El Madrid exhibe su poder¨ªo
El Celta, l¨¢nguido y sin imaginaci¨®n, fue incapaz de sobreponerse al tanto inicial de Ronaldo
Como un ej¨¦rcito con aura de imbatible, el Madrid va por el mundo exhibiendo una confianza en s¨ª mismo que aterroriza a cualquier rival. Le basta con lucir su brillante armadura en los minutos iniciales para intimidar al contrario y luego tumbarse c¨®modamente al calor del ¨¢rea propia esperando a que en cualquier contragolpe aparecer¨¢ una de las muchas varitas m¨¢gicas del equipo para resolver cualquier contratiempo. En Bala¨ªdos, el Madrid no hizo un gran partido y hasta pudo acabar estropeando el resultado por el conservadurismo que lo atac¨® en la ¨²ltima media hora. Pero el golito de Ronaldo en el minuto 6 fue m¨¢s que suficiente para tumbar a un Celta muy plano y para que el Madrid diese la impresi¨®n de un gigante capaz de aplastar a cualquiera sin apenas mover un m¨²sculo.
CELTA 0 - REAL MADRID 1
Celta: Cavallero; Velasco, C¨¢ceres, Sergio, Silvinho; Luccin, Jos¨¦ Ignacio (Jesuli, m. 76); Gustavo L¨®pez, Edu, Juanfran (Vagner, m. 72); y Catanha (McCarthy, m. 56). Real Madrid: Casillas; M¨ªchel Salgado, Pav¨®n, Helguera, Roberto Carlos; Flavio, Makelele (Cambiasso, m. 76); Figo, Ra¨²l, Zidane; y Ronaldo (Guti, m. 82). Gol: 0-1. M. 8. Ronaldo aparece en el segundo palo y empuja el bal¨®n a la red tras rechazar Cavallero un disparo de Ra¨²l. ?rbitro: Carmona M¨¦ndez. Amonest¨® a Juanfran, Pav¨®n, Salgado y C¨¢ceres. Lleno en Bala¨ªdos.
No esper¨® ni un minuto el Madrid para exhibir su autoridad en Bala¨ªdos. Sobrado de confianza y de resultados, desde la primera jugada del partido mostr¨® el poder¨ªo de un equipo repleto de futbolistas espectaculares cuyas curvas de rendimiento, adem¨¢s, parecen haberse acoplado en una coincidencia m¨¢gica. Sac¨® del centro el Madrid, el bal¨®n pas¨® de una joya a otra, de Figo a Zidane, de Ra¨²l a Ronaldo, y el Celta qued¨® empeque?ecido all¨ª mismo. El cuadro de Vicente del Bosque est¨¢ viviendo el t¨ªpico momento en que la gracia toca a cualquiera que entre en el equipo. Para atestiguarlo ah¨ª est¨¢ Flavio, que ya parec¨ªa un caso perdido y que anoche volvi¨® a mostrar una solvencia y un desenfado sorprendentes a la luz de su triste trayectoria desde que lleg¨® al Madrid.
El porte arrollador del Madrid desnivel¨® el choque sin que el Celta tuviese tiempo a digerir la gigantesca tarea que se le ven¨ªa encima. Ra¨²l y Ronaldo hab¨ªan avisado una vez, pero a la siguiente se dejaron de advertencias. Fue Ra¨²l quien meti¨® el pase dentro del ¨¢rea, Sergio pifi¨® el despeje y a Ronaldo le qued¨® la misi¨®n rutinaria de empujar a gol. La acci¨®n, en todo caso, habla de algunas de las cualidades m¨¢s intangibles o menos aparentes del brasile?o: su habilidad para desmarcarse, hacerse invisible a los defensas y eludir el fuera de juego.
A partir del gol, el equipo de Del Bosque jug¨® siempre con la vista puesta en el marcador. Desde hace tiempo, el Madrid da muestras de sentirse muy a gusto cediendo metros al rival para perseguir el contragolpe. Los dos medios centro se arriman al ¨¢rea, levantan all¨ª una barricada y, cuando el equipo recupera la pelota, se echan hacia arriba a toda pastilla. Con tanta calidad como tiene, es capaz de llegar a las narices del portero contrario en tres pases sin tirar un solo pelotazo mal dirigido. A partir del centro del campo, entra en escena la jaur¨ªa de fieras, con el depredador Ronaldo siempre dispuesto a asestar el ¨²ltimo mordisco, y el adversario, rodeado por sorpresa, se queda completamente desvalido. Metido c¨®modamente en su campo y sin abandonar nunca un aire de superioridad casi displicente, el Madrid pudo resolver el tr¨¢mite antes del descanso. Pero Ronaldo fall¨® lo que no yerra casi nunca, un mano a mano con el portero, y Ra¨²l se lio de mala manera cuando le sobraban referencias para buscar el ¨²ltimo pase.
