨®lica, se mostr¨® contrario a la publicaci¨®n de la Humanae Vitae. Desde entonces, fue controlado por funcionarios de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe que lo segu¨ªan a todas partes. Escribi¨® una carta al prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, en la que le confesaba: "Preferir¨ªa encontrarme nuevamente ante un tribunal de Hitler" a comparecer ante la Congregaci¨®n romana que le juzgaba. Su proceso, que dur¨® ocho a?os, fue calificado por el propio H?ring de "aut¨¦nticas tribulaciones", porque coincidi¨® con la aparici¨®n de un c¨¢ncer de garganta que le oblig¨® a someterse a siete intervenci¨®n quir¨²rgicas, seguidas de la terapia de cobalto. ?Falt¨® compasi¨®n!
Hans K¨¹ng (1928) fue llamado por Juan XXIII para participar como perito en el Concilio Vaticano II, siendo muy joven. Quince a?os despu¨¦s, la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe declar¨®: "Se aparta en sus escritos de la plenitud de la verdad cat¨®lica y... no puede ser considerado te¨®logo cat¨®lico ni ense?ar como tal". Casi la misma descalificaci¨®n que acaba de aplic¨¢rseme a m¨ª.
Leonardo Boff fue silenciado dos veces: la primera, por nueve meses, acept¨® el silencio; la segunda, por tiempo indefinido, lo consider¨® una humillaci¨®n y abandon¨® la Orden franciscana, no el esp¨ªritu de san Francisco. Ivone Gebara tambi¨¦n ha sido sancionada por unas declaraciones en torno al aborto sacadas de contexto.
Ahora les toca el turno de las sanciones a los pioneros del di¨¢logo interreligioso e intercultural. Uno ha sido el te¨®logo de Sri Lanka Tisa Balasuriya, condenado por el Vaticano por sus interpretaciones del pecado original, la divinidad de Cristo y algunos dogmas sobre la Mar¨ªa y por su intento de presentar el mensaje cristiano en di¨¢logo con las religiones orientales, mayoritarias en Asia. Fue suspendido a divinis por negarse a suscribir una profesi¨®n de fe que consideraba voluntad divina la exclusi¨®n de la mujer del sacerdocio. Unos a?os despu¨¦s, Roma le levant¨® la suspensi¨®n.
Otro de los ca¨ªdos por mor del di¨¢logo interreligioso ha sido Jacques Dupuis, profesor de la Universidad Gregoriana de Roma, que vivi¨® y ense?¨® en la India durante cerca de cuarenta a?os y ha elaborado "una teolog¨ªa cristiana del pluralismo religioso". La Congregaci¨®n romana le ha acusado de graves errores contra elementos esenciales de la fe divina y cat¨®lica.
De este breve recorrido por la historia de la heterodoxia cristiana se pueden sacar algunas lecciones: 1?. La mayor¨ªa de los condenados se caracteriza por una experiencia religiosa profunda, vida ejemplar, compromiso con los sectores marginados y gran coherencia entre pensamiento y pr¨¢ctica. 2?. Casi todos demostraron fortaleza de esp¨ªritu y lucidez de mente, y no se dejaron amedrentar ni por el fuego de las hogueras, ni por las excomuniones, ni por las expulsiones de sus c¨¢tedras, ni por las amenazas de castigos eternos, que s¨®lo existen en la imaginaci¨®n de quienes amenazan. 3?. Dialogaron con la cultura de su tiempo e hicieron avanzar la reflexi¨®n teol¨®gica. 4?. Con el paso del tiempo, muchos fueron rehabilitados, y algunos, canonizados. No puedo estar, por ende, en mejor compa?¨ªa.
Mantengo la mano tendida para dialogar. Ahora bien, para iniciar el di¨¢logo, me gustar¨ªa recordar al cardenal Ratzinger y a sus colaboradores el verso de Antonio Machado: "?Tu verdad? No. Gu¨¢rdatela. La verdad. Vamos a buscarla juntos".
Juan Jos¨¦ Tamayo es secretario general de la Asociaci¨®n de Te¨®logos y Te¨®logas Juan XXIII y profesor de la Universidad Carlos III.
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