Hasta el tramo final de la primera parte, el Madrid no sufri¨® ciertos problemas por su tendencia a esconderse lejos de la porter¨ªa rival. Quiz¨¢ lo habr¨ªa pasado peor ante un adversario con m¨¢s recursos que este Celta tan l¨¢nguido, tan falto de liderazgo y de imaginaci¨®n. La ofensiva local fue como un tr¨¢mite obligado que el cuadro de Miguel ?ngel Lotina cumpli¨® con sentido del deber, pero sin aut¨¦ntica convicci¨®n. Las ¨²nicas amenazas para el Madrid era los centros milim¨¦tricos de Gustavo L¨®pez y los detalles del tenaz Edu, que lo intent¨® por todo el centro del ataque. Pero, en el coraz¨®n del ¨¢rea, Catanha fue una nulidad para cualquier cosa menos para repartir cera entre los defensas rivales. Si el Celta so?¨® en alg¨²n momento con el empate fue por alguna jugada confusa producto de balones a¨¦reos, un suplicio inevitable para la defensa del Madrid.
El segundo tiempo imit¨® al primero con tanta exactitud que pareci¨® que se hubiesen repartido guiones en el descanso. El Madrid volvi¨® a salir devastador y tuvo muy cerca la sentencia del partido. Pero al rato se acomod¨® de nuevo y volvi¨® a conceder opciones al Celta, que roz¨® el gol en el tramo final con dos remates de Edu. Fue un aviso de que el conformismo puede ser el peor enemigo de este equipo. Pero la seguridad que le infunde su talento es tan grande que hasta se puede permitir esa clase de vicios.
A falta de goles, Catanha da pisotones
Sabido es que, pese a su condici¨®n de delantero, Catanha es uno de los futbolistas que m¨¢s faltas hace al cabo del curso. A la poco edificante estad¨ªstica a?adi¨® ayer un salto de calidad con dos pisotones casi consecutivos que pusieron en serio peligro las piernas de Zidane y Ra¨²l.Primero, al gemelo del franc¨¦s, a pocos cent¨ªmetros del tal¨®n de Aquiles; despu¨¦s, a frenar al madrile?o cuando enfilaba el campo del Celta. Esta ¨²ltima fue una acci¨®n aparentemente premeditada que las c¨¢maras de televisi¨®n captaron: Catanha, siguiendo con la mirada los talones de Ra¨²l, a un metro, y descargando el golpe. La secuencia record¨® un documental de halcones y palomas. Valoran los t¨¦cnicos en Catanha -a falta de goles: s¨®lo cuatro esta temporada- su actitud cuando el equipo pierde la pelota, aunque en tantas ocasiones se emplee sin el menor sentido de la medida. En un momento del partido, su compatriota Flavio incluso se dirigi¨® a ¨¦l para pedirle "calma" tras experimentar en sus carnes una de sus cl¨¢sicas patadas.La de ayer fue, de alguna manera, la noche de los pisotones, aunque en descargo del Celta haya que decir que fue un tipo de sangre fr¨ªa como Zidane quien rompi¨® las hostilidades. Ocurri¨® al cuarto de hora, en un violento pique con Velasco que el madridista resolvi¨® a la primera oportunidad. Fue el primer pisot¨®n.El ¨¢rbitro, Carmona M¨¦ndez, se guard¨® la tarjeta, una decisi¨®n que le pes¨® el resto de la noche. Cuando se decidi¨® a echar mano de las cartulinas, Bala¨ªdos ya hab¨ªa presenciado otras tres entradas de las que dan para largas lesiones.La ¨²ltima de la primera parte tuvo a C¨¢ceres como protagonista y a Figo como v¨ªctima. El portugu¨¦s arranc¨® hacia el ¨¢rea con tan mala suerte que se dej¨® el bal¨®n atr¨¢s y, sobre todo, recibi¨® desde su costado el plantillazo del central celeste. A C¨¢ceres le salv¨® el beneficio de la duda de sus aut¨¦nticas intenciones y la permisividad de Carmona. Al madridista ¨²nicamente le rescat¨® la suerte porque la bota del jugador c¨¦ltico fue a parar muy cerca de su tobillo derecho. Y, como se recordar¨¢, por culpa de ese maldito tobillo vivi¨® el luso un calvario insoportable durante los ¨²ltimos cuatro meses de la pasada temporada, Copa del Mundo incluida.
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